Capítulo único

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--Gracias por venir, Milady.
--Bueno, yo también creo que tenemos una conversación pendiente, Chat. No las tengo todas conmigo acerca de hacia dónde pretenderás llevarla tú, pero tampoco quiero arriesgarme a que trates de sacar el tema en medio de una pelea. La lucha contra Lepidóptero es prioritaria, y no me gustaría afrontarla con ninguna distracción rondando por tu cabeza.
--¿Distraerme con asuntos personales mientras peleamos? ¿Por quién me tomas?

Chat noir compuso una expresión ofendida, poco dispuesto a reconocer que ese era, precisamente, su plan B: si ella no hubiera accedido a encontrarse con él antes, pensaba esperar hasta que el próximo akuma los obligara a coincidir para sacar el tema que hacía días que no abandonaba su cabeza.

--Bien; yo empiezo --decidió Ladybug, con voz firme--. No tengo ni la más mínima idea de lo que pudo ocurrir durante la pelea con Oblivio para que termináramos de esa manera...
--Besándonos --interrumpió su compañero en un leve susurro, acompañado de una sonrisa entre pícara y soñadora.
--¡Eso! --concedió ella con brusquedad--. Pero, sea lo que sea, resulta irrelevante ahora que todo ha regresado a la normalidad.
--¿Irrelevante, Ladybug?
--Exacto --la heroína cruzó los brazos sobre su pecho y lo miró de soslayo, molesta por sentirse más nerviosa de lo que estaba dispuesta a reconocer.
--Pues para mí sí tiene significado. Por lo menos, confirma dos ideas de las que nunca he dudado. Y también responde a una pregunta que te formulé hace tiempo.
--Y supongo que no hay fuerza en la naturaleza capaz de disuadirte de compartir esas conclusiones conmigo.
--Empiezas a conocerme bien, bichito.

Ella se encogió de hombros con expresión resignada. Le había dado muchas vueltas al asunto antes de aceptar la propuesta de Chat de verse para aclarar las cosas. Y, una vez en aquella situación, aunque luchaba por mantener el control, cerca de la mitad de su ser todavía la impelía a salir huyendo; otro tanto, parecía como paralizado; y, allí al fondo, resonaba una vocecilla descarada que pretendía obligarla a escuchar con el corazón abierto lo que el chico tuviera que decirle. Suspiró. «Solo estoy intentando que todo vuelva a la normalidad cuanto antes, para que esto no nos afecte como compañeros de batalla», trató de convencerse.

Chat noir la miró de frente, y alzó uno de sus dedos para comenzar a enumerar.

--Uno: eres la mujer de mi vida, y me volvería a enamorar de ti un millón de veces. Sin recuerdos, sin pasado común, sin saber siquiera quién era yo mismo, supe, sin embargo, que te quería. Eso... es algo, ¿no te parece?

Ella sostuvo su mirada, con un tímido rubor asomando a sus mejillas. Él hablaba con seriedad, sin rastro de ironía, en un tono que intentaba resultar neutro pero no podía esconder cierta emoción. Parecía como si lo hubiera ensayado y quisiera ceñirse al guión, sin presionar, sin agobiarla, pero diciendo exactamente lo que deseaba decir.

Un nuevo dedo se elevó.

--Y dos: amo también a la chica que está bajo ese antifaz. ¿No lo has pensado, Milady? Durante un instante supimos quiénes somos. En ese lapso de tiempo no hubo secretos entre los dos. Y lo que vimos, ese otro lado de nosotros mismos... parece ser que nos gustó.

Estaban cerca, frente a frente. Chat escondió las manos tras su espalda, como si temiera que lo traicionaran para buscarla, para tocarla, esta vez sin haber recibido su permiso. Tragó saliva ante la expresión inescrutable que mantenía ella.

--Chat, yo... --la chica negó con la cabeza, cerró los ojos con fuerza un instante, exhaló de golpe el aire de sus pulmones y continuó aferrándose a su discurso anterior--. Fueron circunstancias excepcionales. Y ya terminaron. No sé lo que ocurrió; pero, con los condicionantes actuales, no es relevante.
--No es... relevante --repitió él con suavidad, entrecerrando sus ojos verdes, que continuaban clavados en los de la chica.

Llamada perdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora