Capítulo 72

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Mientras el morocho deja el último plato limpio en el escurridor, un tirón en su playera le hace dar la vuelta para mirar a la menor cuyos ojos rojizos se mantienen clavados al suelo.

—¿Qué ocurre? —pregunta él, secándose las manos con un trapo.

—Verá... Misaki-chan y yo quisiéramos hacer una pijamada. ¿Podría ella venir?

—Oh, sí. Sí. Me parece bien. Solo deja que lo hable con sus padres y que sea en fin de semana, ¿bien?

—Muchas gracias.

...

—¡Qué empiece la fiesta!

Amajiki observa con diversión a la peliazul que entra por la puerta principal de la casa, llevando consigo un bolso grande cuyo contenido es aún desconocido, y actuando como si fuera dueña del lugar.

—Traje todo lo necesario— dice ella, acercándose al pelinegro que yace sentado en el sofá, con las piernas sobre éste—. Películas infantiles de muchas empresas. Juegos de mesa y de vídeo. Peluches, dulces y frituras. Además de mi pijama y algunas cosas personales.

—¿De verdad te vas a quedar hasta mañana?

—¡Por supuesto! Ellas tendrán su fiesta de pijamas y nosotros también. ¿No suena bien?

—Sí. No es como si fuera raro entre nosotros de cualquier forma.

—Lo sé, corazón— sonríe, apretándole dulcemente la nariz al contrario—. Solo espero que Togata-kun no se encele. Aunque no lo culparía. Haríamos buena pareja, Tamaki. Mi oferta de ir a casarnos y adoptar a Eri sigue en pie.

—Nejire...

El muchacho se sonrosa y la fémina solo ríe divertida; la verdad es que le encanta hacer pasar vergüenza al morocho, pues sus reacciones son divertidas y adorables.

—Hay que ponernos a arreglar todo— dice ella, dejando el bolso junto al contrario y colocando sus manos sobre las caderas—. ¿A qué hora irás por ellas?

—En una media hora más.

—Tenemos tiempo. ¿Donde se quedarán?

—Aquí. Pensé poner los futones frente al sofá para que puedan ver la televisión y así. Nosotros podemos quedarnos en el cuarto.

—Estupendo. Vamos.

...

Las chiquillas gritan con emoción una vez entran a la casa, sacándose los zapatos de sopetón, y corren hacia los futones sobre el suelo de la sala, junto a los cientos de peluches y almohadas. Se dejan caer sobre los felpudos, riendo y comentando muchas cosas en voz chillona mientras los mayores les miran al entrar.

Nejire se encarga de llamar a una pizzería, ya que Tamaki no tiene muchas ganas de lidiar con eso.

Las menores charlan alegremente, usando sus uniformes escolares y jugueteando con los muñecos acojinados, hasta que el repartidor hace maravilloso acto de presencia al frente del edificio. Eri y Misaki saltan alrededor de Tamaki que lleva la caja de cartón en manos luego de haber pagado y despachado al trabajador. Entre los cuatro disponen la mesa y se sientan a disfrutar de los alimentos; el morocho escucha las anécdotas de las dos pequeñas y los comentarios simpáticos de su amiga, sonriendo de vez en cuando y mostrando su interés por la plática con gestos diminutos, imperceptibles. El par parece divertirse con las ocurrencias de la peliazul, siguiéndole el juego más de una vez. Amajiki usa sus impresionantes habilidades de discreción y saca su móvil para tomar una foto de Eri siendo así de feliz; hasta hace que su corazoncito de pulga se remueva con calidez.

Sentimientos por la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora