Capítulo 3. The Chain

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- De verdad Marcos, no me encontraba bien del todo y por eso me fui. Habrán sido las cervezas porque vaya ritmo que llevábamos.- digo mientras me anudo el pelo en un moño. Desde el sábado me he comido bastante la cabeza. No es propio de mí que actúe de esa manera, y mucho menos por alguien a quien solo conozco de vista.
- Está bien, pero la próxima vez que haya partido te vienes que a mis amigos les has caído genial. Me han dicho... Hola, tierra llamando a Caro.- me pasa la mano por delante de la cara repetidas veces hasta que le miro.- ¿Qué puede haber tan importante en esa pantalla para que no me hagas ni caso en los 15 minutos que llevamos de descanso? Anda trae.

Marcos me quita el móvil de las manos y abre la boca cuando ve el porqué no le hacia caso. Bueno, el por quién.
- Antes de que digas nada, es un conocido. Nos hemos visto una vez en persona y solo me ha dado las gracias por un comentario que hice sobre él.
- Pero, ¿y esto? Joder Caro, me tienes muy desinformado. Nos quedan diez minutos de descanso así que ya puedes empezar a hablar.

Marcos escucha atentamente mi explicación. Le cuento como conocí a Marco en el hospital y como al marcharme del Bernabéu me encontré a Igor, menciono también nuestra pequeña conversación sobre su hermano.

-... y  ayer recibí una notificación en Instagram diciéndome que Igor me quiere seguir.
- Claro, eso lo entiendo, pero creo que te has saltado la parte en la que hablas por Instagram con Marco Asensio.- Marcos levanta la voz y me desespero.
- Cállate zoquete. Me envió una petición de amistad y un mensaje dándome las gracias por las palabras que le había dicho a Igor. Además técnicamente, solo ha hablado él. No tiene importancia, y ahora espabila que nos queda una hora antes de irnos a casa.

Camino por los pasillos dirección a la salida. He estado un poco ausente desde la conversación con Marcos, le he dicho que no tenia importancia pero puede ser que tenga mas de la que creo. La verdad que cuando me llegó el mensaje me quedé perpleja. Le podía haber puesto cualquier cosa, un "de nada" o un emoticono, cualquier cosa hubiese bastado, pero no. La idiota de Carolina tuvo que salir a la luz y le dejó en leído. Ahora ya es tarde para contestar. De verdad pienso que a veces soy tonta. La joven estrella del Real Madrid me da las gracias por un cumplido y yo le dejo en leído. Si mi amiga Ana lo supiese, me dejaría de hablar de por vida.

Salgo de la estación de metro y mientras espero a que el semáforo se ponga en verde, veo como Manuel está colgando un cartel en la puerta de su local. Le saludo y entro. Como ocurre todos los lunes en mi casa, la nevera está anémica y lo único que tengo para comer es una loncha de queso y un actimel de fresa, por lo que la tortilla de patata del Bar es mi mejor opción. Me siento en mi mesa favorita, y María, su mujer viene a atenderme.
- Hola niña, ¿qué tal el inicio de semana? Dime qué vas a querer.
- Pues podía haber sido más duro la verdad. Ponme un pincho de tortilla y una coca-cola light por favor.- María me sonríe y se va. Es una señora muy amable. Me me acuerdo de la primera vez que entre en La Viña y me recibió con una sonrisa. Nada más decirle los buenos días supo que era de fuera y me acogió como su nieta.

Mientras le doy el último bocado al trozo de tortilla Manuel cambia de cadena y aparecen los deportes en el telediario de la 1. Los presentadores hacen un repaso de la jornada de La Liga, hasta que llega el momento del Real Madrid. Marco sale en pantalla y en el reportaje se hace referencia al partido del Sábado. No puedo parar de mirar la pantalla mientras solo oigo criticas hacia el equipo técnico y los jugadores. En ese momento desbloqueo mi móvil y escribo: "No tienes por que darlas. Nadie se merece que le traten mal en casa. Buen día y a por todas"

