Fluorescente engaño

528 92 1
                                    

La suerte pareció sonreírles más pronto de lo que esperaba. Logró convencer al vendedor de esa bonita casa con dos pisos y un jardín, que habían escapado de sus hogares por los múltiples maltratos de sus familias y se habían unido para empezar de nuevo, juntando todos sus ahorros . Sólo era una verdad a medias, no había mayor problema. Accedió, no sin antes hacerles prometer que no serían unos pandilleros revoltosos y Kyle se lo juró, recurriendo a la táctica de intentar ser un buen ejemplo para su hermanito. La misma tarde después de firmar el contrato ya estaban dirigiéndose a la nueva casa. Los primeros días fueron agotadores, entre la compra y distribución de muebles, pintar y arreglar las tuberías que llevaban tiempo sin ser usadas, la asignación de habitaciones, apenas habían tenido tiempo de conocer el lugar. Esa tarde Kenny , bajo la insistencia de Karen, decidió llevar a los niños al parque cercano, aprovechando para recorrer el barrio. Kyle y Eric permanecieron despiertos la noche anterior terminando de decorar la sala común, por lo que se quedaron a tomar una siesta. Ellos dos compartían habitación.

Abrió apenas los ojos, sintiendo el cálido aliento de Kyle en su nuca, su mano alrededor de su cintura para mantenerlo cerca. No era que su madre no hubiese sido cariñosa con él, nunca le hizo falta una figura masculina en su vida porque ella se esforzó por llenar ese espacio. Por eso no tenía con qué comparar el sentimiento de seguridad que le brindaba. Tan nuevo y dulce que podía fácilmente hacerse dependiente, sintiendo la oleada de libertad que había también traído consigo Kyle. Se sentía el protagonista de una canción romántica. Si iba a terminar siendo un cliché, agradecía que fuera ese; un buen niño de familia seducido por un criminal, que al final regresaba al buen camino por amor. Se dio media vuelta para quedar frente a Kyle, con la ilusión de sus años brillando en su rostro. Lo besó suavemente, apenas una caricia. Sus párpados se separaron ante el roce, pesados todavía, pero al enfocar la cara delante suyo, una sonrisa revitalizada acompañó la caricia en su mejilla.

-Buenos días, pastelito- Eric hizo un sonido más parecido al de un bebé que a una risa, volviendo a besarlo rápidamente- ¿Cómo logras tener tanta energía? Yo todavía estoy hecho mierda-

-Supongo que es la energía extra del sobrepeso- rió ante el gruñido reprobatorio del otro, atrayéndolo por la cintura hacia él- en realidad me gustaría cambiar un poco mi dieta y acompañarlos a hacer ejercicio, no me haría daño rebajar un poco, me siento como un bicho raro junto a ti y Kenny- su espalda fue atravesada por un escalofrío al sentir la mano de Kyle colarse en su camisa, acariciando los pliegues que hacía su piel en su vientre.

-A mí me encanta tu cuerpo- Eric tuvo qué sujetarse de los hombros de Kyle ante el sobresaltó de sentirlo rozar el elástico de su pijama al bajar su mano por su abdomen, delineando la redondez con una sonrisa dulce. Enamorada- me gusta mucho lo suave que eres- deslizó su cabeza a su pecho, haciendo que el castaño pasara sus dedos por sus cabellos- es como tener un osito de peluche real-

-A veces eres tan infantil, Kyle- ambos rieron.

-Soy un niño todavía- acariciaba su espalda con pereza- pobre de ti que vas a tener dos hijos de ahora en adelante, tan joven- escuchó el tono de su celular , levantándose tan de prisa que Eric apenas tuvo tiempo de reaccionar al verlo tomar el aparato- disculpa, debo atender esto-

No le causó más que malestar escucharlo incluso salir de la casa para atender esa llamada.

Soda atómicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora