one

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||LIKE CANDY: CHAPTER ONE, GOODBYE MOON||

EL DÍA que el 70% de la Luna estalló fue un día desolador y silencioso, nadie hablaba de algo que no fuese eso, a nadie le importaba la subida de precios o el valor del mercado inmobiliario.

La Luna era, a ojos de Natsuki, un faro, el guía nocturno de la gente, un gran reflector blanco que proyectaba la luz solar sobre ellos cuando ya no podían ver el Sol.

— Ha pasado algo.— Exclamó su padrino abriéndose paso entre los agentes de la división juvenil hasta llegar a su ahijada, estaba sentada en una de las sillas de la cafetería del edificio, tomando un café frío y jugando a Sugar Crush en el móvil.

Alzó la vista de su juego mientras exclamaba ¡Tasty!:— A ver si adivino, ¿algo relacionado con la Luna?

El azabache asintió pero su urgencia gritaba por sus poros: ¡Hay más! ¡Te necesito! Se levantó tomando su café y lo acompañó hasta una sala de reuniones.

— Kunugigaoka... ¿Qué tiene que ver con lo ocurrido hace unas horas?— Entonces, la pantalla que había colgada en la pared se encendió dejando ver a dos hombres trajeados, miembros de la agencia, y... ¿Un balón de fútbol amarillo con una cara pequeña?— ¿Por qué hay un balón? ¿Esto es una clase de broma?

— Natsuki, no es una broma, lo que ves ahí ha destruido la Luna.

— Hola...— Saludo la cabeza.

— Pero si es sólo una cabeza.— Ante sus palabras, el ser se puso de pie dejando ver sólo en cámara la zona de su tórax.— Ay Dios...

— Destruirá la Tierra en un año. Pero hemos llegado a un acuerdo, enseñará como profesor en el aula 3-E y nosotros intentaremos matarlo.

Intercaló su mirada entre su padrino y la cara del ser con seriedad, frunció el ceño y asintió.

[...]

COMO CADA lunes, Natsuki despedía a un subordinado de su jefe fingiendo que era su padre, él llegaba alrededor de las 4:30 de la mañana para evitar que algún vecino curioso lo viese, se conectaba a su Wifi y terminaba el papeleo que tenía atrasado del domingo. A las 7 en punto Natsuki le daba un incómodo abrazo y esté se montaba en su coche y se iba a trabajar, lo veía el viernes por la noche de nuevo, se iba a las 3:30 de la mañana y volvía de nuevo el lunes a la hora ya mencionada.

Era una rutina aburrida y repetitiva, pero quitando esas horas, Natsuki vivía sola y era algo que agradecía, no quería una niñera, ni siquiera la necesitaba.

Con las tablillas de su falda estudiantil moviéndose con el viento, se dio media vuelta y entró apurada a su casa buscando lo que necesitaba antes de ir a clase. Ya había guardado su pistola en su mochila y tenía ubicado su teléfono, únicamente faltaban sus auriculares.

La única ventana abierta que había en su habitación daba a la habitación de su vecino, que casualmente, también la tenía abierta. Lo escuchaba tararear lo que fuese que estaba escuchando en ese momento, mientras buscaba sus auriculares observaba por el rabillo del ojo como sus pies se meneaban al ritmo de la canción.

— ¡Donde están esos malditos auriculares!— Exclamó con frustración.

El pelirrojo se quitó los auriculares confundido por los gritos exasperados de la chica de la casa de al lado.

La observó pasar por su ventana una, dos y tres veces revolviendo todo a su paso, se encogió de hombros y volvió a lo suyo sin hacerle mucho caso a la pelinegra. El teléfono de la chica sonó.

hit and run ▭ karma akabaneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora