La nieve sobre el Cerezo

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¿Quién no ha llorado al ver una película? O ¿Cuántas veces nos hemos emocionado al ver una bonita fotografía? O una canción de adorables acordes que penetra en lo profundo de tu mente haciéndote recordar tus vivencias más queridas, probablemente todos nos habremos sentido así en alguna ocasión, ¿no?. Bueno, no suele ser mi caso, pero anoche sucedió, una película de animación logró tocar esa fibra sensible que hay en mi y que pocas cosas lo habían hecho con anterioridad.

Me bastaron los primeros 20 minutos de la película, dura 60, en ese escaso tiempo hubo una escena muy larga, era un viaje en tren que hacía el protagonista para llegar a ver a su amiga de siempre, esa chica especial, tan sólo con 13 años decide realizar un viaje de largas horas para verla. El mal tiempo hace que su viaje en tren que parecía apacible se convierta en una sucesión de penurias, los pensamientos que siembran la mente del chico van haciendo que sientas su desesperación por no poder llegar a la hora, notas su amargura porque Ella esta en la estación esperándole y la hora de llegada se retrasa más y más… ha recogido todas las palabras que desea decirle y nunca se atrevió, en una carta, un método clásico, romántico… pero esa carta en una mala jugada por parte del viento, sale volando perdiéndose entre la oscuridad y los copos de nieve que no cesan de caer y que están haciendo que su deseo por verla se vuelva cada vez más amargo, era la gota que podía colmar el vaso, pero quedaba la última barrera, su tren, tras 3 horas de retraso, tiene que parar en mitad de ningún lugar, tan sólo ve por la ventana la nieve caer y agolparse en las ventanas del vagón… Desesperado, hunde su cuerpo en el vagón y desea que Ella haya decidido marcharse a casa… 2 horas más tarde el tren se pone de nuevo en marcha, llega a la estación de destino y al salir del tren… Ahí está ella, esperándolo 5 horas más tarde de lo previsto, junto a una estufa, no hay un abrazo, no hay un beso, tan sólo una mano encima de su hombro y las lágrimas de ambos cayendo sobre su mano.

Ambos hablan y comen lo que Ella ha estado preparando durante largas horas y ha llevado para que puedan disfrutarlo después de tan largo viaje, la conversación no lleva a grandes palabras pero tras los sentimientos del viaje, es una conversación plácida y alegre.

Al cierre de la estación deciden intentar andar de vuelta a casa de Ella, a mitad del camino bajo un gran cerezo helado, ambos se dan un pequeño beso rozando sus labios, era lo que estaban deseando desde el primer día que se conocieron, desearon volver a ver el hanami juntos en otra ocasión, sus vidas habían cambiado, habían dejado de ser las mismas personas, todo era diferente sus miradas, sus gestos, sus voces… Pasaron la noche bajo una vieja manta abrazados, con el único sonido de sus respiraciones.

Al alba, debe volver a la estación para coger el tren de vuelta a casa, ahí se despiden, no hay abrazo, no hay beso, no hay palabras de amor, tan sólo sus miradas y silencios deseando volver a verse, lo necesitan. El tren cierra sus puertas, ambos levantan el todo de sus voces y se separan, para siempre. Al abrir la caja de la comida, ella saca una carta, el nombre de Él se lee en el sobre, ella ha cambiado, esa carta no era necesaria ya.

Los mensajes que escribió y nunca envió, las llamadas que marcó y nunca realizó, las cartas que buscó pero que nunca escribió, la tristeza de saber que la persona que te complementaba no está porque tú no hiciste más para que se mantuviera ahí, pero siempre será Ella.

¿Un final triste?, creo que no, al contrario, Él siempre la recordará por esa noche de frio invierno donde ambos fueron más allá de lo que mucho podrán tener en su vida y Ella siempre tendrá esa carta, que al leerla verá como cambiaron sus sentimientos al unir su labios a los de Él bajo el gran cerezo nevado.

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⏰ Última actualización: Sep 18, 2014 ⏰

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