Zekiel - II

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El golpe fue tal que hizo que Zekiel se despertara de su corta siesta. Nunca había sucedido algo así. Unas desconocidas voces podían escucharse entre las puertas.

—Vamos viejo, nosotros sabemos lo que son. Entréguense con el resto así nadie saldrá herido.

—No sé de lo que hablan, solo somos una familia normal.

—Mire, solo hacemos nuestro trabajo. Se los busca vivos o muertos. Podría matarlos aquí mismo pero lamentablemente pagan más por su vida. Así que hagamos esto fácil. Dígame donde esta el resto de la familia.

—Solo lleveme a mí, ellos no tienen nada que ver.

Zekiel no entendía nada de lo que sucedía. Quienes eran esos desconocidos y más todavía, por qué se los buscaba. Siempre habían vivido una vida pacífica. Mientras las voces seguían, la puerta de su cuarto se abre lentamente. Era su madre.

—Hijo, debemos irnos. Sigueme. —dijo con voz baja.

—¿Qué es lo que sucede? ¿Quienes son aquellas personas?

—No hay tiempo para explicaciones. Solo confía en mí.

Ambos salieron de manera sigilosa por la puerta y se movieron hacia el cuarto de Phil. Para su sopresa, sus 2 hermanos se encontraban allí. Anna se acercó hacia la pared del cuarto en dirección a una repisa. Movió uno de los libros que allí se encontraban y accionó lo que parecía ser un interruptor. Acto seguido, una pequeña porción del piso se abrió dando paso a un oscuro pasadizo. Los 3 hermanos quedaron sorprendidos pues nunca supieron de la existencia de aquel lugar. Mientras el tiempo pasaba, las voces aumentaban y aumentaban.

—Vamos, siganme —se adelantó Anna llevando de la mano a Phil.

—Espera, ¿Qué hay de papá? —dijo Sasha.

—Él hará tiempo por nosotros tal como habíamos planeado si alguna vez el día llegaba.

—¿De qué hablas? —grita Zekiel —¿Acaso quieres que lo abandonemos así sin más?

En ese momento, desde la puerta de la casa, un fuerte grito se escucha.

—¡Váyanse ahora!

Anna agarró a ambos hermanos por la fuerza y los introdujo por el pasillo. Acto seguido cerró la compuerta secreta.

—Creanme, es la única manera. Debemos irnos ya.

El pasadizo era un espacio reducido. Solo había un camino: recto. Todos empezaron a acelerar el paso mientras estruendos y alaridos se escuchaban a lo lejos. Aquel grito de escape había sido de su padre. Ya nada tenía sentido. Sin embargo, seguían corriendo a la par de su madre. Al final del recorrido, una puerta deslumbraba. Era el establo. Tantos años de su vida recorriendo el establo mientras jugaban con los caballos y nunca se habían percatado de aquella puerta. Ya no importaba. Debían seguir a su madre.

—Súbanse a los caballos. Yo llevaré a Phil.

Sasha y Zekiel sabían que algo andaba mal pero nada podían hacer. Si su madre decía que era la única manera, ellos lo aceptarían. Los tres caballos partieron a toda velocidad. Fue todo tan rápido que ya se encontraban a unos kilómetros lejos del hogar. Zekiel se detuvo un instante y miró atrás: una enorme columna de humo era visible en el cielo. Sabía lo que significaba eso. Con una lagrima en el ojo emprendió nuevamente el viaje hacia un destino desconocido.

Gisarth - La búsquedaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora