Dylan no necesitaba ninguna tarjeta para recordar lo que tenía que recordar. Con un simple vistazo había memorizado el teléfono de Steven y conocía perfectamente la ubicación del Gold Park. Estaba empezando a pensar en que Bryce tenía razón y que tenía memoria fotográfica, al fin y al cabo recordaba todo lo que le pasaba sin excepción a pesar de que había cosas que deseaba olvidar con todas sus fuerzas.
Por la mañana siguiente no pensó en el club. No pensó en la oferta se Steve. No se preocupó por nada, hasta que empezó a oler a quemado.
Se levantó de la cama sin ni siquiera ponerse las zapatillas de casa y fue hasta la cocina de donde salía un ligero humo negro. Al asomarse, vio a Simon subido a una banqueta intentando sacar algo del tostador.
–¿Se puede saber que haces?– Le preguntó Dylan medio dormido medio asustado.
–Tenía hambre.
–¿Y que has metido al tostador?
–Un trozo de pan.– Dijo mientras Dylan lo paraba y sacaba un trozo de pan completamente quemado.
–Pues ahora es carbón.
–Jo.
–No te preocupes, ya preparo yo el desayuno.
–¡Pero te quiero ayudar!
–Bueno, pues saca el zumo, la leche y un par de vasos. Yo haré tostadas y llevaré el cacao en polvo.
–Vale.
El plan de visitar Central Park aquel día seguía en pie, así que después de desayunar y recogerlo todo, ambos se prepararon, pero antes de poder salir de casa, llamaron al timbre y ya que Simon estaba más cerca, abrió él.
–Hola Brook.– Dijo con una sonrisa al verla sujetando una cesta de la colada.
–Hola, Simon. Oye, ¿esta tu hermano?
–Si, se está preparando. ¿Por qué?
–Oh, es que voy a ir a hacer la colada y era por saber si tenía algo para lavar.
–Esta en su cuarto.– Dijo dejándola pasar.
La casa de los chicos era como la de Brook, así que no tardó mucho en encontrar el cuarto de Dylan, donde estaba sentado sobre su cama terminando de atarse las deportivas.
–¿Tienes planeado un día emocionante?– Dijo y él la miró con una sonrisa.
–Eh. ¿Qué haces tú aquí?
–Iba a hacer la colada.– Dijo, y bajó el tono.– ¿Tienes algo del club para lavar? Yo no llamaré la atención.
–Pues no lo sé...– Dijo Dylan abriendo el último cajón de la cómoda que era donde guardaba la ropa.
–¿Lo guardas todo ahí?
–Si.
–Madre mía. Trae anda. Hombres...– Dijo cogiendo la ropa de Dylan y metiéndole en la cesta, segundos después Simon apareció en la puerta.
–¿Nos vamos ya?
–¿Os vais?– Brook intentó aparentar normalidad.– ¿A donde?
–¡Dylan va a llevarme a Central Park!
–Que guay.
–¿Quieres venir?– Le ofreció Simon.
–Eh... bueno, si a tu hermano no le importa...
–Si. ¡Osea no! Quiero decir, que si quieres venir... claro, ven.– Se rió como un idiota.
Brook dejó la ropa en su casa para lavarla más tarde, cogió sus cosas y después los tres se fueron
Por la mañana estuvieron paseando por Central Park, Dylan y Simon jugaban como niños pequeños mientras Brook se reía, parecía su niñera. Le parecía muy tierno ver a los hermano tan unidos, y a su vez se preguntaba si la razón que le dio Dylan por la que se habían mudado era verdad.
Comieron por allí cerca y por la tarde, Brook les dijo que quería enseñarles algo, así que llevó a ambos a la pista de patinaje del Rockefeller Center.
–¡Que guay!
–¿Habéis patinado alguna vez?
–Hace años. Solo era un crío.– Admitió Dylan.
–Y te torciste un tobillo.
–¿Enserio? Vaya, no hace falta que vayamos si no...
–No, da igual.– Dijo con una sonrisa.– Quiero probar.
–Vale.– Brook sonrió.
Simon parecía el más emocionado de todos a pesar de que nunca había patinado. Cuando tuvieron los patines, él fue el primero en entrar corriendo a la pista, seguido de su hermano preocupado por si se hacía daño.
–¡Simon, espera!
–No te preocupes.– Dijo Brook entrando en la pista.– Creo que a mi se me da mejor, tu procura no lesionarte.– Le guiño un ojo.
La verdad es que a Dylan le intimida a un poco el poner un pie en el hielo, pero no quería quedar como un cobarde frente a Brook y su hermano, así que respiró hondo y entró en el hielo.
Increíblemente, era más fácil andar en tacones. No se separó de la pared en ningún momento hasta que vio a Brook cogiendo de las manos de Simon y le llevaba por la pista. Pensó en lo guapa que estaba patinando, con el viento moviendole el pelo, los patines, que la estilizaban más de lo que creía y que sería una buena hermana mayor para Simon.
Entonces, su hermanito le sacó de aquel trance casi abalanzadose sobre él.
–Vamos, no seas miedica.– Se rió Simon y después consiguió despegarle de la pared y empujarla hacia el centro.
Dylan intentó mantener el equilibrio pero acabó cayéndose de espaldas sobre el hielo.
–¿Estas bien?– Le preguntó Brook mirándole desde arriba.
–Si, si. ¿Pero me echas un cable?
Brook sonrió, alargó la mano y Dylan la cogió para intentar levantarse, pero cuando se puso de pie, estuvo a punto de volver a caerse, pero Brook le cogió antes de ello.
–Gracias.– Dijo él con una sonrisa.
–Al menos se te da mejor estar sobre in escenario.
–Podría aprender si tu me enseñas. Tal y como me enseñaste a bailar.– Dijo mirándola con una sonrisa.
–Yo no te enseñé a bailar. ¡Y no me mires así! Me siento incomoda.
–Vale, pues enséñame a mirarte. Te prometo que aprendo rápido.
–Bien jugado, Kansas... Intenta volver solo a la salida.– Dijo mientras se alejaba de él.
–Ya, ya. Que graciosa.– Dijo intentando sonreír, pero ella cada vez se alejaba mal.– ¿Brook? Oye, que no tiene gracia. ¡Brook!
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Show me your burlesque
Genç KurguLa gran manzana puede impactar a todo el mundo, sobre todo a un chico de Kansas, pero cuando Dylan Mcall puso un pie allí, supo que nada iba conseguir devolverle a la antigua granja donde vivía. Sobre todo después de descubrir que es capaz de mover...