2.

193 24 13
                                    

Ya habían pasado unos días, y Jungkook no sabía que hacer.

Tuvo que dejar su refugio de cajas pues llegó el camión de basura y se las llevó, caminó por muchas partes de la cuidad buscando un callejón donde quedarse.

Unas veces dormía en parques, otras veces en medio de bolsas de basura, y otras veces nisiquiera dormía, caminaba y caminaba toda la noche.

Comía un pedazo de galleta unas dos veces por día, aunque ya no quería comerlas, solo quería morir.

Cuando pasaba por los restaurantes, su estómago rugía, jamás había comido algo decente.

Cuando veía las casas, soñaba con vivir en buenas condiciones, tener un techo y una cama que lo protegiera del frío.

Cuando veía a las familias jugar felizmente en el parque, lloraba, pues él no tenía familia, no tenía una madre que lo abrazara, no tenía un padre que lo alzara en brazos, no tenía hermanos que lo reconfortaran, estaba solo en el mundo.

Cuando veía las escuelas soñaba con poder ir a una, hacer amigos, aprender cosas, y poder ser alguien en la vida.

Deseaba ser fuerte, deseaba tener familia, deseaba poder comer algo, deseaba poder dormir en un lugar decente, deseaba que la vida le sonriera, deseaba cosas que veía inalcanzables.

Lo peor de toda su situación es que se estaba acercando el invierno, ahora todos salían de sus casas abrigados, con un café en la mano y felices porque eran afortunados.

Jungkook los veía a todos, y tenía envidia, pues él solo caminaba, con un suéter sucio que le llegaba hasta la mitad del muslo, unas medias que hacían que todos lo vieran mal, y unos tenis que ya se estaban rompiendo.

En un punto se quitó las medias, pues pasaba demasiada vergüenza, pero no cambiaba nada, solo lo veían como "un niño lindo que extrañamente es un vagabundo".

Sus rodillas se llenaron de raspones, sus piernas se veían sucias, él se veía sucio, el frío lo carcomía por dentro, y no sabía que hacer.

Tuvo que aprender a leer usando solo señalamientos y preguntándole a la gente que significaban, para que siempre al final le preguntaran "¿no deberías saberlo ya?", eso lo hacía sentir como un niño tonto.

Cuando pudo leer bien, quiso ir a lo que en todo ese ambiente se llamaba "biblioteca", buscó y buscó por su cuenta hasta que la encontró.

Se sorprendió que al entrar no lo echaran, pues siempre que se quedaba viendo algún restaurante u hotel lo echaban a gritos por su apariencia.

Aprovechó que había un baño ahí, entró y se miró en el espejo, se veía sucio, muy sucio, su rostro tenía raspones y se veía demacrado, sus mejillas que antes eran como las de una ardilla se las había llevado el hambre.

Aprovechó el agua para limpiar un poco su suéter, sus piernas, su rostro y sus manos, se sentía bien sentir el agua después de semanas.

Cuando se estaba limpiando el rostro, se acordó.

-¿Cuánto tiempo he estado en la calle? -su voz sonaba temblorosa y sin vida, comenzó a calcular el tiempo que había pasado desde que escapó.

-He estado en esta situación por un mes y medio... Es un milagro que no estoy muerto, aunque me gustaría estarlo.

Salió del baño ya algo aseado y caminó por los pasillos de la biblioteca, a pesar de que entendía los títulos, al abrirlos estaban llenos de palabras que él jamás había escuchado.

-Hola, ¿cómo puedo ayudarte? -una chica se acercó a él.

-Hola... Y-yo...

La chica le extendió un diccionario.

Learn To Live; JK Bottom.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora