El sonido atronador del despertador resonó por toda la habitación. El cuerpo de Natalia se retorció levemente y unos gruñidos se escaparon de su boca. Genial Alba, un sábado con la alarma puesta. Me incliné ligeramente para apagar la alarma y volví a mi posición original. Suspiré y volví a pegar mi cabeza en el cuello de Natalia. Las manos de Natalia comenzaron a acariciar mi espalda por encima de la camiseta.
Casi no había podido dormir pensando en lo que podría haber pasado anoche si la cordura no hubiese vuelto a mí en ese momento. Jamás había experimentado una sensación igual, ni siquiera con Joan. Pasé mi dedo índice suavemente por la mejilla de Natalia y una sonrisa apareció en sus labios.
—Así da gusto despertarse, Albi.—Murmuró con una voz ronca que me volvió loca.
—Tampoco te acostumbres.—Dije escondiendo mi cabeza en su cuello.
—Me encanta tu voz, me excita tanto.
—No llevas ni cinco minutos despierta y ya empiezas con los piropos. Bueno, piropos...Natalia soltó una suave risa y dejó un beso en lo alto de mi cabeza.
—Me encantaría decirte que es mentira, pero es la realidad. Me pones tanto y me das tanta ternura a la vez. —Dijo poniendo las manos en mis mejillas y aplastándolas.
—¡Ay, Nat! Eres muy bruta.—Coloqué mis manos sobre las suyas y reí levemente.
—No es culpa mía que seas tan irresistible, Albi.
—Ni is cilpi mii qii siis tin irrisistibli ilbi.—Dije levantándome de la cama.
—A mí no me imites.—Agarró mis caderas y me sentó sobre ella comenzando a hacerme cosquillas.
—¡Nat, para!—Pataleé riéndome y encogiéndome como podía.
—Pídeme perdón.—Dijo parando para poder mirarme.
—¡Perdón, perdón!
—No, así no.
—Entonces qué quieres, que me ponga de rodillas o qué.
—Dame un beso.
—¿Pero tu de que vas?
—Solo es un beso Albi.
—No quiero.
—Como desees.—Me colocó debajo de ella y comenzó a hacerme cosquillas de nuevo.
—¡Naaaat!
—Dame un beso.
—¡Que no!
—Puedo estar así todo el rato.—Pareció encontrar mi punto débil y lo atacó sin piedad alguna.
—¡Vale, vale, vale!—Natalia paró de golpe tras escuchar mis palabras y una sonrisa ladina se instauró en sus labios.
—Venga, que cierro los ojos.—Dijo cerrándolos lentamente.
—Te odio.
—Si, si, lo que tú digas, pero quiero mi beso.—Dijo señalándose los labios aún con los ojos cerrados.Suspiré dándole un leve golpe en el hombro a lo que ella reaccionó con una pequeña risa. Acerqué mi cara a la de ella y atrapé su labio inferior con mi boca. Natalia, que no tardó en corresponder al beso, colocó una mano sobre mi cabeza acariciando mi pelo y rozó la punta de su lengua con la mía. Me separé para mirarla a los ojos y negué con la cabeza.
—Sin lengua.
—Sin lengua.—Repitió susurrando en mis labios.Volvió a capturar mis labios y yo cerré los ojos disfrutando del momento. Natalia besaba tan bien que sentía que rozaba el cielo. Se separó de mí mordiendo mi labio inferior y tirando de él con los dientes, lo que provocó que un gemido se escapase de mi boca. Las pupilas de Natalia se dilataron al escuchar mi gemido y, esperando lo que vendría después de esto, me levanté de la cama.
—Tengo hambre.
Natalia no dejaba pasear su vista por mi culo sin reparo alguno y yo alcé una ceja mirándola.
—Que miras.
—Tu culo. Me encanta.Negué con la cabeza y abrí el armario para cambiarme de ropa. Cogí una camiseta blanca, unas mayas negras y una chaqueta roja. La miré y señalé el baño.
—Voy a cambiarme.
—Te espero.
—¿Me esperas?
—Claro.Mantuve la mirada fija en ella durante unos segundos y asentí.
—De acuerdo.—Dije finalmente entrando al baño y cerrando tras de mi.
Natalia se había propuesto a llevarme a desayunar fuera. Estuvimos hablando durante casi todo el trayecto y las pocas veces que nos callábamos se creaban silencios cómodos. También le envié un mensaje a Joan para que no se preocupase por mi ya que recibí varios mensajes suyos mientras dormía.
—Ya hemos llegado.
—Donde estamos.
—En la cafetería de mis padres.—Dijo bajando del coche.—Vamos princesa
—Deja de llamarme princesa.—Dije bajando después que ella.—¿De tus padres?
—Sí, de mis padres.—Cogió mi mano y entrelazó los dedos tirando levemente de mí para avanzar.Una vez dentro divisé a una mujer no muy alta tras la barra. Suspuse que era la madre de Natalia por la sonrisa de aquella mujer al verla. Se acercó rápidamente a nosotras y abrazó a Natalia con ternura.
—Hola mamá.—Dijo Natalia con una sonrisa.
—Hola cariño. ¿Que tal todo por la universidad?
—Dentro de lo que cabe bien.
—¿Quien es ella?—Dijo señalándome.
—Una amiga especial.Los ojos de la mujer se abrieron de par en par observándome.
—¿¡Es tu novia!? ¡Cariño es guapísima!
—Yo...—Traté de continuar pero la voz de Natalia me interrumpió.
—¿Verdad que es guapísima? Es la más guapa de España, no paro de decírselo.Mis mejillas se tiñeron de rojo debido a la conversación de ambas mujeres.
—Como me alegra saber que Natalia por fin ha sentado la cabeza y encima con una chica tan guapa como tú.
No sabía que decir, así que me limité a soltar una media sonrisa. La mano de Natalia, que aún se mantenía entrelazada con la mía, tiró de mí para pegarme más a ella.
—Es tan... Mamá, es increíble.—Dijo sin apartar sus ojos de los míos.— Es perfecta.
La sonrisa de su madre se podía ver desde fuera de la pequeña cafetería.
—Voy a prepararos una mesa.—Dijo finalmente acercándose a una de las mesas.
Le di un pequeño golpe en el hombro y ella salió de su ensoñación.
—¿Qué?—Dijo ella.
—¿A que ha venido eso?
—El qué.
—Eso.
—Eres guapísima.
—Deja de cambiar de tema.—Acusé.
—¡Chicas, ya está la mesa!—Anunció la madre de Natalia.
—¡Perfecto!—Natalia tiró de mi mano hasta la mesa y se sentó en uno de los asientos.—Siéntate princesa.–
–Pensaba que no iba a poder actualizar hoy, pero aquí estoy :) ¡nos seguimos leyendo! pd: si son.
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Hoy no
Teen FictionAlba, de 18 años, es obligada a comenzar una carrera con la que no está de acuerdo, en una ciudad en la que no quiere estar y con una persona que se cuela en su vida casi sin quererlo.