Capítulo 5: Caralia

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Narra Sarah 

Bueno, ¿cómo explicarlo? Más confundida no podñia estar, obviamente Charlie tenía repudio total hacia Erika, y es cierto, ella no encabeza mi lista de personas favoritas —no es que sea muy larga, claro—, pero al fin y al cabo, es familia. Ella me ayudó muchísimo más que mi padre en lo que se refiere a entrenamiento, pero cuando estuve a punto de irme al Fuerte Treinta, ella empezó a cambiar, hablaba de una amiga... Caralia, si mal no recuerdo; era Caralia aquí y Caralia allá, la misteriosa chica nunca se dignó a aparecer por la casa, y de alguna forma siento que ella me quitó a mi hermana, así que cuando llegué al Fuerte yo ya le había perdido todo el cariño y aprecio que se tiene por la familia. ¿No les parece suficiente razón? Pasaban días o semanas sin que me hablara, como si se olvidara de mi presencia, y cuando por fin me hablaba, era para pedirme que fuese a darle de comer a las vacas que luego comíamos nosotros.

Es cierto, Erika ya no es la misma, había cambiado demasiado, y la tal Caralia era la culpable de todo, pero el sentimiento que percibo en Charlie al verla era puramente... odio.

Lo que le he dicho a Brian era cierto, no sé hasta qué punto entraba yo en el cuento, porque había algo entre ellos que yo no sabía.

No sabía cómo actuar con mi hermana, me parecía muy tétrico lo de sus alas, nunca había visto algo como eso y no creo que vaya a verlo de nuevo, más la velocidad con la que vuela... me he perdido de demasiado.

Cuando le presenté el dije a mi padre, este estalló en lágrimas, sabía que él me explicaría el porqué de tanto misterio, pero no me esperaba su reacción. Mi hermana también parecía saber algo del pequeño objeto, y tenía el presentimiento de que no era algo bueno... pero ya que nadie dicía ni pío, decidí romper el silencio.

—¿Alguien me explica qué ocurre aquí? Si no es mucha molestia, claro —okey, creo que me he pasado de sarcasmo.

—Seguro. —Mi padre parece recuperarse y se levanta lentamente, se seca las lágrimas y dice—: Este dije era de tu madre, Sarah, cuando nos atacaron las Bestias ella trató de defendernos, ni tu hermana ni yo sabíamos lo que ella era... lo ocultó muy bien... ella era una hechicera. El caso es que verla pelear fue impresionante, y desgarrador... por cada uno que matara ella recibía dos apuñaladas; estuvo a punto de desangrarse, pero luego tú... todavía no me lo explico, tenías doce cuando eso pasó, sin embargo te metiste a la pelea y luchaste a su lado, no como una niña lo haría a esa edad, sino como el más experto de los asesinos; pero al final de todo lograron herirte, no sin que tu madre diera el golpe de gracia al que lo hizo. 

—Pero, yo no recuerdo nada... y si tenía doce, tendría que —insistí en que me terminara de contar qué había pasado esa noche, pero rompió a llorar... otra vez. 

—Si nos quedaremos fuera del Fuerte —empiezó Erika, al parecer ya recuperada del todo—, será mejor que vayamos buscando un lugar alejado de este para quedarnos, no le permitirán a papá quedarse fuera mucho tiempo, y no puede regresar en ese estado. Ven Sarah, buscaremos un lugar y de paso te cuento lo que pasó. 

—¿Tú sí sabes? 

—¿Bromeas? Soy tres años mayor, claro que recuerdo. Ven. 

Nada bueno podía pasar con esto, con su último «ven», prácticamente me ha obligado... tenía un mal presentimiento. Solo eso puedo decir. ¡Y para colmo ni está Charlie! Seguía cabreado por que según él lo he ignorado. Empecé a gritar su nombre en mi cabeza, con la esperanza de que se apareciera; desgraciadamente, no pasó.

Empezamos a caminar bosque adentro... yo solo seguía a mi hermana y recogía las ramas que consideraba útiles para una fogata, mi mal presentimiento se hacía más grande cuando estábamos muy lejos del Fuerte y los otros, y noté que Erika no estaba recogiendo madera. 

—Oye, por lo menos ayúdame, ¿no?

