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La noche ya estaba cayendo sobre la ciudad, y un apuesto joven llegaba a su departamento de una larga jornada en la escuela, realmente era agotador ser capitán del equipo de fútbol, uno de los mejores alumnos y presidente del consejo estudiantil, además de tener que lidiar a diario con todas las chicas que lo acosaban día a día.

Si, así era su vida, nada fácil, pero tenía sus recompensas, no le faltaba mucho para ingresar a tercer año en la preparatoria, agradecía que la universidad a la que fuera a entrar no fuera la misma en la que estaba, su escuela era una de las más completas, contaba con secundaria, preparatoria y hasta la universidad, era una muy buena escuela, sin embargo, ya estaba cansado de estar en el mismo ambiente, quería un cambio, estaba ahí desde la secundaria, y francamente ya estaba harto.

En especial de una joven, a su parecer muy chica, se trataba de una de 2°, no podía negar que era algo linda, pero muy pequeña para salir con ella, tenía apenas 14 años, y el 17, sería una completa locura y además de eso, el hecho de que era muy escandalosa y expresiva, y por lo que sabía, también algo irregular en la escuela, siempre que tenía partidos ella estaba ahí, animándolo así como muchas otras chicas, sin embargo por más rudo que pudiera ser, o por más grosero que fuera ella parecía no entender, seguía siempre ahí a pesar de sus malos tratos, y no entendía porque, no le gustaba ser grosero, ni tampoco rudo, pero no sabía de qué otra manera tratarla para que lo dejara en paz, verdaderamente la niña era persistente, y a su parecer algo masoquista.

Había tenido que recurrir muchas veces a la rudeza, el desinterés y la frialdad para librarse de más de una chica, y siempre había funcionado, muchas de ellas incluso habían salido llorando, pero finalmente lo dejaban en paz, sin embargo con aquella chica era diferente, parecía que su técnica no tenía efecto, aunque se había percatado de que algunas ocasiones ella se controlaba un poco, o se le bajaban los ánimos, pero al día siguiente ella estaba como si nada , igual de entusiasta que siempre, sin embargo aquel día todo cambió, aquel día firmó su destino y realmente cometió el peor error de su vida, uno que hizo que abriera los ojos, solamente para darse cuenta de que era un completo idiota que había perdido a lo más valioso que tenía en su vida, y que inconscientemente había aprendido a querer y a acostumbrarse.

Ese día se sintió como el peor de los hombres y a su vez la persona más miserable, por haber lastimado a la única persona que lo quiso, no, que lo amo siendo como es, que lo soportó y le aguanto las miles de idioteces y su para nada agradable carácter, ese día no sólo la lastimó a ella, también se lastimó a sí mismo, no se sentía orgulloso de lo que hizo, al contrario, se sentía terrible, pero finalmente consiguió su objetivo, que ella lo dejara en paz, y no solo ella, todas las chicas, y pasó de ser el más admirado a ser el más despreciado y odiado, ese día pudo ver en los hermosos ojos de ella la gran tristeza y desilusión, y algo más, la decepción, también pudo ver como el hermoso brillo que siempre solía tener su mirada había desaparecido casi por completo, y fue ese casi, el que lo hizo salir de su error para buscar la manera de conseguir su perdón, ya no le importaba que no siguiera con él y que se fuera con alguien más, lo único que quería era devolverle esa hermosa sonrisa y esa alegría que la caracterizaban y por supuesto conseguir su perdón y tal vez la oportunidad de estar a su lado.

Aquel fatídico día comprendió que por algo existen los dichos, y le dolió mucho reconocer que "Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde", ese dicho contenía la pura verdad, una que le tocó aprender de la manera más dura y terrible posible.




AQUI ESTA LA PRIMERA PARTE, OJALA LES GUSTE :3

¿Cuando aprendí a quererte tanto?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora