Cap. 29. Parto

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Me levanté con la mirada borrosa, me pesé en la báscula, pesaba 50 kilos, demasiado

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Me levanté con la mirada borrosa, me pesé en la báscula, pesaba 50 kilos, demasiado. Había subido de peso dos kilos porque los chicos de una u otra manera lograban que comiera más de lo que acostumbraba, estos dos meses eran los más largos de toda mi vida, aunque lo bueno de todo esto era que la comunicación entre mi hermano y yo iba de maravilla, aunque no podía decir lo mismo de mis padres.

— ¡¿Cuánto más voy a tener que esperarte huesos?!

El grito de Miriam desde abajo me ponía de mal humor, no tanto por el insulto, todo este tiempo ya me había acostumbrado a ella, Vivian era quien aún no se acostumbraba a ella, era maravilloso que mi mejor amiga y la otra psicópata estuvieran conmigo, ambas eran geniales pero si las dejáramos solas se matarían la una a la otra.

Bajé a toda prisa topándome con los chicos y ellas, creía que entre ellos se volverían novios pero, supongo que debería de leer tantas novelas cursis.

— ¿Irán con nosotras al centro comercial? — preguntaba desconcertada —. ¿No me digan que hoy tampoco nos dejaran ir solas?

Esa parte era más que cierta, no nos dejaban ir solas a ningún lado, aunque una parte de mi odiaba eso, no me sentía como protegida por ellos, sino todo lo contrario, siempre he creído que sólo nos vigilan por algún motivo que desconozco aún. Mi fuerte era el arma que siempre traía conmigo a escondidas de todos. Por mucho que me duela decirlo, ya no confío más en Michael, me iría con mucho gusto de su casa pero, siendo inteligente y si uso un poco el cerebro, no me conviene que sepa que no estoy de su lado.

— Michael nos dio órdenes de dejarlas esta vez — sonrió Maick —. Pero sólo porque surgieron otros asuntos que necesitan ser atendidos de inmediato

Ellos salieron dejándonos solas, ambas me miraron aliviadas, tampoco soportaban la idea de que siempre estuviéramos escoltadas.

— Eso quiere decir que podremos ligar a unos cuantos — guiñó el ojo Miriam

— No vamos a putear — interpuso Vivian —. Por lo menos nosotras no, pero tu puedes ir sola mientras nosotras compramos algo lindo — me tomó del brazo para irnos

Esta vez era Miriam la que iba manejando mientras cantaba las canciones de Kim Wilde, Vivian por su parte estaba hablando por teléfono con sus compañeros de universidad, ya casi era tiempo de que sus vacaciones terminaran y tuviera que volver.

(...)

Estacionamos el auto y nos dedicamos a comenzar nuestro recorrido, no era tanto como ellas de probarse miles de cosas para llenar el guardarropa, pero quería salir de ese encierro por lo menos un par de horas.

Vivian entró a uno de los vestidores con un par de vestidos mientras que la otra se disponía a analizar a cada chico que mostrara buena pinta.

Pain In My Bones [MJ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora