CAPÍTULO 37

1.7K 123 7
                                    

Me quedé estática al ver el hermoso vestido que Lisbeth había comprado para mí. Sin duda, le había costado mucho tiempo encontrarlo. Grité de felicidad; era tan hermoso que no quería sacármelo nunca.

Corrí al baño para darme una rápida ducha. El tiempo era escaso.

Saqué mi ropa y la dejé en el tacho de ropa sucia. Limpié todo mi cuerpo con jabón y cremas de baño sin estropear la obra de arte que era el vestido.

Salí con una toalla alrededor de mi cuerpo y fui directo a mi armario. Busqué un interior negro de encaje, perfecto para el vestido que no necesitaba sostén debido al escote pronunciado en V. Me lo coloqué y luego fui hacia mi tocador, donde me cubrí todo el cuerpo con mi crema favorita.

Me puse unas argollas de plata y luego me dirigí hacia la cama, donde estaba el vestido que Lisbeth había elegido para mí: negro con un cinturón plateado, corte en V y abertura en el lado derecho, mangas largas tipo saco. Me lo puse y me miré en el espejo. Mis curvas se delineaban perfectamente en el traje hecho a medida. Acomodé mis senos para que se vieran perfectos, y me sentí satisfecha con el resultado.

Regresé a mi armario y encontré unos tacones de tiras semi altos que combinaban perfectamente. Me los puse y me miré nuevamente en el espejo, sonriendo satisfecha.

Busqué un bolso de mano y metí mi celular, mi identificación y algo de dinero por cualquier cosa. Caminé hacia mi tocador, donde busqué mi perfume y me lo apliqué en el cuello y el escote. Retoqué el gloss de mis labios y salí de la habitación, encontrándome con Lisbeth, que lucía realmente bella. Jamás me hubiera imaginado verla tan radiante. Le sonreí.

- ¡Guau, Janine!

- ¡Guau, Lisbeth! - decimos al mismo tiempo, riéndonos juntas.

- Nos esperan abajo - asiento mientras cojo las llaves del mostrador.

- ¿Tenemos todo? - pregunto.

- Por mi parte sí - responde mientras bajamos las escaleras. "Janine", me llama deteniéndome.

- ¿Sí? - la miro.

- Disfruta esta noche. No siempre tienes la oportunidad de hacer eventos como este. Sé que todos te van a felicitar por el gran trabajo que has hecho estas últimas tres semanas - se encoge de hombros y la miro con cariño. - Sea cual sea tu decisión, estaré aquí para ti.

Asiento, tratando de no emocionarme, y subo los últimos escalones para abrazarla fuerte.

- Gracias - digo mientras me seco las lágrimas.

- De nada - reímos juntas. "Ahora muévete, tenemos mucho por hacer". Asiento y terminamos de bajar los escalones justo cuando Natalia llega con las otras chicas. Nos chiflan, haciéndonos reír. Abro la puerta, y Lisbeth y yo tenemos un viaje divertido lleno de cantos desafinados por la música del auto.

- ¡Por fin! - Gabriela baja del auto corriendo.

- Ridícula - dice Erika riendo. Niego con la cabeza, pensando qué haría sin estas chicas en mi vida en este momento. Ahora que las veo, lucen impresionantes, en el buen sentido, claro está.

- En verdad, el maquillaje hace milagros - les digo riendo.

- ¡Estúpida! Y ni hablar, te ves más buena que la Nutella con fresas - nos reímos por la comparación, dice Natalia.

- ¡A beber se ha dicho, caras de nalga! - grita Erika, haciéndome sonrojar mientras ciertos colegas nos miran.

- ¿Nunca cambiarás, ¿verdad? - le dice Lisbeth con una sonrisa.

Sálvame: El cambio que hace el amor verdadero a alguien con corazon de HierroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora