A veces, contar una historia que consideras real se percata de distintas maneras. Es como algo que en tu mente se mantiene flotando hasta conseguir la aceptación de la persona indicada, y darte cuenta de que en verdad hiciste todo lo posible por hacerlo bien. Será eso por lo que nunca nos damos cuenta de cómo, apasionadamente, nos adentramos en un mundo de fantasía casi intangible, por donde contribuimos al lado más perdido de la naturaleza, aquel que todo ser humano tiene y hasta momentos puntuales de su vida, desconoce.
Miedo, es una palabra significativa para el escritor que hoy día decide narrarte. Miedo es lo que rodea su vida y su cuerpo cuando ha de tratar de describirte y sé, que no siempre será acertado, por eso espero tu aprobación y así, será como dejemos de borrarnos de nuestras mentes. Será así como yo, decida recordarte.
Hace tiempo, comenzamos a hablar. Sinceramente, mi corazón aún no estaba preparado para la trampa que iban a ser tus brazos. No tardé en llenarte de confianza y vida, esa vida que realmente tan en falta echabas. Podrían ser las 4am y aún sabíamos que era pronto para dejar de hablarnos. A veces y, a escondidas, me escapaba al jardín, miraba al cielo y comprendía que estabas cerca de mí. Qué fácil era echarte de menos cuando aún no comprendía el sentimiento de abrazarte.
Pronto nos dimos cuenta de lo que nos importábamos, de que, si algo tenía que ser, seriamos nosotras, juntas y fieles a la misma realidad que vivíamos. No faltaron peleas, que poco después daban pie, como el mejor telonero de la época, a una maravillosa reconciliación que, sin falta, me recordaba que el amor que nos teníamos era más verdadero que el propio azul del cielo.
Y fue entonces cuando comenzaron los nervios. Cuando establecíamos una fecha para abrazarnos, para reconocernos, para ser lo que siempre habíamos soñado.
Fue en ese preciso momento, cuando mi mirada se encontró con el precioso tono oscuro de tus ojos, que me di cuenta de la suerte que tenía de tenerte. Ni el más sincero escritor sabría cómo sostener en palabras el sentimiento de quererte. Ahí supe lo agradable que podía llegar a ser contemplar el cielo junto a ti, sin esperar nada a cambio. Sin tener que hacer cuenta atrás, sin nervios ni miedos. Porque así lo citó el budismo, cuando conoces a tu alma gemela, tu corazón no se altera, tus manos y piernas no tiemblan, no conoces el más mínimo ápice de ansiedad. Al contrario, te invade una paz y una calma que de verdad llegan a convencerte de estar hechos el uno para el otro.
Y así lo supe, así me sentía.
Si así se narran las historias verdaderas, he de decir que están en lo cierto, pues ahora sabrán cómo me siento.
No decidí soñar contigo por gusto o morbo, no te tenía en mi cabeza a cada momento solo por ser bonita, no te hablaba únicamente para llamar tu atención, no pensaba en ti como alguien a corto plazo y no quise estar contigo por no estar sola.
Si llegaste a pensar eso de mí, pregúntate si de verdad me conocías lo suficiente.
Y ahora que no tienes dudas, mírame y quizás, solo quizás, tengas la oportunidad de saber cómo te siento, pues sinceramente, creo que este mundo, cariño, se te queda pequeño.
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REAL
Romance¿Será así como se escriban las historias reales? Quizás si. Ahora sabrán como me siento.