N/a: las líneas de Hinata están en negrita; y las de Tsukishima en cursiva.
-Hasta que por fin hablas. Estuve preocupado. Luego Kageyama publicó esa foto y me preocupé más, a pesar de que tu amigo dijo que estabas bien- Shima hablaba con rapidez y el pelirrojo lo dejó ser. Una vez que terminó se permitió sonreír.
-Estoy bien. Te dije que llamaría y lo cumplí. Solo que algo tarde- respondió Shoyo, Kei soltó un suspiro desde el otro lado de la línea.
-Lo siento, probablemente soy muy pesado con esto- murmuró algo cohibido el rubio.
-Claro que no. Es una de las muchas cosas que me gustan de ti, Shima. Así que no digas eso- Shoyo escuchó como Tsukki probablemente se atragantaba con alguna bebida mientras murmuraba cosas que sonaba como ''bolitas de amor tratando de matarlo de ternura''. El mayor soltó unas risitas.
-Sí, bueno... ¿Entonces está todo bien? ¿Me dirías que paso? Cuando dijiste que tu madre te envió un montón de mensajes me, pues me preocupé- volvió a suspirar y Shoyo lo siguió segundos después.
-Me dijo muchísimas de cosas por mensajes. Preguntando por qué un vehículo estuvo frente a casa por qué subieron cajas; la llamó un vecino- Kei permaneció en silencio, pidiendo así que continuara. El pelirrojo comenzó a respirar pesadamente.
-Me amenazó con llamar a la policía, según ella diría que me secuestraron. Y lo hizo- volvió a hacer una pausa, ordenando sus ideas.
-Salí temprano del trabajo, sin embargo poco después de llegar a la casa de Tobio la policía llego-
-¿Me imagino que se armó una grande, no?- interrumpió el rubio y se oyeron nuevamente las risitas de Shoyo.
-Deberías haberlo visto, la mamá de Tobio es igual o peor de malhumorada que él. Además estudió leyes, así que los oficiales la pasaron mal, pero por suerte me dejó explicar la situación- Kei se hizo una imagen metal de la situación y por alguna razón le pareció demasiado gracioso.
-Les comenté que estaba próximo a mudarme para ir a estudiar a Tokyo, que tengo un trabajo seguro y también un lugar seguro donde pasarla allí. Les expliqué que mi relación con ella era mala y que por unos últimos días quedaría en la casa de Tobio antes de ir a mi nueva casa- Shoyo jugaba con sus calcetas en la habitación que le habían designado a él. Estaba a oscuras, tuvo que tranquilizar a la mamá de Tobio antes de encerrarse y llamar a Kei.
-Luego de eso les dije por qué había salido de casa, que ella me quitó mis ahorros y que durante días estuve juntando mis cosas para venir aquí. Les mostré los mensajes que me envió en la tarde y ellos me explicaron que debía hacer una denuncia. Realmente no quería hacerlo; pero era lo correcto. Fue así que llegué a la comisaría- Kei oía impresionado como el plan maligno de la madre de su bolita se volvía en su contra.
-Hice una denuncia por hurto, pero como ya tengo mi dinero de vuelta y ella dio información falsa a la policía pagara una fianza. Y no es una suma pequeña-
-Bueno, por lo menos con esto dejará de molestarte, aunque... ¿Cómo te sientes con todo esto?- durante unos minutos todo quedó en silencio hasta que pequeños sollozos se escucharon.
-L-Lo siento- comenzó a disculparse el pelirrojo, sus sollozos aumentaban de intensidad y el pecho de Kei dolía de solo escucharlo.
-Shh... bebé, tranquilo sí, si no quieres hablar está bien- comenzó el rubio con una voz tranquila, intentando consolar al chico.
-N-No me molesta, es solo... s-solo, ¿De v-verdad me detesta a tal punto mi madre? ¿Ella me odia, Kei?- preguntó el pelirrojo y otro cerro los ojos con una expresión de dolor. Cómo responder éso sin lastimarlo. Cómo explicar tal comportamiento de su progenitora.
-Ella... ella está dolida. No es que esté intentando justificar su comportamiento- rápidamente se corrigió.
-Tranquilo, creo que entiendo lo que tratas de decirme- la voz de Shoyo se oía ronca, sus sollozos habían parado. Al menos por el momento.
-No es la manera correcta, bebé. Lo que está haciendo no es bueno, para nadie- ambos suspiraron casi al unísono.
-Lo sé, pero ella no se dejará ayudar y sinceramente perdí las ganas de hacerlo- en su casa; Kei se mordía los labios nervioso. Acostado en su cama como se encontraba, observando el techo; el rubio se preguntó si estaba mal pensar que solo quería alejar a Shoyo de su madre y que no la volviera a ver jamás. Que no lo dañara más.
-Una vez me dijeron que cuando amas a una persona y ésta te falla y tú lo perdonas, cada vez que te lastime y lo disculpes... tu lo amarás un poquito menos y esa persona más. Llegará un día en el que tú ya no sentirás nada y esa otra persona te amará más que nunca. Creo que esto puede aplicar a amigos, amantes... familiares- Kei comenzaba a divagar observando las fotografías que descansaban en su mesita de noche.
-Al punto que quiero ir es, dejar de amar no necesariamente significa odiar. Simplemente te deja de importar- Shoyo tembló levemente y no dudó en abrazarse a sí mismo.
-Nadie te reprocharía nada si la dejas de querer- Y nuevamente las lágrimas del pelirrojo comenzaron a salir. Lágrimas de alivio, por que al fin se sentía en paz; por que al fin pudo confesar ese oscuro secreto y la persona que quería no lo estaba condenando.
-No soy una mala persona, ¿Verdad?- preguntó en un susurro Shoyo.
-No lo eres, fuiste una víctima y ahora por fin te estás liberando... nadie puede juzgarte porque ninguno siente lo que tú- las palabras de Kei era un bálsamo para su herido corazón y el pelirrojo se permitió una pequeña sonrisa en la oscuridad.
-Gracias- dijo despues de unos momentos en silencio. Kei sintió que por fin podría respirar tranquilo.
-Descuida, eres mi bolita de amor, no puedo permitirme que te deprimas- suaves risitas cansadas y otro momento en silencio; escuchando la respiración del otro y tranquilizando sus corazones.
-Me gusta cuando dices que soy tu bolita de amor- el susurro avergonzado del mayor apenas y se escucho. Kei sonrió del otro lado de la línea.
-Y a mí me gusta decírtelo... hey, te oyes cansado bebé- su conversación se había reducido a susurros y ambos se acurrucaron en sus propias camas, imaginando estar al lado del otro en secreto.
-Siendo sinceros, lo estoy. Ha sido un día demasiado largo- su voz comenzaba a oírse perezosa.
-Lo entiendo, ve a dormir; necesitas hacerlo, mañana será un nuevo día y todo mejorará... joder, no puedo creer que diga todas éstas cursilerías- Las risitas de Shoyo volvieron a llenar el ambiente.
-Ya, ya, no voy a deprimirme... buenas noches Kei-
-Buenas noches-
-Te quiero- susurró el pelirrojo.
-También te quiero, Shoyo- y la llamada terminó. Y ambos dieron un último suspiro antes de acomodarse mejor y quedar domidos. Había sido un día duro, para ambos.
Ahora solo necesitaban descansar.
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The guy with the tattoos
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