VIII. Relato

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Cl: JONAH.

LIZ

He regresado, y Jonah también.

Luego de un par de meses haciendo consultas con abogados, soy un 50% más adinerada.

Mis padres tenían un negocio del que nunca supe; su secreto. Y la persona que lo estaba financiando se guardó todo para si misma durante años. Hasta ahora.

Gané la demanda, pero tuve que dejar Grace of Brigntong casi que indeterminadamente.

Amo mi trabajo, pero ya no puedo regresar. 

He decidido mantener mi profesión:

Trabajaré al estilo "Domicilio", y es justo lo que estoy haciendo en este momento.

Voy sentada en la parte trasera de un uber, revisando el perfil de facebook de Jonah a quien no veo hace meses. 

Vive en un departamento compartido con uno de sus amigos, pero los cuartos son aparte. 

Cuando el uber estaciona y cobra, me encuentro frente a un gran edificio. Siempre he sabido que mis clientes son de gran capacidad económica, pero ahora es que me doy cuenta de qué tanto.

Me reporto en la recepción y casi al instante me dirijo al elevador que me llevará hasta el octavo piso.

Miro mi reflejo en el espejo del pequeño espacio; llevo una minifalda negra de cuero y una camisa blanca de mangas largas escotada, tacones, cabello revuelto y labial rojo. Tal como Jonah lo pidió. 

Casi parezco una ejecutiva. 

Casi.

Toco el timbre del departamento indicado, según el número que me envió él ayer por mensaje de texto. Se escucha la frase "un momento" en tono agitado detrás de la puerta de madera.

Pasan unos cuantos segundos, Jonah abre la puerta con una chica bajita y rubia a su lado, mientras esta se cuelga su mochila universitaria al hombro.

—Nos vemos luego, Clarice. Necesito hablar con la contadora de la empresa de papá como te comenté. En cuanto se termine la reunión te aviso por texto.

La joven chicha asiente, deposita un beso en sus labios y sale despreocupada.

Ingenua...

Como aún no llega el elevador hasta el piso por ella, le tiendo la mano a Jonah,  siguiéndole el juego lo mejor que puedo. Veo que él lo agradece.

Se despide una vez más con la mano de ella y cierra la puerta detrás de mi.

—¿Desde cuando ganas el titulo de contador por vestirte así? ¡Haberlo sabido antes!—comento.

—Para eso se te paga. Y hoy no es precisamente para que estés vestida, de hecho; todo lo contrario.

Me encanta este hombre.

Veo los cojines del sofá un poco revueltos, así que supongo que es ahí donde estuvieron jugando este par.

—Vamos, te llevo a la habitación. No te aguantaré lejos ni por un minuto más—dice.

Al entrar, lo primero que noto es el gran ventanal que permite ver gran parte de la ciudad y los edificios vecinos. La cama es amplia, el suelo tiene alfombra y Jonah enciende el aire acondicionado.

—¿Traes la lincería?—pregunta.

—La única que ha sobrevivido a tí—respondo con una risilla.

Sin perder el tiempo, empiezo a quitarme la blusa, desabrochando los botones delanteros que quedan debajo de mi escote. Llevo un conjunto hecho 100% de elastico, y es el único regalo de Jonah que he podido guardar completo, porque no lo puede romper; solo retirarlo.

Bajo mi falda y quito mis tacones, él tampoco ha perdido el tiempo y se encuentra en sólo boxer.

—¿Apagas la luz?—pido, él sabe que es lo único que en realidad pido.

Lo hace, y baja una de las persianas del ventanal, dejando sólo la más cercana a la cama descubierta.

Jonah se sienta en la silla del escritorio que está a su lado, y yo me acerco a paso lento. 

—Todo tuyo—dice.

Todo mio.

Me agacho y empiezo a hacerle cosquillitas por encime del boxer, que está algo desacomodado. No tiene evidencia alguna de una erección.

—Puedo preguntar... ¿Por qué la urgencia?—digo, mientras bajo el impedimento poco a poco.

—Clarice es muy linda, pero es sólo una niña. Necesito a alguien que esté a mi altura—rie y aprovecha para agarrar todo mi cabello con una sola mano para pegarme a sus labios y darme un beso que enciende todo en mí.

—Entonces que así sea—respondo.

Me agacho hasta quedar arrodillada, Jonah aún me sostiene el cabello. Empiezo a sacar su pene del boxer y lo tomo con una mano, lamo de arriba a abajo varias veces y después de un rato doy un suave masaje con la punta de mi lengua. 

Él suelta un pequeño gruñido y me doy cuenta de que ya está bastante excitado. 

Me pongo de pie y Jonah me empuja con su cuerpo hasta que caigo de espaldas en la cama.

Toma la ropa elástica delicadamente con un jugueteo para finalmente retirarla en un movimiento brusco.

Jonah no pierde el tiempo y se hagacha a mi altura, su lengua toca desesperadamente el punto de mi placer y yo arqueo mi espalda en respuesta.

Lame dos de sus dedos y sin dudarlo me penetra con ellos. Se me escapa un gemido ahogado. Empieza a moverlos lentamente, mientras al tiempo con su pulgar toca de manera experta mi clitoris.

Muerdo mi labio inferior y Jonah reacciona a mi gesto aumentando la velocidad de sus movimientos.  La fricción...

Jonah deja de hacerlo y con un gesto me ordena que me voltee. Así que me arrodillo sobre la cama, poniendome 'en cuatro' para él.

Me da una nalgada descarada y con maestría suelta el broche de mi brasier. Me toma por las caderas y me hala cerca del borde de la cama, introduce su miembro en mi haciendo suaves circulos antes de conseguirlo.

Finalmente, pone ambas manos sobre mis pechos y apreta. Suelto un quejido y simplemente me penetra.

—No sabes cuanto falta me hiciste—Jonah logra vociferar entre quejidos de placer—. Voy a correrme dentro de tí.

Sus movimientos son fuertes y certeros. Su miembro me llena completamente y empiezo a sentir corrientazos creciendo desde mi centro. Cierro los ojos mientras la fuerza de las estocadas me arranca fuertes gemidos que hacen que Jonah aprete más mis senos. Haciendo una mezcla entre dolor y placer.

Jonah me toma por las caderas y merma el ritmo pero no la fuerza. Empieza a gemir.

Está por venirse.

Gimo cuando me penetra con tanta fuerza que hace que la corriente eléctrica se disperse en un orgasmo que ha hecho que moje la cama, mientras también siento como un líquido caliente se derrama en mi interior.

Jonah gruñe y sale de mí.

Me acomodo nuevamente boca arriba sobre la cama, viendo a Jonah a los ojos mientras bajo mi mano a mi vagina y empiezo a juguetar con el líquido que se derrama hacia el cobertor desde allí.

Jonah se adelanta y me besa con pasión, antes de vociferar con voz de deseo:

—¿Segundo Round?

***

¡volvieron las historias!

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