Tu no estas sola

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Hey, tú no estás sola,
no estás sola...

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Una joven de ojos grises casi blancos intentaba o era guiada por su cachorro guía en la escuela Teikõ, este era muy adiestrado como sobreprotector mas no pudo evitar que una pelota se estrellara en la cabeza de la chica, haciendo que se caiga de senton al suelo.

—Itte.. Hachi... ¿qué fue eso?

Se queja la joven de cabellos rubios con mechas castañas de piel blanca y una bufanda verde. La razon por la cuál portaba aquella prenda a pesar d eno hacer frío,  era porque en la mañana no había comenzado con un buen día, había tenido un encuentro brusco con su padre, motivo por el cual tenía la bufanda.

—¡Oh dios, realmente lo sentimos! Aomine Daiki discúlpate con ella —exclama ordenando molesta una chica con el tono de voz totalmente preocupado mientras hace el amago de ayudarla, pero nota el moretón rojo bastante visible en la cabeza dela rubia con mechas castañas.

—Satsuki deja de molestar, está viva, no le veo necesario —añade una voz rasposa, un tanto grave, el de un chico pero se recalcaba el cansancio, posiblemente con desinterés había contraatacado.

—Hachi.

Eso había sido lo único que se dedicó a pronunciar la chica,  víctima del balonazo que había recibido anteriormente.

—¿Uh? —pregunta  desconcertada la pelirrosa, Satsuki Momoi.

Ambos luego de aquella pronunciación de palabra, se percatan recién de la presencia de un cachorro, que sin dudar, reacciona ante el nombre. Este cachorro se lo veía marcado y muy caracterizado por ser de la raza de un husky siberiano, de mediana estatura, que al parecer pertenecía a la chica.

Al volver ambas miradas, tanto desinteresado como confundida, notaron un gesto que no pasó desapercibido por ambos al ver cómo la chica tan solo fruncía el ceño, para luego notar que con un ligero movimiento lento, fuerza en los brazos y manos, junto con la correa especial que el perrito tenía se lograba levantar soltando un pequeño y corto suspiro.

—Si no se quiere disculpar, no lo obligues, no quiero seres falsos en el mundo. Muchas gracias por preocuparse —se escucha decir de aquellos labios finos de la rubia de mechas castañas, quien añade ese comentario sin mirar a la pelirrosa.

Satsuki, al notar que no le dirigía la mirada y la presencia del perro en la situación, entre tantos pensamientos que afloraban en ese momento, pudo comprender rapidamente una sola conclusión de lo que ocurría ya que su mirada no recaía en ella, sino que a un costado, pero un ladrido hizo que la mirara ya que el cachorro estaba cerca de ella.

—Si me disculpan, debo intentar llegar a clases, vamos hachi —se disculpa con educación, tarareando suavemente como si no hubiese ningun daño.

El cachorro ladra al escuchar su nombre resonar en los labios de su dueña, para luego comenzar la tarea de guiarla, mientras que Momoi y Daiki se habían quedado tiesos. Era la primera vez que se cruzaban con esa chica.

Aunque justo antes de que se fuera alejando por completo de ellos, esta depositó en aquella situación unas últimas palabras:

—Por cierto, el que no vea no quiere decir que sea ignorante ni mucho menos autista. Aomine-kun espero verlo otra vez en mejores condiciones. Mucho gusto conocerla, Satsuki-san.

Poco después su camino siguió avanzando como a un metro y medio hasta que pudieron notar que un peliceleste se ofrecía a llevarla a su clase. Siendo así otra ayuda para su guía.

ARIGATÕ - Aomine DaikiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora