Unos cabellitos anaranjados se asomaron por la rendija de la puerta de mi oficina y luego un tímido Hobi con las mejillas rojas apareció, escondiendo las manitas tras la espalda.
— ¿Que necesita mi príncipe? — le pregunté.
El pelirrojo caminó hasta mi escritorio y se detuvo enseguida de mi. Giré la silla para dedicarle toda mi atención al pequeño chico con una camisa rosa tan grande puesta, que lo hacía ver aún más pequeñito de lo habitual.
— Hmm... mommy, ¿usted me quiere mucho?— me preguntó, balanceándose tiernamente sobre sus talones y puntas.
— Eres mi rayito de sol bebé, claro que si te quiero mucho— le contesté sin titubear.
— ¿Mucho, mucho, mucho? — insistió, verdaderamente curioso acerca de la respuesta.
— Muchísimo.
— ¿Cómo cuanto?
— Como de aquí hasta el sol.
Hobi ladeo la cabeza y frunció el ceño, pensando realmente fuerte mientras hacía un puchero. Sacó una de sus manos de tras la espalda y comenzó a contar con los dedos.
— ¿Y cómo cuanto es eso mommy? — preguntó confundido.
— Son 149 millones de kilómetros baby boy, todo eso es mi amor por ti.
Los ojitos de pelirrojo se iluminaron y abrieron al máximo, luego comenzó a saltar de felicidad.
— Ooooh, ¡eso es un montón! ¡mommy debe amarme mucho! — festejó.
— Así es bebé — le aseguré — ¿por qué preguntabas?
Hobi dejó de brincar súbitamente y comenzó a balancearse tímido de nuevo.
— Bueno mommy...es que pensaba que si tu me quieres mucho no puedes enojarte demasiado conmigo, ¿verdad? — preguntó.
Algo se traía entre manos.
— ¿Pasó algo, baby boy? — aventuré. Hoseok era realmente malo para esconder cosas.
— Bueno, pasó que...— dijo, dudando entre si debía contar o no.
— Dime que ocurrió bebé — insistí — recuerda que los niños honestos son los más bonitos.
Hobi suspiró adorablemente e infló las mejillas, agarrando valor.
— Bueno, digamos que Jiminie y yo estábamos muy aburridos en el departamento sin ti y se nos ocurrió jugar al béisbol en casa...— me explicó.
Oh, eso no podía significar nada bueno. Hobi sacó lentamente la mano libre tras su espalda y me mostró tres paletas de sombras quebradas y una bolsita con otro montón de maquillaje destruido.
— Resulta que no era tan buena idea... — admitió.
— ¡Jung Hoseok! — mi primera reacción fue definitivamente hablarle por su nombre completo, mientras me levantaba de la silla — Estás en graves problemas, lo sabes, ¿verdad?
Hobi se encogió, algo asustado.
— Si mommy, lo siento — asintió el pequeñito, bajando la cabeza — p-pero, no me va doler mucho el castigo ¿verdad mommy? u-usted dijo que me quería de aquí al sol...
— Y claro que te quiero de aquí al sol, pero eso no cambia el hecho de que realmente te va a doler.
— Ouch...— murmuró el pequeño, que seguramente ya podía imaginar los moretones en su trasero.
— Y Jimin también recibirá castigo — le aseguré — él obtendrá el doble por no tener el valor de venir y decirme que hicieron esta travesura.
La característica secundaria de Hobi era la honestidad, y la principal definitivamente que era demasiado inocente como para poder mentir, por eso había sido el primero en decirme.
— En realidad Jiminie está en casa tratando de pegar el espejo grande que tanto te gusta...—confesó el chico, condenándose a si mismo todavía más.
— ¡¿Tambié rompieron el espejo?!
— Y tal vez una ventana...— añadió, sonriendo lo más inocentemente que podía.
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