Capítulo 1

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POV Alba


Era de noche y yo ya estaba cansada, pero Álex consiguió convencerme para ir a tomar una última copa. Caminamos de la mano hasta que nos topamos con un antro bastante peculiar. No lo había visto antes, pero algo en él me llamó la atención.

-Mejor vamos a otro, este seguro que está lleno de borrachos -dijo mi novio mientras tiraba de mí.

-¿Por qué no entramos a este? Tengo curiosidad. Venga, Álex, enróllate un poco... 

-Tú siempre con tus cosas raras... Si no fuera por esa sonrisa que tienes... Ay, Albita. Venga, a ver con qué nos encontramos -finalmente cedió-. Pero me tienes que recompensar luego -me guiñó un ojo mientras sonreía.

Mi chico insistió en colocarse delante de mí por si nos encontrábamos con alguien con varias copas de más y por fin entramos. El lugar desprendía un olor agradable que de alguna manera me resultaba familiar. Sin embargo, hubo algo que captó mi atención al instante. Una joven cantaba una versión de Stone Cold acompañada de su guitarra. Estaba acostumbrada a escuchar esta canción con una voz fuerte y poderosa, pero la dulzura y delicadeza que desprendía esta chica hizo que me recorriera un escalofrío de arriba abajo. No podía apartar la mirada de ella. Sin darme cuenta, todo lo demás desapareció. Solo estábamos ella y yo.

Stone cold, baby
God knows I tried to feel
Happy for you
Know that I am, even if I
Can't understand, I'll take the pain
Give me the truth, me and my heart
We'll make it through
If happy is her, I'm happy for you

Cuando pronunció el último verso, alzó la mirada y chocó con mis ojos. Se me cortó la respiración y el corazón me latía como nunca antes lo había hecho. Pude ver la tristeza en su rostro. Un sufrimiento que, sin saber por qué, me tocaba de cerca. Sin embargo, solo pude apreciarlo durante unos segundos antes de que se levantara del taburete y diera las gracias. Me sorprendió la facilidad para cambiar el gesto, ahora dejaba ver una amplia, quizá demasiado, sonrisa. Si no hubiera visto lo que acababa de ver hubiera creído que realmente irradiaba felicidad.

De repente, como si de un sueño se hubiera tratado, todo desapareció con el ruido de los aplausos. Volví a la realidad y pude comprobar que después de todo este sitio tenía su encanto. No estaba tan mal como prometía y la gente parecía bastante normal, salvo contadas excepciones. 

-No tenía que haberte hecho caso, qué poco estilo tiene este garito... Encima ponen al primer muerto de hambre que ven en vez de poner música como Dios manda.

-Pues a mí me gusta, no es como los demás -discrepé. Sin saber por qué, me molestó que se refiriera así a alguien que había sido capaz de erizarme la piel con solo una guitarra y su voz.

-Tú siempre igual... -resopló-. Bueno, pues ya lo has visto. ¿Qué te parece si nos vamos ya? ¿No estabas tan cansada?

-Lo que quieras, pero voy a pasar antes al baño. Espérame en la puerta si quieres.

-Ni hablar, yo aquí sola no te dejo. Te espero en la puerta, pero en la del baño -dijo mientras nos dirigíamos hacia allá.

Cuando entré me miré en el espejo y me retoqué un poco. Mientras lo hacía me fijé en alguien que salía de uno de los baños. Era ella. Le sonreí a través del espejo cuando me vio.

-Me ha encantado cómo lo has hecho. ¿Te gusta Demi Lovato? -intenté establecer conversación con ella al ver que se acercaba a lavarse las manos.

-¿Cómo ha acabado alguien como tú en un sitio como este? -se limitó a decir mientras me miraba de arriba abajo y parecía reírse de mí.

-¿Perdona? ¿Cómo que alguien como yo? -quedé desconcertada por su desdén.

-Bueno, ese vestidito no es del Primark -tiró el papel con el que se acababa de secar las manos mientras lo decía.

Justo cuando estaba a punto de contestarle alguien llamó a la puerta de los baños.

-¿Alba? ¿Nos podemos ir ya? Acabo de ver vomitar a un borracho, qué asco.

-Más vale que te des prisa antes de que tu príncipe azul se desmaye -dijo con un aire de superioridad que empezaba a cabrearme antes de salir.

-Gilipollas -me desahogué con el espejo en cuanto me quedé sola.

Me parecía mal irme sin tomar nada, así que llegué hasta la barra para pedirme algo antes de que nos fuéramos.

-Una botella de agua, por favor -le dije a la camarera, que estaba de culo a la barra.

-¿Quién coño pide una botella de agu... -interrumpió lo que iba a decir cuando se giró hacia mí- Hombre, claro. Lo que la princesa desee -se burló haciéndome una reverencia antes de ir a buscarla.

Me incomodaba su manera de comportarse, ese tono irónico me irritaba más de lo que me gustaría admitir. Solo porque llevara puesto un vestido un poco caro había sacado esas conclusiones, sin siquiera molestarse en saber quién era. 

Estaba decidida a cantarle las cuarenta cuando me estaba dando la botella, pero al cogerla el tatuaje en su brazo captó toda mi atención. Me pareció bellísimo y me recordó a una de mis pasiones, la pintura. Siempre quise dedicarme a ello, pero el puesto en la empresa de márketing que ahora poseía era más estable en cuanto a lo económico, como decía Álex. 

Encontré a la chica sonriéndome cuando la miré de nuevo y le extendí el dinero. Al cogerlo dejó pasar su mano lentamente sobre la mía. Si no fuera porque la acababa de conocer, juraría que fue una caricia. 

-G... Gracias -balbuceé antes de marcharme.

-A ti -no supe descifrar la sonrisa pícara que sucedió a sus palabras, pero me hizo sentir algo.

-¡Alba! -oí gritar a Álex, que se había quedado esperando fuera.

Me levanté y antes de salir por la puerta pude escuchar lo que dijo, aunque ella creyera que no.

-No me gustan los cantantes, me gusta el mensaje de sus canciones.

Sonreí y me alegré después de todo de no haberle dicho lo que tenía en la cabeza mientras estaba enfadada.

No puedo enamorarme sin ti | AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora