Derek llevó a Dylan hasta su casa sin decir ni una palabra más. No podía quitarse de la cabeza todo lo que Noah le había dicho hace apenas cinco minutos. Le parecía demasiado chocante como uno de sus mejores amigos había mutado hasta convertirse en alguien que no conocía.
Una vez en casa, Dylan disfrutó del silencio. Pensó en que si alguna vez Noah y Simon llegaban a conocerse, nunca le contaría nada acerca de esa noche. Llevaba los tacones de las chicas en una bolsa que había decidido esconder en su armario por si acaso antes de irse a dormir.
A la mañana siguiente, no quería despertarse. No quería ir a trabajar. Quería quedarse en casa todo el día en pijama y viendo la tele. Pero no podía hacer eso a pesar de ser sábado. Lo hizo durante la mañana pero en cuanto llegó la hora de ir a trabajar, toda la pereza del mundo recayó sobre sus hombros.
–Y encima está lloviendo.– Dijo asqueado al ver que no paraba de llover.
Le gustaba ver llover por la ventana cuando no tenía nada que hacer, pero le partía el alma tener que salir cuando llovía.
Se había llevado ropa de repuesto por si acaso, y menos mal, ya que llegó al club empapado a pesar de llevar paraguas y tuvo que cambiarse de ropa nada más llegar.
–Oye, Dylan.– Le dijo Derek cuando llegó al club.– Tenemos que hablar.
–¿De qué?
–De Noah.
–Oh, dios. Por favor, Derek, no quiero hablar de Noah.
–Intentó llevarte a la cama anoche, ¿verdad?
–¿Como lo sabes?– Le miró incrédulo.
–Porque no eres el primer hetero con el que lo intenta. Ni serás el último.
–¿Quieres decir que...?
–Conmigo. Con Aaron, incluso con Ed.
–Derek, ahora mismo me está dando mucho asco todo.
–¡No le culpes a él! No es culpa de Noah.
–¿Por qué le defiendes? Si te hizo lo mismo que a mí, no creo que...
–Noah no lo ha pasado bien, ¿vale? Conozco su historia. No ha tenido una vida fácil. Es más, "difícil" se queda corto para definir su vida.– Dylan se quedó callado.– Noah fuma, y bebe mucho cuando se le va la olla. Y cuando eso pasa, todos sabemos como puede acabar la cosa ¡y no se lo echamos en cara!
–¿Pero que le ha pasado?
–Mira tío, yo no voy contando la vida de otras personas, pero que sepas, que ahora mismo, seguramente Noah esté llorando en su cuarto desde que se ha despertado, si es que ha podido pegar ojo. Y te aseguro que hasta el lunes no vas a verle el pelo.
–Aún así sigo sin entender porque lo hizo.
–Ni siquiera él lo sabe... Intentó tirarse a Aaron hace un par de años el día de noche vieja en los baños del club. Se sintió tan mal que estuvo enviado cajas de bombones a Clary durante un mes entero. ¡Y Clary ni siquiera sabía que había pasado! ¿No conoces a nadie que hace y dice cosas de más cuando está borracho?
«¡Mientes! ¡Mi hijo no se llama Dylan! ¡¡Tu no eres mi hijo!!» Aquel recuerdo de su madre gritándole por teléfono le golpeó tan fuerte como si un camión le hubiera atropellado. Sabía que su madre no pensaba al hablar cuando iba ebria. Pensó en el día en que decidió irse y le dolió todo el cuerpo.
–¿Y dices... que hoy no va a venir a trabajar?– Preguntó Dylan casi en un susurró y Derek asintió un par de veces.
–Seguramente le cueste incluso una semana poder volver a mirarte a la cara.
–A lo mejor debería... hablar con él.
–No. Déjale espacio. Noah no es un chico muy normal, necesita su tiempo.
–Dylan.– Dijo Bryce acercándose a ellos y ambos le miraron serios.– Oh, ¿interrumpió algo?
–Para nada, Bryce. Yo ya me iba.– Dijo Derek antes de irse.– Y tío, ya sabes.
–¿Qué es lo que sabes?– Le preguntó Bryce cuando se quedaron solos.
–Nada...
–Déjame adivinar: cosas de heteros.
–¿Qué? No, Bryce, no quería...
–No me importa.– Sonrió.– Pero ya sabes que esto es una familia, Dylan. Y si tienes algún problema, puedes hablarlo con cualquiera de nosotros o nosotras.
–Gracias, Bryce. Pero creo que necesito estar solo un rato.– Dijo cruzándose de brazos y mirando al suelo.
–Como quieras. Cuando quieras dejar de estar solo, han llegado las chaquetas para Moulin Rouge y necesito que te pruebes la tuya.
Bryce se marchó y Dylan se quedó solo en medio del club mientras los camareros empezaban a llegar y a preparar las cosas.
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Show me your burlesque
Teen FictionLa gran manzana puede impactar a todo el mundo, sobre todo a un chico de Kansas, pero cuando Dylan Mcall puso un pie allí, supo que nada iba conseguir devolverle a la antigua granja donde vivía. Sobre todo después de descubrir que es capaz de mover...