Amarte en silencio

Capítulo VIII - Cuarta parte

IMPORTANTE: LEER LAS NOTAS AL FINAL DEL CAPÍTULO.

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-Marilina no está en su oficina y nadie la vió, pero dejé en su escritorio tu mensaje -anunció Eva-.

-¿No sabés si va a venir más tarde? Puedo esperarla -respondió Dante-.

-No lo sé. Lo siento.

-Decime, por casualidad... ¿Conocés a Simona, la hija de Marilina? ¿No sabés a dónde la puedo encontrar? Ella y yo... Nos conocemos. Éramos... Vecinos, en buenos aires, pero lamentablemente hace mucho que no sé de ella. Como te habrás dado cuenta por mi acento, soy argentino. A menos que hayas pensado que soy Uruguayo. Aunque muchas veces me dijeron que sueno como un uruguayo -dijo Dante divagando a causa de los nervios-.

-¿Tú conoces a Simona? -preguntó Eva sorprendida-.

-Sí... Y por tu reacción veo que ¿Vos también?

-¡Por supuesto! Simona es...

En la mente de Eva, las alarmas se dispararon en el momento exacto. La imagen de Dante sosteniendo a su hijo con tanto amor se le había cruzado repentinamente por sus pensamientos.

Dante era el padre de Agustín.

Agustín era el hijo que Dante no sabía que tenía.

-Disculpa que me entrometa, pero... ¿Eres Dante Guerrico? ¿Tú eras el novio de Simona, verdad?

De todas las preguntas que Eva podía hacerle, esa era la que Dante menos se esperaba.

-Sí... ¿Simona te habló de mí? -preguntó Dante. En su voz se entremezclaban la esperanza y la incredulidad-.

-Claro que eras tú... Cómo no me dí cuenta. Ahora entiendo -pensó Eva en voz alta mientras observaba a Agustín que ahora dormía en su cochecito, tal como Dante lo predijo-.

-¿Qué cosa? -inquirió Dante confundido-.

-Eh... Quiero decir, no entiendo cómo no me dí cuenta antes. Ahora entiendo la insistencia que tenías en ver a la Licenciada.

-No... No sé qué te habrá contado Simona de mí, pero no me juzgues, por favor. Necesito hablar con ella. Hace poco descubrí que Marilina trabajaba acá y es la única manera que tengo para encontrarla. Necesito verla. ¿Cómo está? -preguntó Dante haciendo un pobre esfuerzo por contener las lágrimas-.

Eva lo miró con tristeza, pero no podía revelarle lo que sabía.

-Ella está bien... Podría estar mejor, pero han sido tiempos difíciles desde que llegó a Colombia.

-Algo supe... ¿Puede ser que haya estado internada hace un tiempo?

Eva volvió a mirar hacia el carrito de Agustín, pero Dante estaba tan enfocado en saber de Simona que no se percató.

Simona había estado internada, lógicamente, cuando Agustín nació, pero Eva no podía comentarle ese detalle tan esencial.

-Sí... Dante, perdón, pero hay muchas cosas que no sabés y es ella quien debe hablar contigo... Simona y Marilina son como mi familia y no me corresponde hablar por ellas.

-Y yo te entiendo... Pero sólo quiero saber si Simona está bien de salud.

Eva sonrió.

-Sí, Dante. Ella está sana. Es muy fuerte y valiente.

Dante asintió y su postura se relajó, aliviado por escuchar esas palabras.

-Y pensar que ella nunca me creía cuando se lo decía.