El peso de la culpa recaía sobre la espalda de Ann. Bastian no se merecía que nadie de hiciera eso, y es que cuando alguien te entrega tu corazón, te da el mayor privilegio que una persona puede poseer de otra: que le rompan en corazón.
Decidió no alargar más el dolor que sentía y hacerle saber a Bastian que marcharía a su casa y que mañana se verían, pero Bastian no aceptó un ''no'' por respuesta cuando le hizo la propuesta de acompañarla.
Ann no podía más. Estaba realmente feliz; Bastian no era ni por asomo el amor de su vida pero, se comenzaba a amoldar a sus besos.
Sin embargo lo quería demasiado como para no querer hacerle daño; por mucho que se sintiese atraída por sus labios, sus sentimientos jamás cambiarían por desgracia.
¿Todo el dolor y desgarrador amor por Louis no iba a servir para nada? Todas aquellas lágrimas y desvelo por una mirada suya ¿de veras que no servirían de nada?
Ambos se despidieron en el portal de la casa de Ann con un cariñoso beso de Bastian sobre la mejilla de su ahora novia.
La chica divisó a lo lejos a Bianca y Louis; para su suerte, Bastian acababa de irse y, ambos estaban tan concentrados en mirar al suelo, que seguramente no se habían percatado del beso del muchacho.
Ann esbozó una sonrisa cada vez que se aproximaban.
— Hola. — Dijo felizmente la chica esperando de Bianca y Louis unas radiantes sonrisas que no llegaron. Solo una risa apenada de Louis que insistía en fingir que la noche para ellos había sido espectacular.
El chico abrió la puerta con sus llaves y dejó entrar a las señoritas antes.
Los tres estaban en silencio aunque Ann no alcanzara a saber qué era lo que les sucedía.
— ¿Se puede saber qué es lo que os pasa? — Preguntó Ann mosqueada.
— A mí nada. — Respondió con orgullo Bianca, que tenía cara de señora rica que miraba con desprecio a las empleadas; la mirada de la señora Amiri.
— Louis me dijo que iríais al reservado. — Insistió Ann que comenzaba a pensar que en lugar de ir al reservado la había llevado al pub normal y corriente y que de ahí derivaba el cabreo de Bianca.
— Y así fue, al reservado del Loisir.- Respondió la muchacha rubia con desprecio al nombrar la última palabra.
Ann seguía sin comprender el cabreo de Bianca. Si la había llevado al reservado del Loisir ¿cuál era el problema?
— ¿Entonces..? — Prosiguió Ann.
— Pues entonces, que es el mismo de siempre, pensaba que especial era algo especial, no... eso. — Dijo Bianca ignorando que Louis estuviese presente y que, pudiese molestarse.
Ann acababa de comprender por qué su hermana estaba enfadada.
Bianca nunca se conformó con cualquier cosa. El reservado del Loisir no era cualquier cosa pero, ella siempre quiso lo que estaba en su imaginación pero, lo que estaba en su imaginación era un mundo lleno de lujos que jamás optaría a poseer.
— Louis — Llamó Ann captando la atención de su ''cuñado'' — no le hagas caso. — Dijo ignorando por completo el comportamiento infantil de su hermana.
— ¿Cómo que ni caso? — Preguntó terriblemente ofendida. — se puso a escuchar el fútbol en la radio ¿eso qué tiene de romántico?
Louis suspiró sabiendo que no lo había hecho bien sacando la radio.
— Bianca, sabes que no teníamos conversación ninguna. Saqué la radio porque para qué perder más el tiempo. — Respondió Louis, cuyo tono de voz no pretendía ofender a Bianca.
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La otra cara de los sueños
Romance1952. París, moda, lujos, dinero, glamour... y Ann, totalmente enamora de la persona menos adecuada. Louis; el novio de su hermana mayor. Cuando se mudó a París junto a su hermana, jamás se hubiera imaginado su asombroso destino, rodeada de lo q...