Durante una reciente parte de mi vida tuve un pésimo criterio para escoger algunas de mis amistades. Todo tipo de traiciones, incluso robos, chismes y dramas hicieron parte de mi día a día. Debo confesarles que llegué a disfrutar en ocasiones de ese caos. Podría decir que fue un "placer culposo", pues por alguna razón se me hacía bastante divertido estar en cierto tipo de situaciones, sin parar un momento a pensar lo dañino que podían llegar a ser para mí y mi salud emocional, porque aunque no lo notara me estaba desgastando enormemente.Después de romper mi primera relación amorosa (capítulo1) estuve por algunos meses aislada. Me encerré en mí misma y me decidí a hundirme en lo que yo infantilmente creía era la más grande desgracia que podía vivir un ser humano y la peor traición jamás cometida. Sentía un enorme enojo. Una ira que se acumulaba constamente, hasta que simplemente estallaba, como una bomba de tiempo acabando con todo a mi alrededor... para su desgracia, en mi confinamiento voluntario solo habían dos víctimas a las que lastimar; mis padres. Nuestra relación se fue deteriorando de tal manera que mi único deseo era salir de mi aislamiento para alejarme de ellos y fue justo allí cuando mi subconsciente masoquista decidió que necesitaba salir de mi depresión y comenzar a tomar otras malas decisiones.
En mi mente la idea de salir de ello era comenzar con dejar el miedo a tener amigos, lo que no suena como una mala idea, solo que para mi mala suerte me refugié en las personas equivocadas. Pero, por un tiempo fue una hermosa mentira que me hizo volver a la luz de la realidad. Encontré dos empleos haciendo lo que amaba, tenía suficiente dinero ahorrado y todo parecía caminar de nuevo bien en mi vida; mi confianza tuvo una pequeña mejora, sonreía de nuevo, sentía orgullo por lo que hacía y lo que estaba logrando, me llenaba de ilusión mi independencia y mi ego subió sorpresivamente cuando apareció de nuevo en mi vida mi antiguo novio y comenzó a buscarme de nuevo. Y aunque también contó como un largo intento de amistad tóxica; es una historia que ya les conté con anterioridad, pero que vale la pena mencionar en este punto para dimensionar mi enorme talento para tomar muy malas decisiones.
Las primeras semanas de mi tan anhelada independencia fueron buenas o al menos las quise ver así. Es muy cierto que desde el desayuno se sabrá cómo será el almuerzo... Pero en ese momento me hice ciega a las señales y quise creer que todo estaba muy bien a mi alrededor. Llevaba lo que para mí fue mucho tiempo sin tener cerca otras personas; el volver a tener amigas me hizo generar apegos y con el pasar del tiempo ese apego se fue convirtiendo en un enorme deseo de aceptación. Todo inició cuando una de ellas empezó a convertir los consejos en juicios y señalamientos; empecé a condenarme a mí misma y tratar de hacer y ser todo aquello que esa persona quería o esperaba de mí. Me sentía obligada por el orgullo a demostrar que no era tan mala como me hacía ver. Sus comentarios ofensivos comenzaron de una forma leve, casi imperceptible para alguien como yo que no entiende nunca las indirectas. Al principio acepté sus "críticas" como si fuera un verdadero delito ser lo que soy; nunca me detuve a pensar en los errores que cometía esa persona o si realmente tenía la calidad moral o el derecho de juzgar mi vida y mis actos; simplemente terminé por forzarme a cambiar todo aquello que con sus comentarios a otras personas había expresado la molestia que le causaba, para intentar cambiar así la imagen que se empezaba a tener sobre mí.
El tiempo transcurría y puse sobre mis hombros responsabilidades que no me correspondían solo por demostrar cuán capaz era de realizarlas; haciendo esto perdí mi tiempo y presté dinero de una manera que nunca debí, muy tarde me di cuenta que todo aquello no era solamente mi responsabilidad y que me estaba haciendo cargo de cosas y gastos que no tenía la obligación de solventar. Sentí que siempre hice mi mejor esfuerzo, pero las quejas no cesaban y los comentarios fueron cada vez más fuertes hasta llegar a ser realmente ofensivos, fue allí donde algo en mí cambió, pero, en lugar de alejarme de inmediato lo seguí soportando y me obsesionaba por entender las causas de su cólera.
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Capítulo 3.
Short StoryCómo escapar de tus amistades tóxicas sin que destruyan tu imagen social en el intento.