Un sentimiento

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     Ayer paseaba por el ajado kiosco de Iguala, caminaba pues contemplando las delicadas luces que colgaban de los árboles y cavilaba sobre lo buena que había sido la vida conmigo a pesar de los tragos amargos que me había brindado; recordaba entonces a las personas que tuve la dicha de conocer y las cuales dejaron una huella en mi corazón en el paso de los años... anhelaba tenerlas a mi lado y poder abrazarlas una vez más.

     Fue en ese entonces cuando les vi.

     Era una joven pareja, que disfruta de pasear sosegadamente tomados de la mano. Platican de manera tan queda que me pareció, compartían los secretos del universo: intercambiaban miradas, sonrisas, besos y una que otra caricia. Emulaban estar en un universo distinto al mío y al tuyo, un lugar al que solo ellos podrían acceder. Recuerdo que un momento se sentaron en una jardinera, bajo un frondoso árbol que de pronto cobro cierta luz en la apacible noche que nos regalaba la vida; el joven recostó su cabeza en el regazo de ella, y ella comenzó a jugar suavemente con su cabello.

     Fue en ese segundo que, viéndole fijamente, primero a uno y luego al otro, les leí la mente; y por un breve instante un sentimiento cálido que creía extraviado tiempo atrás inundo mi corazón al vislumbrar en ambos el mismo pensamiento.

     Leí en ellos la felicidad, el agradecimiento, la paz, la esperanza, el deseo y la determinación de luchar; todo por permanecer junto a la persona, al compañero de vida que eligieron para vivir el resto de sus aventuras.

     Me quedé ahí. Contemplándoles desde la distancia, disfrutando del acogedor sentimiento que transmitían aquellos enamorados. Me retire de aquel lugar, con la sensación de que la vida era buena y que no todo estaba perdido en el mundo.

     Sí.

     Realmente no todo estaba perdido, al menos no mientras prevaleciera ese sentimiento

     Aquel sentimiento llamado amor.

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