[BELLEZA]

721 104 11
                                    

Mientras tanto, en el cielo, los arcángeles estaban en el monte reunidos, todos tenían la misma expresión de angustia en sus rostros.

—¿Qué haremos Miguel? Lucifer ya se a dado cuenta de todo, encontró a Belial.

—Aún no es Belial, Gabriel, por el momento es un humano.

—¿Qué vamos a hacer?

—Estoy pensando.

—No podemos permitir que ese humano sea corrompido por Lucifer, tres príncipes ya rondan por la tierra y si el cuarto se llegase a unir... Estamos perdidos.— habló el Arcángel Uriel caminando de un lado a otro.

—¿Cuál es la mejor opción?— preguntó el Arcángel Sariel.

—Bajar a impedirlo.— propuso el Arcángel Rafael.

—No podemos, si llegamos a bajar a la tierra, Satanás, Leviatán y Lucifer se darán cuenta de inmediato y atacarán, los humanos saldrán perjudicados y quizá nuestra guerra se adelante, acabaremos con la tierra, no podemos hacer eso, además allá abajo nuestra fuerza se debilita, nosotros debemos proteger a los humanos, no destruirlos.— Habló Miguel negando con la cabeza.

—Entonces mandemos un ángel a cuidar al mortal.— Propuso el Arcángel Raguel. — Será sólo uno y deberá estar cerca para guiarlo por el camino del bien y no permitir que Lucifer se salga con la suya.

—Eso me parece una idea mejor.— afirmó el Arcángel Miguel — Sin embargo, aún sigue siendo peligroso, si Satanás se lo propone, podría mandar a uno de sus demonios o incluso él mismo a corromper al ángel enviado.

—Pero mandaremos al ángel que esté más preparado, uno que sea capaz de soportar la tentación.— habló el Arcángel Gabriel pensado.

—Digamos que lo enviamos ¿Y luego qué? ¿No han pensado que si no cae en tentación, Satanás lo destruirá? — habló Uriel negándose a esa idea — Yo no estoy a favor de que mandemos a un ángel a la tierra, sería peligroso y dudo que alguno desee enfrentarse a tres príncipes del infierno, solo.

—Las opciones se nos acaban Uriel, no podemos permitir que Belial toque la obscuridad, debemos guiar al mortal hacia la luz y transformarlo en un ángel, no dejar que se convierta en un demonio. — Habló Raguel mirando a los demás Arcángeles — Yo estoy a favor de enviar a un ángel a la tierra.

—Creo que la decisión a sido tomada, la mayoría de los presentes está de acuerdo con esa opción.— Habló el Arcángel Miguel suspirando profundamente — Ahora la cuestión es ¿A quién enviaremos?.

—Creo que yo tengo al ángel perfecto — afirmó el Arcángel Gabriel asintiendo con la cabeza.

—Entonces explícale la situación y nos reuniremos por la mañana, si el ángel acepta será enviado de inmediato a la tierra para proteger al mortal.

Todos los Arcángeles estuvieron de acuerdo a excepción de Uriel, pero aún así, el Arcángel apoyó la decisión tomada. La reunión finalizó.

...

En la tierra, en una habitación obscura llena de velas negras, se encontraban Satanás y Leviatán en el centro de un círculo, ambos con sus capuchas rojas y al rededor de ellos, siete mortales cubiertos con capuchas negras.

Satanás recitaba un canto del infierno que mantenía inmóviles a los mortales, aún cuando el miedo se apoderaba de sus cuerpos y la confusión los envolvía por completo ellos permanecían ahí.

Leviatán caminó hacia el primer mortal y le descubrió la cara, encontrándose a un joven bastante hermoso ante sus ojos.

Da mihi anima vestra.

Los ojos del mortal se tornaron negros y abrió levemente la boca, Leviatán se inclinó y unió sus labios a los ajenos.

Mientras Satanás cantaba aún más fuerte, Leviatán succionaba el alma de aquel mortal, robándole su belleza y vitalidad, haciéndose un poco más fuerte.

El chico cayó al suelo, sus huesos se marcaron en la piel quedando un cascarón completamente vacío, las cuencas de los ojos negras, la belleza que alguna vez poseyó, ahora pertenecía a la serpiente de los mares.

Leviatán se levantó y miró a Satanás, quién sonrió complacido al notar que la piel de su amante se volvía aún más hermosa así como sus rasgos físicos.

Leviatán siguió caminando frente a cada uno de los mortales y mientras estos estaban aterrados viendo como el demonio arrancaba las almas de sus cuerpos, Satanás detuvo su canto y observó como la belleza y perfección se apoderaba de aquel cuerpo que ahora habitaba Leviatán.

Al llegar al último mortal, éste se quedó mirando aquel precioso rostro, quedando impactado e hipnotizado por él.

—Toma mi alma.— pidió el muchacho casi suplicando.

Porque ahora nadie podría resistirse a mirar a aquel demonio que poseía una belleza única e inhumana, ahora se perderían en aquellos ojos tornasol tan adictivos.

¿Y para qué Satanás necesitaba la belleza de su amante? Muy simple, porque los mortales caerían rendidos y se entregarían fácilmente a él, porque cometerían cualquier pecado por ese rostro, porque sería aún más fácil que entregarán sus almas y convertirse en demonios en vez de tener que secuestrarlos y robarlas para dejar un cascarón vacío, la belleza que poseía ahora, sería un arma incluso contra los mismos ángeles, incapaces de resistirse a mirarlo, una bella distracción.

Necesitaba más demonios a su disposición y mientras Lucifer se encargaba de traer a Belial, Satanás y Leviatán se encargarían de crecer su gran ejército de demonios.

LUCIFER, el ángel caído || Pausada IndefinidamenteWhere stories live. Discover now