Dulces de un extraño

Dulce

Peligro. Él era peligroso. Apenas lo vi acercarse a mi sentí como todas mis alarmas se disparaban. Silencioso. Ágil. Aterrador. Atrayente. Era atractivo sin duda. Cabello negro. Piel blanca. Figura delgada. Ojos carmín. Esos ojos desprendían ansia. Deseo. Codicia. Tal vez fue su codicia lo que me hizo retroceder. Tenerlo tan cerca me tentó. Fue su sonrisa la que me aterro. Sabía lo que quería. Lo supe desde que lo observe al otro lado del restaurante. Él también me observaba. Cuando me levante él lo hizo también. Salí del lugar. Cruce la calle. Di una vuelta a un parque. Y él hizo lo mismo. Como una sombra. Ni tan lejos ni tan cerca. Pero siempre tras de mí. Pensé en enfrentarlo. Fue entonces cuando repare en cuan terrible situación estaba. Él no se inmuto. Sonrió. Yo sonreí. No sé por qué lo hice. Se acerco. Me llamo Izaya me dijo. El apellido no lo necesitas. Soy Shinra le respondí. ¿Quieres un dulce? Me pregunto. ¿Un dulce? Mi mente volvió a gritar por peligro. Mi madre me dijo que no aceptara dulces de extraños bromee. Él rió. Una risa sutil. Lasciva. En esa voz tan seductora fue la perfecta risa. ¿Qué es esto? ¿Por qué aceptaría comer dulces contigo? Cuestione. Puedo hacerlo más dulce para ti respondió. Reí también. Podría cambiar tu vida después de esta noche dijo. Ya había tenido ese tipo de encuentros antes. Pero él era distinto. Codicioso. No sería solo un "dulce". Lo sabía. Él sabía que le temía. Se aprovecho de eso para acercarse. Me beso. Ignorando la voz en mi interior le correspondí. Lento. Salvaje. Húmedo. Dulce. Sus manos en mi cadera siguieron incitándome. El suave mordisco en mi labio al separarse me convenció. Lo jale del collar metálico que reposaba en el medio de su clavícula. Maravillosa forma pensé. Unas calles más. Un hotel caro. Él se veía como alguien rico. No me equivoque. La habitación más lujosa. El mejor vino. Tres paquetes de condones. Uva, fresa y chocolate. Dulces. Cortinas cerradas. Alcohol mezclado con su sabor. Primero besos. Después caricias. Más alcohol. El primer condón. Uva acida. Perfecto con el vino. Un par de lamidas. Más besos y caricias. Un dedo. Dos. Tres. Su miembro entro. Grande. Duro. Caliente. Mis piernas en sus hombros. Mi mirada sobre la suya. Otra vez la sonrisa lasciva. El movimiento fue mortal. Dolor suplido lentamente por placer. Un dulce placer. Suave. Lento. Profundo. Mayor fuerza. Nueva velocidad. Un dulce cosquilleo. Otro beso. Y el final. Él dentro, en el condón. Yo afuera, entre mi pecho y el suyo. Lo sentí salir. Un nuevo condón y más vino. Misma historia. Cuarto condón. Fresa dulce. Probé de nuevo. El contraste con el ácido fue abrumador. De nuevo las mismas acciones que ya me parecían rutina incansable. Cada vez más profundo. Más delicioso. Más placentero. Más dulce. Ultimo paquete de condones. Él siguió sonriendo. Como sí la tercera botella de alcohol no le afectase en nada. Chocolate en extrema dulce. El ácido se desvaneció. Más lamidas que antes. Ahora en mi boca. Lo sentí temblar. Demasiado chocolate. Saque el condón y lo volví a engullir. Salado y amargo. Perfecto. Trague despacio. Combinación maravillosa. Un nuevo condón y mayor codicia en su mirada. Le gusto lo que hice. El sexo continúo hasta el amanecer. Las horas pasaron y ya no existía la paciencia para condones. El alcohol se termino antes que nuestra pasión. Besos. Caricias. Lamidas. Mordidas. Miradas lascivas. Comentarios sucios. La historia repetida una y otra vez. El amanecer llego y él se fue. No por ello su esencia en mi. Lo volvería a ver. Lo sabía. Su número grabado en mi celular me lo confirmaba. Y yo lo quería de nuevo. Tan salvaje. Excitante. Codicioso. Dulce.

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Muchas gracias por leer n.n

Este escrito ha sido un tanto diferente a lo que suelo hacer, sin embargo esta basado en el estilo de maravillosos escritores mexicanos, por lo que he disfrutado muchísimo escribiéndolo.

Nos leeremos pronto~