◌- 𝙈𝙚𝙣𝙪 𝙙 '𝙖𝙢𝙤𝙪𝙧 ☕️;; jjk + pjm

커피 ; ☕️

De nuevo se encontraba admirando aquél semblante relajado que poseía ese chico tan apuesto a su parecer. Cabello rubio, casi llegaba a ser un tono blanco. Ojos avellanas que perfectamente se volvían más claros a medida que el sol se posaba en ellos y se hacían unas delgadas líneas cuando este sonreía. Labios gruesos que se miraban demasiado deseables y dulces cada vez que la vista del contrario veía estos. Y ni hablar de sus mejillas, esas que tomaban un leve sonrojo cuando el contrario se le quedaba viendo por mucho tiempo, o cuando tomaba su tan amado café con leche. Bajo de estatura y manos pequeñas, toda una ternura para el castaño. El poseedor de todas aquellas descripciones llevaba por nombre Park Jimin, el chico que traía loco de amor a Jeon Jungkook hace ya bastante tiempo.

— ¿De nuevo embobado por el minion? —Namjoon, el mejor amigo del castaño y el más alto de los dos, habló asomándose por el umbral de la puerta que dividía el área de los empleados y el lugar en donde se encontraban las mesas y demás.

— ¡Te he dicho que no le llames así! — Reprochó Jungkook al escuchar el comentario que había hecho el moreno sobre su amado. Dejó de adoptar su posición relajada, girándose de cuerpo completo hacia su mejor amigo. — No estoy embobado. Solo lo miro como si fuera cualquier otro cliente ¿o es que acaso ni eso puedo hacer? — Preguntó el castaño con molestia. A pesar de que su amorío se notara a mil kilómetros, él seguía negándolo ya que, supuestamente "solo era un cliente más".

— Si, si, si, lo que digas — Soltó una pequeña risa y vaciló restándole importancia, sabiendo toda la mentira que había dicho su mejor amigo en apenas un minuto. — Mejor haz algo productivo y lleva un expresso a la mesa cuatro, ¿te parece? — El castaño rodó los ojos al recibir la orden. — Ve a rodarle los ojos a tu mami, a tu hyung no — Namjoon se enojó por la acción del menor.

— Vi i ridirli lis ijis i ti mimi, i ti hying ni — Jungkook imitó su tono de voz, rápidamente arrepintiéndose de lo hecho al recibir un golpe para nada suave en su hombro. Se quejó acariciando la zona golpeada y viendo como, una vez más, su hyung lo ignoraba saliendo del lugar.

Con pereza y lentitud preparó su trigésima orden en el día. No quería decir que estaba cansado de trabajar en ese lugar, pero ¿a quién vamos a engañar? si lo estaba. Solo seguía allí por tres razones: dinero, Namjoon, y Park Jimin. El último venía todos los días a la cafetería para beber un café con leche, leer un libro, y luego de un rato, irse por el mismo lugar en donde entraban y salían muchos clientes al día. Con suerte sabía su nombre gracias a que todos los días lo apuntaba para tomar su pedido, fuera de eso no sabía nada más.

Al terminar de preparar el expresso, lo colocó en una bandeja junto con una servilleta y se encaminó al frente de todas las mesas, parándose derecho y con una sonrisa claramente fingida en su rostro. — ¡Un expresso para la señorita Kim Jennie! — Habló con un tono de voz alto para que la persona del pedido lo escuchara y levantara su mano, pudiendo llevarle el café. Y así fue, la joven chica levantó su mano un poco aturdida ya que se encontraba platicando alegremente con otra chica más, suponiendo que era su amiga. Jungkook sonrío y llevó el café a la mesa de la chica, reverenciándose y deseando un buen provecho. Al sentir una mirada sobre él rápidamente se giró a ver quién poseía aquello, topándose con el amor de su vida. Las mejillas de los dos tomaron un rojo vivo al instante por el contacto visual que hubo, pero a pesar de que resultara vergonzoso, ninguno de los dos quería romperlo.

— Eh, ¿señor? ¿se encuentra bien? — Preguntó la chica que antes había sido atendida por Jungkook al verlo parado estáticamente junto a ella.

— ¿Ah? — Jungkook, con dolor en el alma, rompió el contacto visual que tenía con su amado sacudiendo levemente su cabeza para dirigir su vista a la chica. — Oh, si... Si, todo en orden, perdone — Volvió a sonreír falsamente reverenciándose para irse sin más de allí.

Las horas pasaron, quizá fueron... ¿dos?, ¿tres horas? eso no era algo importante. Lo verdaderamente importante era el hecho de que Jimin aún seguía en la tienda. Y, aunque eso no era algo que le molestara a Jungkook, sí se le hacía inusual ya que el rubio siempre se quedaba solamente una hora y luego se iba. El castaño lo observaba... no, mejor dicho, lo admiraba. La forma en que sus labios se movían muy levemente cuando leía. O que sus dedos rozaran levemente el grueso papel del libro que poseía. Incluso, su caminar le resultaba atractivo al castaño, sus pasos eran tan delicados y finos que Jungkook podría estar hablando horas y horas sobre él, sobre Park Jimin.

Se animó a hablarle. Ya estaba preparando sus perfectas líneas de conquista para el contrario. Pero algo detuvo su ya tan animado caminar y era el hecho de ver al rubio recogiendo sus cosas guardándolas en su bolso negro y seguidamente levantándose para salir de la tienda algo apurado. Jungkook lo miró a él y luego a la mesa, viendo algo sobre ella. Con rapidez se acercó a esta y pudo observar el libro que el más bajo estaba leyendo, sobre este había una servilleta con algo escrito y sin pensarlo dos veces lo leyó.

"He notado lo mucho que me miras cada vez que vengo aquí. Incluso los clientes te preguntan si te encuentras bien ya que te quedas estático y solo tus pupilas se mueven para ver todo mi cuerpo. Pero aunque suene algo "psycho" me resultas alguien interesante y atractivo, no lo negaré... cuando leas este libro en su totalidad, háblame y quizás ocurra algo entre los dos, te darás cuenta de todo al leerlo."

Jungkook tomó el libro entre sus manos y leyó el título. — Menú de amor — Murmuró apreciando la bonita portada que poseía. Sonrió, esta vez no era una sonrisa falsa, guardó el libro en su delantal y corrió alegremente buscando a Namjoon para contarle todo, importándole poco las miradas extrañas de los clientes y los "te dije" que le diría Nam.

Y ahora el castaño sabría la receta del amor, esa receta que siempre le prepararía al rubio en cada uno de sus cafés.