Hoy extrañe tus brazos,
que alrededor mío suelen cernirse por las mañanas,
nuestras respiraciones chocando,
y la fuerza que aquello me da para
resistir el resto de la jornada.Por la tarde añoré la calidez de tus sonrisas que tan grácilmente me regalas a diario.
La espera aún no ha terminado,
y yo me paso las horas debajo del reloj
pidiéndole con fervor que se apresure.
Queda poco pero con sabor a mucho.
Cuando te tenga de vuelta frente a mis narices, saltaré a ti con el corazón en vilo.
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Las palabras que se quedaron en el trastero; poemario
PoesíaAlgunas cosas que nunca se dirán en voz alta.