Una Noche Que Quisiera Olvidar. NO PUEDE VER ESTO.

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Rukia despertó justo al amanecer, se encontró unos brazos rodeando su pequeño cuerpo, sus cuerpos aún desnudos enredados uno en el otro. Las sensaciones de todo lo ocurrido la noche anterior aún grabadas en sus sentidos. Sentía el pecho hinchado con algo más allá de su prensión, o tal vez sí lo comprendía, pero no se atrevió a darle nombre. Lo observó bajo la suave luz dwl día que entraba por la ventana. Era indudablemente Renji, pero sus facciones aún conservaban ciertos rasgos de la adolescencia, no era completamente un hombre, era apenas un muchacho, sólo 19 años, le faltaba tanto por vivir…

Inesperadamente se encontró asaltada por la culpa y el arrepentimiento. ¿Cómo podía haberse involucrado con un ryoka? Y además con uno tan joven...
Había intervenido en la vida de un humano y de la peor manera posible, o al menos una de las más reprochables.

Horrorizada por su mal juicio se levantó del sofá envolviéndose en una de las sábanas y cogiendo su ropa del suelo y de la silla junto a la estufa, se metió al baño para darse una ducha y tratar de borrar las imágenes de la noche anterior de su confundida mente.

Cuando Renji despertó se encontraba solo en el sofá, se sintió incompleto, nunca antes había añorado la compañía de una mujer por la mañana, normalmente sólo quería que se fueran justo después del acto. Pero con Rukia todo era tan diferente, tan nuevo, pero no le daba miedo, era como si esto fuera lo correcto, como todo debería ser.

Con una sonrisa en los labios se envolvió en una sábana y salió en su busca. La encontró en su habitación acabando de vestirse. La abrazo por detrás y la enredó en sus brazos por la cintura besando su cabello húmedo.

Rukia se escurrió de su abrazo, parecía molesta por algo. Giró para enfrentarlo cara a cara y con expresión seria simplemente le dijo:

- Ren… Jun. Lo de anoche fue error, no debió haber sucedido, lo siento mucho.

El muchacho retrocedió unos pasos, la confusión plasmada en sus facciones, Rukia le rompió el corazón.

Tragó con dificultad, las palabras que se amontonaban en su mente no encontraban salida. Miró al suelo aún incapaz de ponerle voz a sus sentimientos, pero si algo no iba a hacer era rogarle, trataría de tomar el rechazo lo más dignamente posible, pero tenía que saber el por qué.

- Estás… ¿arrepentida de lo de anoche? – le preguntó con el semblante serio.

- No es que esté arrepentida, es que simplemente no debimos… Yo, estoy rompiendo más reglas de las que puedes imaginar al involucrarme contigo. Siendo una capitana se supone que debería tener más control sobre mis acciones. Si esto se llega a saber, será el final de mi carrera, seré degradada de mi puesto y enviada nuevamente a la sociedad de almas. Sólo olvida todo lo que sucedió anoche. Fue un error, ambos nos dejamos llevar. Sigamos como si nada hubiera pasado, ¿de acuerdo?

La voz de la capitana era tan firme y segura que no dejó duda de que ya había tomado la decisión. Era una orden, debía hacer de cuenta que nada había pasado. Pero cómo podría olvidarlo, cómo podía ella ser tan fría al respecto, acaso ¿no había sentido lo mismo que él? ¡Por Dios! Hasta era virgen, le había entregado ¡su cuerpo por primera vez! Su cuerpo… tal vez… sólo lo era su gigai el que jamás había tenido relaciones sexuales, ese cuerpo artificial que había usado para salir con él al mundo real. Cómo no se le había ocurrido antes, estaba tan claro, era obvio que ella había tenido relaciones antes por la forma en que se comportaba. Sólo había sido una noche más para la Capitana Kuchiki, y él había sido un tonto al dejarse engañar por sus sentimientos. Ella de seguro seguía amando al teniente muerto ese, Abarai, ese al que tanto se parecía, hasta era posible que hubiera estado pensando en él cuando…

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