Son las ocho y media de la tarde y me acaba de dar un calambre. Ya sé por qué nunca salgo a correr. Apenas han pasado quince minutos después de mi primer intento de vida saludable y ya estoy lesionada. Me siento en un banco del Parque del Oeste mientras se me pasa el dolor de la pierna izquierda. Fleetwood Mac retumba en mis oídos mientras un hombre con prisa pasa a mi lado hablando por el móvil y unos padres primerizos pasean el carrito de su bebé con una sonrisa en la cara.
De la nada aparece una bola de pelo corriendo con una pelota de tenis en la boca. Mueve la cola y va dando saltitos.
- Hola pequeñín, ¿te has perdido?- lo acaricio mientras consigo leer su nombre en el collar. Rome. Vaya nombre mas raro, aunque siempre es mejor que llamarlo Toby. De pequeña siempre quise un perro para llamarlo así. No me lo tengáis en cuenta, la nintendo DS con su Nintendogs ha hecho mucho daño en mi generación. Miro el número de teléfono que hay en su collar y marco. Un tono. Dos tonos. Tres tonos.
Parece que tu dueño esta ocupado, ¿quieres que vayamos a buscarle?.- El perro menea la cola hacia los lados, por lo que intuyo que le he caído bien y decido cogerlo en cuello para que no se vuelva a escapar.
- ¡Eh! ¡Tú! Suelta a mi perro o llamo a la policía.- Un chico corre hacia mí bastante agitado. Un momento, ¿ese no es Igor?
- Tranquilo valiente, solo estaba intentando que este bicho no se volviera a escapar. Por cierto, ¿me estás siguiendo? Porque si es así la que tendrá que llamar a la policía seré yo.- Igor se ríe cuando reconoce mi voz y le pone la correa a Rome, el cual ya se había quedado dormido en mis brazos.- c - Oye, la próxima vez ten el móvil más a mano, porque te he llamado para decirte que tenia a tu perro y quería un rescate y no me has contestado a la llamada.
- Me has pillado, te estoy siguiendo desde la semana pasada. Qué raro, no me ha sonado el móvil. ¿Qué haces por aquí?¿Estás huyendo de algo y te he interrumpido? Porque vaya pintas que llevas.- Se ríe a carcajadas mientras dice eso. No me había dado cuenta de que llevo la coleta deshecha y una sudadera gris con alguna mancha de pintura amarilla en los brazos.

Caminamos cerca de media hora hablando. Me cuenta que ha alquilado un nuevo piso con un amigo de los que me presentó el otro día cerca de aquí y me invita a conocerlo algún día. Decidimos sentarnos en una de las terrazas que siguen disponibles a finales de Octubre a pesar del frío. Estoy dando un sorbo a una estrella Galicia cuando mi teléfono empieza a sonar. Número desconocido.
- ¿Sí? Eh si, te he llamado antes. Ha sido un malentendido, ya está todo solucionado.- Igor me mira intentando descifrar de quién se trata hasta que chista la lengua. Se ha dado cuenta de que la persona que está al otro lado de la línea es su hermano pequeño. Me hace señas para que se lo pase hasta que lo consigue.- ¿Sigues ahí? Vale un momento, no cuelgues.
- ¿Qué pasa bro? Si, soy yo. Estoy con Caro tomando algo en una terraza cerca de casa. ¿Ya? Vale perfecto, hasta ahora.

Igor me devuelve el móvil e intuyo por la sonrisa burlona que hay en su cara lo que me va a decir.
- Venga, acábate esa que voy a entrar a pedir otra. Marco está a punto de llegar, por si te quieres arreglar la coleta.- Entra riéndose al bar y yo inconscientemente le hago caso y me arreglo el pelo. Acabo mi botellín de un trago y ya está aquí con dos nuevos, y un zumo de piña.
- No me mires así, el chico es futbolista de élite, no se puede tomar una cerveza un lunes. Estallamos en carcajadas hasta que Rome sale corriendo dando pequeños ladridos.
- Hola pequeño. ¿Me has echado de menos? Desde luego no te vuelvo a dejar nunca más con el  inútil de mi hermano.- Marco hace acto de presencia con un chandal gris. Creía que el chandal era una prenda de ropa de uso exclusivo para hacer deporte o salir a comprar el pan un domingo, pero no. ¿A este chico le queda todo bien o qué?

