Lo Peor De Mí

2. Psicólogo

10 de junio del 2007

Estoy corriendo lo más rápido que puedo, mis piernas duelen, estoy muy cansada, no creo soportar más. Ya no quiero seguir huyendo. Escucho a lo lejos como se va acercando, él se acerca y viene por mí, quiere atraparme y hacerme cosas que no puedo decir del miedo y el asco que me dan.

Esquivo la maleza que hay a mi alrededor, no quiero caer y darle la oportunidad de atraparme, al llegar a la orilla de la desolada carretera puedo ver un carro, se dirige hacia mí, corro más fuerte, tal vez sea mi única salvación. Tropiezo en un maldito hoyo que hay en el suelo verde y caigo, me levanto lo más rápido que puedo y cuando intento gritar, y levantar mis manos para hacer señas siento como dos manos me agarran y me tumban contra el pasto verde. Me duele todo mi cuerpo e intento liberarme, pero su agarre es más fuerte que el mío, no quiero llorar, ya no más.

—Joe, abre los ojos. Estás a salvo, Joe.— abrí mis ojos, y pude ver las paredes de color azul cielo, ¿dónde estoy?. Ya recuerdo, estoy en el cuarto del psicólogo.

—¿Cómo te sientes, Joe?, ¿recordaste algo? — me preguntó amablemente el Sr. Martínez.

—Recordé como escape una vez, de donde me tenía secuestrada, él. Estaba  en una especie de carretera, y al alcanzar pedir ayuda, me atrapó y me tumbó al suelo verde, y me apretaba tanto que me dolía, como si quisiera matarme ahí mismo, fue horrible.

—Eso es un gran paso que hayas recordado algo de lo que te pasó en ese secuestro. 

—¿Usted cree que pueda recordar algunas partes que están confusas en mi cabeza?.

—Sí, sí lo creo, Joe, pero recuerda que tienes que ir con calma y en cada sesión volveremos a esto, ¿estas de acuerdo? .

—Sí, Sr. Martínez.

—Bueno, nos vemos hasta la siguiente semana, tu sesión de hoy a terminado. — lo dijo en un tono gracioso.

— Que así sea, hasta la siguiente semana.— le conteste de la misma forma graciosa que él utilizó y salí del cuarto. Quien diría que los psicólogos no son tan malos y aburridos como uno piensa.

14 de agosto del 2017

Escucho a mi madre hablándome desde afuera de la puerta de mi cuarto.

—Joe, ya es hora.

—No quiero ir a la Preparatoria, mamá— respondí aún acostada en mi cama.

—Tienes que ir, no es tan temprano, arréglate y baja a desayunar, y no se te olvide hacer el aseo antes de irte a la Preparatoria, ya dejé la comida hecha para cuando te vayas comas algo.

—Sí, entendí.

—Ya me voy, cuidate mucho, que no se te vuelva olvidar marcarme cuando estés en la Preparatoria, Te amo.— me dijo antes de escuchar cómo se alejaba.

—¡Yo también te amo, que te vaya bien, nos vemos en la noche!.

—Bueno, a levantarse que hay un muchas cosas por hacer.— dije en voz alta para mi misma.

Me quedé con mi pijama ya que no hace falta cambiarse para hacer un poco de limpieza en la casa y desayunar. Terminé mi desayuno y empecé hacer la limpieza, puse un poco de música y encendí las bocinas, ya que me gusta tener a todo volumen  música mientras hago mis cosas, así se va el tiempo más rápido.

Tendí mi cama, recogí el desastre de mi cuarto, acomodé la ropa sucia de ayer en el cesto, de una vez metí a la mochila los libros y las libretas de las materias correspondientes de hoy. Salí de mi cuarto me dirigí al de mi madre y empecé con la limpieza, una vez terminado fui al resto de la casa.

¿Qué hora es?, me dirigí hacia mi celular que lo deje en la mesita de noche y lo desbloqueé.
12:30 pm, ya es hora de meterme a duchar...

★★★★★

Al entrar al salón me dirigí a mi lugar de costumbre en la parte de atrás cerca de la ventana, es más tranquilo estar aquí. Casi siempre intentaba llegar temprano a la escuela porque me gustaba ver como el salón se llenaba de los alumnos, y mi música hacia buena compañía.

2:23 pm, esta es la hora en la que él siempre llegaba, no es que yo fuera acosadora o algo por el estilo, solo me gustaba ese chico en especial, tenía algo que hacía que me llamará la atención como ningún otro lo había hecho. Lo vi entrando al salón de clases, con su típica mochila de color azul y con muchos llaveros en los cierres de está, su cabello color negro tan jodidamente despeinado pero no tanto para verse asqueroso y sus ojos color café oscuro, ese color se había vuelto mi favorito desde que lo conocí, tenía un lindo atractivo, todo en él era atractivo y lindo, incluso gracioso. Sonrió y saludó a los demás que ya estaban en el aula, siempre muy sociable y yo tan antisocial.

¡Demonios, viene hacia acá!, hice como si no lo hubiera visto y fijé mi vista hacia la ventana intentando concentrarme en mi música.

—Hola, Joe.— me saludo con su habitual sonrisa.

—Hola.— respondí como siempre, sin gracia y brusca, no es que me hiciera la ruda pero jamás había querido mostrar mis sentimientos a alguien que no conocía.

—¿Cómo has estado? 

—Bien, bastante cansada pero bien, ¿y tú? — le pregunté para no sonar descortés después de todo era nuestra primera conversación.

—Bien, el trabajo es algo complicado pero mírame, siempre implacable.— solo le sonreí, me gustaba su sentido del humor.

—Se nota.—dije con sarcasmo lo que él noto.

—¡Hey!, no pensé que... 

—¡Daniel!, ¡Amigo!, ¿Cómo estás? — llegó  interrumpiendolo Mauricio, su amigo y de ahí se lo llevó con él.

Me molesto algo que nos interrumpiera era la primera vez que teníamos una conversación con algo más de un Hola. Se escuchó la campana que daba para el comienzo de clases, y en eso entró el profesor de Álgebra, sería un largo día, un largo y muy aburrido día.

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Hola, mis queridas empanadas, les traigo un nuevo capítulo de esta maravillosa novela, yo sé que me tarde mucho. Pero no tenía inspiración para poder crearla de nuevo, porque se me borró lo que ya tenía anteriormente y me frustre tanto que lo dejé. Pero ya volví, intentaré actualizar cada semana como se los tenía prometido, dejen su voto y compartan la novela con sus amigos, se los agradecería un montón, los quiero, se cuidan, adeu.
Ally :3.