Confundido con un Stripper.

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Dick se disponía a tomar su tercera cerveza de la noche hasta que su jefa, la comisionada de policía, les llamo la atención.

— ¡Grayson! ¡Harper! ¡Muevan sus traseros de una vez!

Gotham no era exactamente un lugar tranquilo y apacible, más bien era el tipo de ciudad donde te asaltaban o secuestraban nada más se ocultaba el sol y a veces, lo hacían a plena luz del día. Por eso el tener una semana tan calmada como aquella era motivo de celebración, no habían recibido ni una sola llamada de auxilio. Era un milagro.

—Necesitan asistencia en el 1007 de Mountain Drive, ¡Vamos que están esperando! ¡Muévanse!

Aunque solo les había hablado a él y su amigo, todos se pusieron de pie. Dick refunfuño, no era un haragán, le gustaba la acción, perseguir y atrapar criminales, pero en ocasiones como esa extrañaba al ex comisionado Gordon. Él había sido una especie de protector mientras hacia su pasantía, además de ser su ex suegro. Sentía que después de su retiro y su ruptura con Bárbara, se habían distanciado mucho. Quizás por eso resentía de mala manera a la nueva comisionada, que era muy brusca en el trato y lo veía como a un novato.

Roy agarro las llaves de la patrulla y salió. La calle estaba fría y algo solitaria.

—Y ahora que habrán hecho esa bola de riquillos— le comentó Roy una vez que subió al auto.

— ¿Riquillos?— preguntó dudoso.

— ¿Nunca has ido a Mountain Drive? Es propiedad de los peces más gordos de Gotham. Te apuesto a que están en una fiesta, siempre que llaman de allá es por culpa del escándalo.

— ¿Y eso amerita apoyo de emergencia?— dijo irónico. No le agradaba la idea de interrumpir su pequeño descanso solo para ir a calmar una reunión.

—Para ellos todo es una emergencia. — Dick rió.

El camino no fue largo a pesar de que la propiedad se ubicaba en las afueras de la ciudad. Richard se sorprendió cuando entraron a las fronteras del terreno, si al inicio el nombre no le sonaba conocido, recupero la noción al ver el apellido "Wayne" en la entrada. Claro, la enorme casona de estilo semivictoriano era propiedad de Bruce Wayne, el príncipe de Gotham y prácticamente dueño de toda la ciudad.

— ¿Te asustan los millonarios?— interrogó el pelirrojo al ver su gesto fastidiado. —No tienes nada de qué preocuparte, a lo mejor hasta nos colamos en la fiesta.

Él arqueo una ceja. Como si fueran a asustarlo unos simples millones de dólares.

Salieron del auto, estacionándose en la orilla de la vereda principal, detrás de decenas de coches último modelo, seguramente propiedad de todos los invitados. Roy se dirigió a la parte trasera de la casa, Dick fue por el frente. La música sonaba de forma descontrolada, haciendo que los cristales retumbaran con fuerza, al parecer no era una reunión casual.

Toco el timbre con pocas esperanzas de que le abrieran la puerta, sin embargo a los pocos segundos fue recibido por una preciosa mujer que lo miro de arriba abajo, loca de euforia.

— ¡Ya está aquí!— grito a todo pulmón, provocando que todos los invitados voltearan a verlos. Inmediatamente una ola de excitadas señoritas se le tiró encima, manoseando su febril cuerpo.

— ¿¡Qué mierd...!?— él trato de zafarse pero las infinitas manos no se lo permitieron. En menos de dos segundos ya le habían arrebatado la placa y su cinturón con las armas.

— ¡Hey!— les llamo la atención un caballero —No lo asfixien tanto, nosotros también queremos tener algo.

— ¡Que buenos artilugios! Parecen reales— dijo una de las damas mientras sostenía la pistola entre sus manos.

Oficial GraysonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora