Las semanas pasaban con la rapidez que pretendía, para ello se mantenía ocupada prácticamente las veinticuatro horas del día. Jamás había leído tantos libros, visto tantas series y películas como en los últimos tres meses. También ayudaba a su madre en la escuela y hacía de canguro con sus sobrinos ahora que Meri había decidido volver al mundo laboral, había aprobado el examen para un puesto en la biblioteca municipal de la ciudad. A todo ello se le sumaba el trabajo en el Wol, lo que reducía todo su tiempo libre a las horas de sueño. No quería tener ni un segundo para pensar. Al principio pensó que era lo que debía hacer, reflexionar, mirar su interior y ahondar en los sentimientos. Pero jamás pensó que ser clara consigo misma fuera tan difícil. Tenía días en los que parecía tener todas las respuestas y en pocas horas se daba cuenta de que le cambiaban todas las preguntas, así constantemente. Por ello cambio de estrategia. Pensar menos y esperar que pasara el tiempo con la esperanza de levantarse un día y verse iluminada por la verdad absoluta. Pero tras casi tres meses estaba perdiendo la esperanza de que eso pasara por sí solo, por ello algún día se permitía el lujo de comerse un poco el coco. Es era el motivo que la llevó allí esa mañana. Meciéndose en su balancín y contemplando el mar. Desde hacía unas semanas tenía alquilado un pequeño estudio al final del paseo marítimo. No vivía allí oficialmente, a su madre la daba algo si dejaba de nuevo el nido, pero se encapricho al ver un cartel de "Se Alquila" un día que estaba tomando un helado con Itzel y Daniela. Tenía varias cosas que la enamoraron: que estaba frente al mar, que era el último piso de uno de los edificios más altos de la zona lo que la aislaba del bullicio de turistas de la calle y edificios de alrededores y que tenía una terraza con un sotechado del que colgaba un precioso balancín. La dueña era una conocida de la familia y agradeció que Abbi se interesara por él. Quería alquilarlo por largas temporadas a alguien de confianza, estaba cansada de los inquilinos eventuales que se lo destrozaban y se lo dejo un muy buen precio. Ayudo que para el pueblo era la pequeña de los Márquez, la pobre chica que conoció el mundo de la riqueza y ese mundo la había devuelto de una patada al no haber funcionado su relación con aquel exótico joven. Entonces, cuando decidía que era momento de pensar un poco se escapaba a su refugio. También lo hacía cuando no aguantaba más a Valeria. No había dormido muy bien esa noche, tuvo una pesadilla de esas suyas donde siempre pasaba algo horrible a alguien a quien no veía la cara pero tenía la certeza de conocer. Cuando se despertó vio varios mensajes de Sang Jae. En ellos decía que iba a coger un vuelo y que estaría ilocalizable unas horas. Al principio se reprochaba no haber cesado el contacto con el joven. Tenía pensado hacerlo ya que sentía que no era justo para Henry pero no veía el momento y llego un día en el que no se lo planteó más. Le era muy difícil renuncia a Sang Jae. Con Henry no había vuelto a hablar. Ni si quiera la intento llamar, ni ella a él. En casa la habían insistido mucho para que lo hiciera y un día estaba dispuesta y convencida. En la misma posición en la que estaba ahora, semanas atrás, tomo su teléfono, pero no lo llamo. No porque justo Valeria actualizo su Instagram y la notificación se puso en primer plano. Accedió a ella, por darse un poco de tiempo, para verla y leer los comentarios. Casi nunca lo hacía pero se entretuvo por retrasar el momento de la llamada. Y entre los comentarios un nombre de usuario le llamo la atención. Le sonaba de algo. Accedió al perfil y comprobó que era aquella ex de Henry. Esa chica de su pasado a la que vio en el cumpleaños de Shin Woo. Entro a su perfil y entre las trecientos fotos diarias que se hacía, vio algo que la impacto. Ella y Henry, de la mano, en una especie de evento. Muy guapos, elegantes y sonrientes. Siguió mirando y encontró fotos más cotidianas en las que ambos estaban juntos, incluso se hicieron una sesión de fotos para una conocida marca de ropa. Detestaba la sensación que le estaba invadiendo hasta la garganta pero sentir celos no se elige. No pudo por más que irse a Google y escribir los dos nombres juntos. La mayoría de resultados le llevaban a webs coreanas. Entro en una y con lo que aprendió pudo enterarse de que era una relación emergente, que los dos se veían muy felices, incluso hablaban de la antigua relación del guapo heredero de Adyoon. La tildaban de la típica historia de drama en el que, chico rico se enamora de chica pobre. Los comentarios a la noticia eran variopintos pero todos bastante horribles.
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Recordé quien era.
RomanceAbbi había abandonado muchos caminos para estar con Henry, excepto uno. El único camino que la abandonó a ella antes de poder elegir. Y ahora, ocho años después, vuelve a cruzarse en su vida.