Saluda a su hermano con una palmada en la espalda y se acerca a mi para darme dos besos.
- Bueno, ya me diréis que hacéis un Lunes a las diez de la noche bebiendo cervezas. Mañana trabajáis y un Martes con resaca es mucho peor que un Martes normal, y eso que ya es malo de por sí.- Espera, ¿qué? Marco acaba de decir que el segundo día de la semana es el peor. Es la segunda persona que conozco que opina así. El otro es mi hermano Antón.
- Estoy totalmente de acuerdo. Odio los Martes y no quiero tener resaca.- Hago el amago de levantarme de la silla pero Igor me lo impide.
- Mira Caro ya es tarde y supongo que tienes la nevera vacía. Porqué no nos pedimos aquí un bocadillo y luego Marco te acerca a casa.- miro a Igor y Marco como en un partido de tenis, y sé que aunque me oponga, en realidad no me está preguntando, sino que ya ha dejado claro cuáles van a ser mis planes para la próxima hora.

Tras intentar pagar la cuenta sin ningún éxito, Marco, Rome y yo nos despedimos de Igor y caminamos hacia el coche. Esta empezando a hacer mucho frío y mi vestimenta no es la más adecuada para los 12 grados que hay en la capital a las once menos cuarto de la noche. Las luces de un Audi blanco se iluminan en el momento que Marco acciona la llave. Me siento en el asiento del copiloto con el cachorro entre las piernas cuando oigo el sonido del maletero.
- Ya me has dicho que el blanco no te gusta nada, pero te estás congelando y hasta que entres en calor está sudadera del Madrid es lo único disponible en este coche. Además es azul, póntela.- Marco me tiende la sudadera azul oscuro con el escudo del Real Madrid en un lateral del pecho mientras se pone el cinturón y enciende la calefacción al máximo.
- Gracias.- me quedo sin nada que decir. Los primeros minutos solo se escucha al cantante de Imagine Dragons y a sus demonios hasta que luego el pequeño Rome hace ruiditos mientras duerme sobre mis muslos.
- ¿Sabes que nos podrían multar ahora mismo?
Marco desvía su mirada de la carretera para asegurarse de que llevo puesto el cinturón, y después de comprobar que todas las luces del coche están en regla, me mira confuso.
- Lo digo por Rome, es obligatorio que las mascotas viajen en un transporte adecuado. Es más cómodo para ellos y para nosotros.- me explico mientras juego con las orejas del pequeño shiva.
Nos detenemos ante un semáforo en rojo. Estamos a unas dos calles de mi apartamento y no me quiero bajar del coche. Tengo tal sensación de comodidad que podría estar recorriendo las calles de Madrid en este coche durante toda la noche. Marco llama mi atención y me asegura que la próxima vez que suba a su coche, estará totalmente equipado para Rome.
- Aquí a la derecha... y listo. Hemos llegado a su destino. Son 10,95 euros por favor.
- ¡Vaya! No sabía esta faceta tuya. ¿Tan mal te va dándole patadas a un balón que tienes que pluriemplearte?.- Marco me da una puñetazo cariñoso en el hombro como respuesta. Me parece increíble la confianza que hemos cogido en tan solo un par de horas.
- Si, soy un chico lleno de sorpresas. Futbolista de éxito por el día y taxista por la noche.- ruedo los ojos ante el comentario chulo de turno.- Por ser tu, te voy a dar dos opciones. Puedes abonar la cantidad correspondiente o bien me puedes invitar a un café. Tu decides.
- Si que me va a salir caro el café.- digo mientras me bajo del coche y cierro la puerta. Ya en la acera me quito la sudadera para dársela. Baja la ventanilla del copiloto y me guiña un ojo.
- ¡Ya me la devolverás! Esta semana te llamo, no te preocupes por el número que ya lo tengo. Buenas noches Carolina.

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