Capítulo IX

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NOTA:
Puesssssss he editado y agregado unas cosas, así que creo que respondí a todas las dudas que tenían con esta edición )?

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Después de que Julieta observara por un buen rato el trozo de papel que tenia en la mano, avisó a la policía y decidió mandar la dirección a Aristóteles después de haber llamado a Robert para que acompañara al chico a dicho lugar.

Por otro lado, Robert iba conduciendo el auto en la dirección que julieta le había mandado, iba conduciendo tan rápido que casi volaban.

Aristóteles estaba desesperado por llegar, pero estar de esa manera le recordaba a cuando Julieta conducía tan rápido que creía iba a morir antes de poder llegar a la central de autobuses para detener a Temo.

—¡Cuidado! —Gritó Aris al ver como de la nada una bolsa de papel se quedo pegada al capó del auto.

—Tranquilo, solo fue una bolsa.

Aristóteles se sentía igual a aquel momento, pero su miedo se vio reemplazado por preocupación y enojo al ver como el ex conserje salia de la casa junto a Diego mientras ambos bajaban con cuidado una gran bolsa negra para ponerla en el suelo.

Bajó del auto tan rápido del auto que ni Juan Pablo pudo detenerlo mientras que ni Diego ni el otro sujeto pudieron reaccionar para huir.

Entonces Aristóteles golpeó con su puño la nariz de Diego y este cayó al suelo.

—¡Mi nariz, idiota! —Diego se cubrió el rostro. —¡Haz algo! —Le ordenó al sujeto que se había agachado para socorrerlo.

Antes de que el sujeto pudiera hacer algo Juan Pablo lo golpeó tan fuerte que el hombre termino inconsciente a un lado del adolescente.

Aristóteles se agachó y abrió la bolsa, encontrándose a Temo inconsciente, Robert se agachó a su lado para comprobar que el menor siguiera respirando.

—Sigue vivo, solo esta inconsciente —El mayor sacó a Temo de la bolsa y lo cargó al auto, debían llevarlo a un hospital.

Mientras que Diego era apresado —. Diego Ortega, usted queda bajo arresto por secuestrar a Cuauhtémoc López. —La policía había llegado.

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Cuando llegaron al hospital fueron abordados por varias enfermeras y doctores, Aristóteles sabia que su querido Temo estaría bien.

—¡Aris! 

Pancho había llegado una hora después junto a Linda, Daniela y Blanca.

—¿Cómo esta mi hijo Juan Roberto Pablo?

—Sufre de deshidratación pero ya están atendiéndolo, no te preocupes.

—¿Y quien fue el que secuestro a mi hijo? —Pancho los miro, esperando la respuesta. —Desembuchen.

—Fue....Diego. —Contestó Aristóteles.

—¿El Diegonchas? —Pancho no podía creerlo.

—No sabemos porque lo hizo, están haciéndole unas pruebas. —Dijo Robert.

Aristóteles miro a su primo. —¿Podemos entrar a verlo?

Robert asintió—. Sólo unos minutos.

Pancho entro primero durante varios minutos, después Aristóteles siguió de el.

—Temo. —se acercó a la cama, se sentó a su lado y lo tomo de la mano. —Me alegro de haberte encontrado, no sabes la falta que me hiciste estos meses. Yo se que dije que no podía corresponder te, pero me di cuenta que yo, yo también te amo.

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