Capítulo 34: Un par de copas de más

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Salvo la conversación con su madre, Dylan podría catalogar su cumpleaños como uno de los mejores días del año.

Cuando a Brook le llegó la hora de irse a trabajar, Dylan no quería que se fuera. Había estado tan agusto con ella que no quería renunciar a ello. A Brook también le hubiera gustado quedarse, pero ella no tenía ninguna excusa para faltar al trabajo. Aún así, Dylan y Simon terminaron bien el día: pizza para cenar y películas de Marvel.

Al día siguiente, cuando Dylan llegó al club para ensayar, las chicas le estaban esperando con un par de globos con forma de 21 y una tarta de chocolate y galleta.

–¿Como sabéis que me gusta esta tarta?– Dijo con una sonrisa al llegar.

–Tu hermano nos ha dado el chivatazo.– Dijo Brook.– Y Giorgia cocina que da gusto.

–Estoy deseando probarla.

–Yo también, pero deberíamos dejarla para otro momento.– Dijo Bryce acercándose.

–O comérnosla ahora y bajarla bailando.

–Me gusta como piensas, Coco. Pero la jefa va a venir a trabajar, y dudo que le guste viéndonos comer tarta.

Las chicas se rieron, dejaron la tarta a un lado y después se pusieron a trabajar. Aquella noche Dylan bailó con una sonrisa auténtica en la cara, pensó en que si su padre le viera allí arriba se le desencajaría la mandíbula, pero había aprendido que sí quería seguir con aquella sonrisa, no debía dejar de bailar.

Para su sorpresa, cuando terminaron la noche, juntaron un par de mesas en el centro y pidieron algo de cena para celebrar otra vez su cumpleaños y aprovechar la tarta de Giorgia.

–Cielo, esta tarta está increíble.– Dijo Bryce.

–Gracias. Gracias. También hago encargos.– Dijo Giorgia mientras se reía.

–Mi cumpleaños es en mayo.– Dijo Noah y Aaron le revolvió el pelo.

–No seas jeta.

–Bueno, creo que ya es hora de los regalos, ¿no?

–¿Qué regalos?

–Un cumpleaños no es un cumpleaños sin regalos.– Dijo Yoyo contestando a Dylan y le puso un paquete frente a él.

Todas las chicas le decían que lo abriera y en cuanto lo abrió, no pudo reprimir la risa. Las chicas le habían regalado unos tacones negros con pequeñas tachuelas doradas en forma de estrella.

–¿Te gustan? Son lo último para bailar.

–No me lo esperaba para nada. Son preciosos, gracias chicas.

–Muchas veces, la felicidad tiene el mismo precio que unos tacones.– Dijo Silene con una sonrisa.

–Si consigues bailar con ellos sin partirte los dientes a la primera, te apunto a Got Talent.– Dijo Clary.

–No, que gana, se lo llevan de gira y nos quedamos solos.

–No te preocupes, Louane. No voy a dejaros.– Dijo Dylan y todos entonaron un "aaw" al unísono.

–Yo también tengo un regalo, pero no es nada del otro mundo.– Dijo Noah dándole un paquete mucho más pequeño.

Dylan lo cogió con una sonrisa y al abrirlo vio una funda para el móvil de Marvel.

–Me sentía un poco culpable por lo de tu móvil, así que gracias a tu hermano...

–Gracias, Noah. Me encanta.– Noah se puso colorado.

–¡Venga, ronda de chupitos!– Gritó Bryce.

Louane decidió hacer la vista gorda aquella vez y dejar que el equipo se tomará alguna copa. Con diferencia, Noah fue quien más bebió. Según él lo necesitaba, pero la mayoría de la gente pensaba que aquello podría acabar muy mal. Por eso, cuando decidieron irse a casa, Derek se ofreció para llevar a Noah y Dylan.

Noah vivía en un piso en el East Village, así que no tardaron demasiado en llegar, pero cuando llegaron, ninguno creía que Noah sería capaz de llegar hasta su piso, por lo que Dylan le ayudó a llega.

–Tío, deberías pensar seriamente en dejar de beber.– Dijo Dylan cuando llegaron a su piso.

–Sólo bebo cuando me lo pasó bien.– Dijo y se rió.– Además, no voy tan mal.

–No, para nada...

–Oye... ¿Por qué no entras y terminamos de celebrar tu cumpleaños por todo lo alto?

–¿Pero de que hablas?

Hasta el momento, Dylan era bastante consciente de que no pensaba lo que decía, pero dejó de pensar aquello cuando Noah le empujó por los hombros hasta pegarle contra la pared del descansillo para besarle.

–Noah, estas muy borracho.– Dijo Dylan, ahora un poco mas preocupado.

–Qué no, anda vamos. Pasa.

–¡No! Necesitas dormir y que se te pase todo.

–¿Cuanto hace que no echas un buen polvo?

–¿Donde tienes las llaves?– Dijo Dylan ignorando a Noah y buscando en su chaqueta las llaves de su casa.

–Te juro que no te vas a arrepentir.– Dijo cogiendo las manos de Dylan.– Además, ¿no decías que estabas bien dotado? Quiero comprobarlo.

–No voy a quedarme en tu casa por varias razones, tío. Uno: estas MUY borracho. Dos: tengo un hermano pequeño esperándome en casa. Y tres: ¡No soy gay!

–¿Como lo sabes si no lo has probado?– Noah sonrió e hizo el amago de agacharse.

–¡Noah, levántate!– Gritó Dylan a la desesperaba cuando Noah le agarró del cinturón, pero como no le hacía caso, terminó dándole un empujón y dejándole en el suelo.– Lo siento tío, ¡pero no voy a acostarme contigo!

Dylan se marchó dejando a Noah en el suelo con cara de acabar de darse cuenta de lo que había hecho. No tenía claro si Noah quería haberlo hecho de verdad o era simplemente por que llevaba algunas copas de más, pero no quería saberlo.

Volvió al coche donde Derek le estaba esperando para llevarle a casa, y cuando Dylan se montó, Derek Le miró con el ceño fruncido.

–¿Estás bien?

–Si. ¿Por qué?

–Estas blanco, tío. ¿Seguro que todo va...?

–Derek, he dicho que estoy bien.– Le interrumpió muy serio.– ¿Podrías llevarme a casa?... por favor.

Derek asintió un par de veces y después puso rumbo a casa de Dylan.

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