Siempre pensé que la típica frase cliché "los polos opuestos se atraen" era una mentira. Aunque bien estúpida que era, es obvio que esa frase obviamente estaba respaldada por una ley científica de física, ó sea, dah, los átomos con cargas negativas y positivas tienden a tener atracción entre ellos, entonces.. ¿por qué no podrían estar juntos Day Park y una niña como yo, sí, como yo, Tamara Bower algún día?
Capítulo uno
Hoy era mi primer día de universidad. Es extraño como de un día a otro pasas a ser un "adulto", o bueno, eso es lo que me dice mi papá en esta etapa "nueva" que se me viene. Según yo, sigo teniendo la misma mentalidad que tenía a los quince años, no se cual es la diferencia. Sigo teniendo el mismo pelo oscuro opaco color cafe, sigo igual de plana -por delante y por detrás-, ya que parece que la pubertad lo único que me hizo fue que me aparecieran más espinillas y engordaran mis muslo, y bueno, sigo igual de infantil.
Salí de mi casa y fui a tomar el auto bus, y si, ya se en que están pensando, tengo 18 años y todavía no se manejar. En mi defensa, ya tome el curso dos veces, y en las dos choque con un poste. ¡No se puede hacer nada!, el mundo quiere que no maneje, ademas, le estaría haciendo un favor a la humanidad, ya que así disminuyo los accidentes de tráfico en la ciudad.
Mire la hora y me di cuenta que se me olvido cambiarme de reloj, ya que el que tenía puesto estaba malo. No tenía ni la menor idea cuanto tiempo estuve esperando, pero si se que en todo ese momento maldecía en mi cabeza, entraba a las 10:30 y me faltaban solo 15 minutos para entrar clases-lo vi en mi móvil-.
Muy bien Tamara, primer día y ya ibas a llegar atrasada, aunque no me quejo, siempre he sido impuntual desde que tengo memoria. Estaba en mi esencia. De repente escuche como un ruido de un motor grande se acercaba, me emocione y gracias al cielo que era el auto bus.
-Buenos días -dije con una enorme sonrisa. El chofer solo asintió con la cabeza. Todo iba a mal en este día, por lo menos el viejo me hubiera mirado y respondido mi saludo. Apuesto que 2 de cada 100 personas que se suben al bus lo saludan adecuadamente. No le di importancia y pague mi pase.
Me senté al lado de la ventana y empece a observar el paisaje, era un día nublado y hacia bastante frío.
-Buenos días -escuche que dijo una voz grabe. Bueno, el era el 2 de cada 100 personas educadas.
Paso al lado mío un tipo y se sentó en el asiento que tenía dirección hacia mí. Habíamos quedado de frente. Lo empecé analizar. Tenía rasgos normales, era medio achinado por lo que se notaba que tenía descendencia china, o japonesa, coreana, yo que se -para mi todos son iguales-, pero a la vez se notaba que era americano. Tenía un piercing en la nariz y unos labios pequeños, una mandíbula marcada y un tajo en la ceja. Su mirada era bastante vacía, pero a la vez fuerte. Estaba vestido entero de negro, incluyendo el gorro de lana que tenía puesto.
Me había llamado la atención el tatuaje que tenía en el cuello.
Su móvil empezó a sonar.
- Bonjour, tu veux quoi?
Mierda, ahora era un chino japonés hablante francés y español. El destino si que me había traído a mi vida algo de lo bueno.