—No te preocupes por eso, tengo un refugio cerca. Con leña y todo. 

—¡¿Qué?! ¿Y no podías avisarme antes? ¡Me pude haber ahorrado tantos raspones!

Emitió lo que me parece una risa. 

—¿Y los demás? —insistí—. Se quedaron atrás esperando a que lleváramos la leña.

—Ya regresaremos, pero quería hablar un poco a solas con mi hermana —volteó hacia mí y me sonrió—, no te he visto y... ¡Drácula! Tenemos tanto de que hablar. —Parece una... ¿cómo le decían los humanos? Colegiala. 

Yo solo trataba de sonreír como podía y seguirle la corriente. A pesar de su misteriosa amabilidad, vi algo que nunca había visto en ella, ni siquiera cuando estábamos en el Fuerte hace un rato... algo que solo he visto un par de veces en los combates contra criaturas que no quiero recordar... maldad en su estado puro. Me alarmé, pero no dije nada, quería ver a qué iba todo esto y le seguí la corriente.

—Seguro que sí, —traté de sonreir— no nos hemos visto en tanto tiempo... ¿qué tal está tu amiga?

Antes de que ella pudiera contestar, distinguí algo a unos quince metros entre los árboles, a pesar de la lejanía, lo veía con mucha, mucha claridad... una figura blanca, golpeando desesperadamente contra una fuerza invisible... Charlie.

Me dio miedo cómo mi hermana podía cambiar de cara tan rápido, porque dijo:

—Ah, Caralia —su sonrisa se expandió, mostrando los colmillos—, que te lo diga ella misma. 

—¿Perdón? —Pregunté confundida.

No respondió, en cambio, se movió a una velocidad sobre-vampírica y termina en mi espalda, a penas sentí el toque en el hombro y de pronto, me hallaba paralizada, sin poder mover un solo músculo. La figura de Charlie, que seguía golpeando la fuerza invisible cayó al suelo, pero se repuso rápido, y vino corriendo. 

—Sarah, no... —empiezó, pero no logró terminar, y ahora mi hermana me sorprendía más que nunca, como si lo pudiera ver, le traspasó con la mano a mi amigo y se este se desvaneció.

Quería gritar, pero no podía ni siquiera hacer eso, me tuve que resignar a observar. 

—No más espíritus molestos... vaya que tu amigo tiene un alma fuerte, fue el único capaz de traspasar mi barrera, y ya lo habías visto, ¡admirable de verdad! Qué lástima por el resto que quería ayudar. Quiero presentarte a alguien, hermanita... 

—Vaya, Erika, no pensé que fueses capaz... recibirás una gran recompensa por esto —no veo a la dueña de la voz, pues todavía tenía la visión borrosa desde el suelo. Cuando recuperé mi vista me alarmé al ver lo que tenía en frente—; será un gran regalo para mi padre, y con esto, acabará la guerra, en bien de las Bestias. 

Como ella misma ha dicho, Caralia era una Bestia. Una chica corpulenta, pero hermosa en los estándares de mujeres lobo, una armadura ajustada al cuerpo femenino, orejas puntiagudas y moviéndose todo el tiempo... y una nariz alargada con colmillos que solo he visto en la realeza. 

—Suéltala, Erika, tendrá que caminar, pero que no hable. 

—Tendremos que buscar una mordaza para eso, el tenerla así me ha costado todo mi veneno, no magia...

—Ahórrate las explicaciones —interrumpió Caralia—. A buscar una mordaza se ha dicho.

¿Cómo es que mi hermana podía verlos? Que yo tenga entendido, solo podemos verlos yo y hechiceros experimentados, y Erika no lo es, aunque ha dicho que usa magia...

Charlie, ¿dónde estás? —pensaba desesperada. 

~•*•~

¡Hola de nuevo! Bueno pues... hoy no ando con ganas de preguntar, así que me voy con una pregunta más personal... ¿les gusta el nombre que le di al personaje de Caralia? Me gusta en lo personal, pero no soy muy buena dando nombres, ni describiendo personajes o lugares :$ trabajo en ello, tranquis (/-.-)/ 

Weno, con eso me despido, se les quiere y vayan a la ópera. 

~Lau 

Guerra de colmillosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora