El Joven Cazador

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- Las personas que van más allá de los límites impuestos por el hombre y se adentran en la espesa bruma del bosque inexplorado, no regresan siendo los mismos. ¿has entendido Dante?

Eran las palabras que mi padre solía mucitar con sus viejas cuerdas vocales ya desafinadas por el pasos de los años. No sabia porque las voz de aquel viejo cazador venían a retumbar en mi mente, fui retirado de mis pensamiento por un sonido que corto el silencio de aquel bosque desolado, mi dedo había presionado el gatillo involuntariamente.

El siervo había conseguido escapar y no volvería a tener otra oportunidad... me levante de aquel matorral, recogí mis cosas y emprendí el viaje de vuelta al pueblo.

El sol comenzo a ocultarse, dando paso al manto de la fría y oscura noche, junto a una neblina que surgio de entre los viejos robles.

Por suerte o por desgracia logre divisar una vieja cabaña, una que nunca había visto, he imposibilitado por el corto rango de visión y a sabiendas de que podría ser víctimas de las fauces de alguna bestia, me decidí a pasar la noche en aquel recinto.

Al tratar de abrir la puerta, note que está era muy pesada, me tomó un poco de trabajo abrirla al igual que cerrarla, ya en su interior me recoste contra una de las paredes y cuando me disponía a cerrar los párpados, mis pupilas se vieron acostumbradas a quella oscuridad, logrando así divisar pequeñas cosas a mi alrededor.

La cabaña carecía de ventanas y no tendria más de cinco metros cuadros pero algo en ella llamo mi atancion, en una de las esquinas se podía observar una sombra. Rápidamente Empuñe el arma y me acerque cuidadosamente, para desvelar la estatua de un hombre, esta media cerca de 3 metros, era tan alta que a la altura de los hombros se encorbaba hacia adelante para no golpear con el techo de la cabaña, como podrían haber metido algo tan grande en un lugar tan pequeño.

La peculiar escultura poseía un rostro extremesedor, unas mandíbulas desdentadas eran acompañadas con una cicatriz que iba de oreja a oreja marcando una falsa sonrisa, sus ojos expresaban desesperación y parecían seguir el rastro de los míos, en medio de la noche estos brillan como rubíes preciosos.

Al acercarme observe que una túnica negra y corroida cubría su cuerpo, por debajo de esta sobresalía unas pesuñas, aproxime mi mano con cautela hasta la empolvada tela, tire de ella un poco, para detallar más a fondo aquella obra macabra, las pesuñas pertenecían a sus pies de cabra unidos a cuerpo fornido y vigoroso, en su abdomen se evidenciaban lo que parecían ser rostros, empujaban desde el interior de la carne, como si hubiera emgullido a muchas personas y estas aún estando vivas tratarán de salir de su estómago.

Aparte la mano, soltando la túnica negra que volvió a cubrir el cuerpo de aquella criatura, una frío helado recorrió mi espina dorsal, acompañado de un sutil temblor que estremeció mi cuerpo, sentia como la sangre presionaba mis cienes al palpitar de mi corazón, trate de tranquilizarme y me volví a mi esquina, decidido a pasar la noche en vela, sin quitar un ojo de encima de aquella cosa, me recoste contra la pared y tome el arma en mano...

Un rayo de luz iluminó mi rostro, se habría colado por alguna grieta en la madera pensé, me incorporaba lentamente en la escena, en el exterior los pájaros cantaban sus dulces melodías.

Atontado por el momento abrí lentamente mis párpados, para encontrar la cabaña totalmente iluminada, la puerta abierta de par en par y una extrañas huellas en el piso, cuando mi cerebro conecto todo, dirigí la vista a quella esquina, en la cual no encontré nada ¿lo habré soñado?

Volví mi vista a las huellas, que parecían las de un animal, seguian un dirección en particular.

En ese momento, sentí una respiración en mi nuca.

La CabañaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora