Capítulo 25

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Ya extrañaba sus labios, esos besos que me hacen volar sin tener alas, esos que son con tanta pasión que parecen que no son reales. Todo él me vuelve loca, hace que pierda el control. Un control que no quiero tener con él.

Llevo el beso a mi manera, lo hago lento para saborear el sabor de alcohol que hay en ellos y me encanta, su sabor y como se mueven sobre los míos. Estoy segura de que nuestros labios se complementan.

Sus manos están por debajo de mi blusa haciendo presión en mi cintura para que nuestro cuerpo estén pegados. Dejo de besar sus labios para dirigirme a su cuello, el cual él inclina hacia tras para darme más acceso. Escucho su respiración agitada y eso solo me hace saber que es una invitación a que siga.

No puedo decir que no soy posesiva cuando lo soy, tampoco puedo decir que no estoy enamorada de Henry porque también lo estoy. Los primeros meses han sido duro pero he sabido sobrellevarlo gracias a él.

Me comencé a enamorar de él cuando lo acaricié esa noche sin que se diera cuenta, esa noche despertó mi interés por él y desde esa noche lo quiero todo para mi. Lo quiero porque es un hombre único, alguien que te enamora con su sonrisa y además, no me interesa conocer a otros cuando tengo uno en mis ojos, a parte de que me quiere.

Mi blusa desaparece junto con la camisa de Henry, su torso queda descubierto y no puedo evitar admirarlo, su piel se ve tan suave que solo llevo mis manos y lo toco con las yemas de mis dedos.

Se ve exquisito... siempre lo está.

No me detuvo y tampoco tengo intensiones de hacerlo, solo lo miro a los ojos antes de besarlo con fervor, con tanta entrega. Las caricias que me da me arrancan la piel y solo quiero más.

Lo quiero únicamente para mi.

No siento remordimiento ni nada que me haga arrepentirme de esto, tampoco siento vergüenza de entregarme a él porque siento que él es para mi.

Acostados en la cama nos quedamos en ropa interior, en ese momento sentí solo un poco de vergüenza, una que no sentía hace minutos atrás. Él mira mi cuerpo con una mirada tierna, una que me derrite y que me hace sentir deseada por él.

Sus ojos se conectan con los míos escaneándome, sus labios están entreabierto como si me invitaran para besarlos. Me apoyo de mis codos y así consigo sentarme, quedando mis piernas a cada lado de él.

Una de su mano rodea mi cintura y me atrae a él, mientras con la otra acaricia mi mejilla con su dedo índice. Cada uno de sus gestos me parecen tan tiernos que me es imposible no cerrar los ojos para disfrutar.

Quería preguntar qué pasa, quería saber de porqué no me besa y solo me observa, parece pensativo y quiero saber qué pasa por su mente. Esto me agobia y más de solo pensar que quizás está pensando que soy una cualquiera que quiere meterse en su cama. Pero no, no soy una cualquiera.

Simplemente lo quiero, lo quiero más de lo que pensé y me aterra.

— Un beso por uno de tus pensamientos —digo rodeando su cuello con mis manos y enredando mi dedo en su cabello.

Una hermosa risa sale de los labios de Henry haciéndome sonreír ligeramente. Su risa es música para mi, es la melodía perfecta que no me cansaré de escuchar.

— Entonces mantendré mi mente ocupada todo el tiempo, porque tus besos valen más que cualquier cosa en este mundo —lo miro sin saber muy bien que responderle, ya que sus palabras son tan sinceras y hace que mi corazón salte de felicidad.

— No... —me río de lo estúpida que sueno y muerdo mi labio inferior mientras agacho la cabeza.

— Eres la mujer más bella, Cassie — su mano alza mi vista hasta él y luego me besa.

Es un beso sin prisa que hace que la piel se te erice, hace que tu cuerpo actúe contra tu voluntad y que los jadeos salgan de tu boca.

Esa noche Henry y yo hicimos el amor, esa noche le entregué todo de mi, así como el lo hizo conmigo. Fue una noche única porque los dos amamos cada parte de nuestros cuerpo.

Esa noche lo quise más que antes...

En El Olvido ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora