❝¿Y si...?❞ [RenMin]

»O.O«

❝Sueños y Realidades❞

Las llanuras en Kowloon nunca se habían sentido tan... Pacíficas como el día de hoy. La tarde poco a poco dejaba sus matices naranjas para tornarse rosados y luego morados para llegar al celeste que abriría paso al azul marino de la noche. El sol se iba despojando lentamente de su brillantez y esplendor para ocultarse bajo las montañas de la provincia. Las nubes parecían pinceladas de pintura acrílica de tonos claros que en cierto punto se mezclaban entre sí. El aire fresco movía los árboles, hacía más cálida la escena, y podría decir que todo parecería perfecto si el escenario que vivimos actualmente no fuera el peor de todos.

Las nubes eran cortadas por los aviones de ataque que llegaban de la armada japonesa hacia las costas de China. El humo que salía de ciudades vecinas tomaban el lugar de los cuerpos gaseosos de colores suspendidos en el cielo. El ruido de las armas y el caos coronaban los alrededores con sus estridentes notas mortales.

Pero, extrañamente, hoy no había tanta destrucción como en días anteriores. Para algunos podría significar un buen augurio si tan solo esta devastación no viniera triplicada al día siguiente. Luego de pasar tiempo en este constante ajetreo te acostumbras a lo que pasa, por muy desesperanzador que eso se oiga.

Aun así, tenía la esperanza de que el mañana fuera diferente, que las fuerzas aliadas pudieran detener toda esta catástrofe. ¿Acaso no se dan cuenta de todo el mal que están causando por deseos egoístas? Quisiera tener una voz, un puño fuerte o algo que pueda hacer la diferencia de la realidad que vivimos. Lamentablemente, un muchacho escuálido que apenas sabe manejar un arma no puede hacer la diferencia.

—¡JaeMin! ¿Por qué saliste sin mi permiso? Te dije que- un momento, ¿estás usando mi ropa?— cabello desprolijo por el ir y venir de la mañana, manchas de tierra y polvo en sus pálidas mejillas al punto de darle color a las mismas, labios resecos y mordisqueados gracias al nerviosismo que le producía el sonidos de los ataques próximos a nuestra ubicación y esos ojos... Vaya, aquellas avellanas que seguían sin perder la pequeña esperanza de que el mañana mejoraría, no solo para él, sino para todos.

Ese era mi nuevo compañero de armas.

—¿Se nota porque me queda muy pequeña?— levanté los brazos e hice ademanes notando que, en efecto, las prendas de vestir se notaban que me quedaban algo apretadas al cuerpo. Movía mi torso hacia los lados, arrancándole pequeñas risas que pronto se tornaron en una cara seria invadida por pucheros.

—¡No desvíes el tema! Me asusté por un momento al no verte en la carpa...— murmuró sin romper el contacto visual.

—RenJun, tengo derecho a salir y respirar, ¿sabes? Aprecio que te preocupes por mí, pero soy un muchacho de aventuras que detesta quedarse de brazos cruzados sabiendo que...

—¿Que puede hacer la diferencia?... No es por menospreciar tus ideales, pero no estás en condiciones de actuar a lo loco. Para empezar estás en terreno enemigo. ¡¿Qué dirían mis superiores al saber que tengo un refugiado del bando que quiere asesinarnos?!— susurró no pudiendo ocultar el terror en su voz.

—Oye, no me metas en el mismo saco que a todos los japoneses causantes de esto. Soy coreano a toda honra... Aunque mi nación en estos instantes esté bajo las manos titánicas de los nipones...— el rostro de mi madre, el de mi padre, el de mis hermanos, amigos, demás familiares, todos...Todos... Todos venían a mi mente. Las risas, los gritos joviales mientras jugábamos a las escondidas, las noches de reuniones en nuestra pequeña, pero cálida morada los fines de semana. Dolía recordar todo eso sabiendo que posiblemente nunca volvería a repetirlo.
Sorbí mi nariz, apartando con mi antebrazo descubierto cualquier rastro de mocos. Respiré profundamente y exhalé serenándome.