Capitulo 10: Quédate

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Tras unos segundos de espera la puerta se abrió y dejó ver a una Natalia que únicamente llevaba un tanga negro y una camiseta también negra. Me fijé en su espinilla y en lo roja que estaba, tal vez por la fuerza con la que golpeó la papalera de la entrada.

—Qué.—Dijo Natalia con voz ronca.
—¿Estás bien?
—De puta madre.
—¿Puedo?—Dije señalando el interior de su habitación.
—¿No te vas con tu novio?

Negué y pasé sin esperar más respuestas. Natalia suspiró y cerró la puerta para después mirarme a mí. Cuando su cara se veía más clara por la pequeña luz de su habitación me fijé en sus ojos rojos. ¿Había estado llorando?

Coloqué mis manos en sus mejillas y me acerqué a su cara, provocando que el corazón de Natalia se acelerara un poco más de la cuenta.

—¿Has estado llorando?
—No.
—Nat, tienes los ojos rojos.
—No me llames así...—Susurró dolida.
—Natalia,¿has estado llorando?—Insistí.

Natalia se pasó las manos por su pelo y se alejó un poco de mí. Comenzó a dar vueltas por la habitación en círculos y finalmente se sentó en la cama.

—Odio esto.
—¿El qué?
—Sentirme así, Alba. Lo odio, lo odio mucho.—Volvió a levantarse para acercarse a mí.—En mi puta vida me había sentido así.—Su voz comenzaba a sonar rota.—¿No lo entiendes? No soporto la idea de verte con él, me enferma. Me enferma desde que os vi por primera vez en la entrada.—Sus ojos comenzaban a acumular lágrimas pero no las dejaba escapar.—¿Crees que me sienta bien que te beses con él en mi cara? o...¿o que se quede aquí a dormir contigo? No, Alba, no me hace ni puta gracia.—En ese entonces, las lágrimas que hace un momento retenía en sus ojos resbalaban tímidamente por sus mejillas.—Y no sé qué coño—No acabó la frase porque mis labios se lo impidieron.

Agarré sus mejillas y la besé con rabia y ganas. Natalia me agarró por los muslos para elevarme y enrosqué mis piernas alrededor de su cintura. Las manos que antes estaban en mis muslos pasaron a mis nalgas, las cuales apretó y acarició a la vez que seguía besándome.

Me separé de sus labios y comencé a morderlos a mi antojo, provocando unos gemidos roncos de Natalia. Me colocó sobre la cama y ella se recostó sobre mí. Sus besos bajaron hasta mi cuello. Comenzó a arrastrar los dientes sobre él y yo agarré su pelo cerrando los ojos.

Las manos de Natalia se colaron por mi camiseta, camiseta que poco tardó en desparecer.

—Eres preciosa, Albi. Eres jodidamente preciosa.

Sus labios chupaban, besaban y mordían todas las partes de mi cuerpo. Estiré de su pelo para que subiese y obedeció al instante. Atrapé sus labios con mis dientes para después besarlos con delicadeza.

—Me estás volviendo loca.—Murmuró Natalia después de separar mis labios de los suyos.

Natalia descendió hasta hasta mi sexo y bajó mis pantalones con una facilidad pasmosa. Lo acarició por encima de mis bragas y emitió un sonido que me volvió completamente loca.

—Estás mojadísima. Estás mojadísima por mí.

Sus guarradas y caricias me hacían sentir en el cielo. Bajó mis bragas y colocó su cabeza entre mis piernas. Cuando me miró supe que esta sería la imagen más sexual que vería en mi vida: Natalia Lacunza, entre mis piernas y con esa mirada tan característica en ella.

—Solo quiero hacerte esto Albi, necesito probarte.¿Me dejas?

Asentí como pude y una sonrisa se instauró en sus labios. Agachó la cabeza y rozó mi clítoris con su nariz. Abrió mis pliegues y comenzó a mover la lengua en círculos. Coloqué de nuevo mi mano en su pelo y gemí tirando de él.

—Dime que necesitas. Dímelo Alba.—Murmuró Natalia aún con sus labios pegados a mi dedo.—Necesito oírlo.

Me mordí el labio debido a que Natalia había cambiado el patrón, ahora besaba y lamía en línea recta.

—T-te necesito.—Susurré reprimiendo un gemido.

Sentí la sonrisa de Natalia y gemí de golpe cuando una ola de placer inundó mi cuerpo. Parecía haber encontrado el punto exacto donde tenía que chupar para darme todo el placer del mundo.

—Sabes tan bien. Dios Alba, podría pasarme el día saboreándote.
—V-voy a...—Las palabras casi no podían salir de mi boca, pero Natalia pareció entenderlo y siguió con los dedos.

Mordí mi mano con fuerza cuando llegué al primer orgasmo de mi vida. El primero de mi vida y el primero a manos de Natalia. Toda mi vida había pensado que sería gracias a Joan, pero aquí estaba, en la cama de Natalia mientras Joan seguía en mi habitación.

Natalia se llevó los dedos a la boca y los chupó con sensualidad. Los acercó a mi boca y me miró.

—Pruébate, princesa.

Lamí con cuidado sus dedos y ella limpió con su camiseta mía fluidos. Se recostó sobre mí y acarició mi mejilla con delicadeza.

—Quédate conmigo, por favor.—Susurró.

Se me cayó el alma al suelo con sus palabras y negué levemente.

—No puedo, lo sabes.—Dije acariciando su pelo.
—Hasta que me duerma por lo menos.—Se aferró a mí y colocó su cabeza en mi pecho.—Por favor, Albi.

Suspiré y besé su cabeza.

—Está bien, hasta que te duermas.

Natalia sonrió sobre mi piel, la cual, besó con suavidad.

—Gracias.

Natalia no tardó ni diez minutos en caer rendida. Aparté sus manos con cuidado de no despertarla y me levanté de la cama. Me subí las bragas y los pantalones y me agaché para coger la camiseta que se encontraba en el suelo. Me la coloqué y me miré en el espejo de Natalia para ver qué estaba todo correcto. Pero no, no lo estaba. En mi cuello tenía una marca provocada por los dientes y succiones de Natalia.

Me adentré al baño y me lo tapé como pude. Salí y observé a Natalia dormir. Sonreí dulcemente y me acerqué a ella lentamente. Posé mis labios sobre los suyos dejando un tierno beso en ellos y una sonrisa se dibujó en los labios de Natalia.

Finalmente salí de la habitación y me dirigí rápidamente a la mía. Entré y Joan seguía despierto, mirándome desde la cama.

—¿Por qué has tardado tanto?
—Se me había complicado la cosa, perdona.

Joan achinó los ojos y se levantó de la cama. Tragué saliva cuando se acercó a mí y pasó sus dedos por mi cuello.

—Alba qué narices es esto.—Dijo quitando el maquillaje de mi cuello.
—Nada, joder, me he dado sin querer con la puerta.

Joan no pareció convencido, pero por suerte lo dejó estar y se acercó a la cama.

—Estaba preocupado.

Me iba a sentar junto a él, pero, cuando estaba apunto de hacerlo, la puerta se abrió de golpe dejando ver a una Natalia visiblemente enfadada.

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He intentado hacer un buen SMUT, pero me ha salido esto :( . Hoy habrá dos capítulos ya que el viernes solo subí uno así que...¡nos leemos esta noche!

Hoy noDonde viven las historias. Descúbrelo ahora