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La luz de la luna iluminaba tenuemente su delineado rostro, sus ojos erradiaban un brillo único, uno en el cual deseaba perderme ciclos. Una de sus brazos  rodeaban mi cintura atrayendome a él, con la mano que le quedó libre acarició dulcemente  mi mejilla.

Quería congelar ese momento...

Sus caricias eran tan delicadas. El sonreía levemente, mientras poco a poco se iba acercando a mi rostro, cada vez acortando más la distancia que nos separaba, su respiración chocaba con la mía, sus delgados labios estaban tan cerca de rozar con los míos hasta que de repente un grito de loca se asoma por mi puerta.

–¡KIRI!– exclamó mi hermano entrando por la puerta.

–¿Eh?– respondí confundida mientras abría lentamente mis ojos y lo miraba con cara de hastío. Una de las cosas que más detesto es; que me levanten mientras duermo o cuando ya estaba empezando y mucho más mi soñaba algo así, aveces solo me daba ganas de lanzarle un golpe. Pero no todo es posible.

–Tienes que entrar.– anunció mientras me enseñaba el celular, o más bien me dejaba más ciega con el celular.

–¿A qué?– me acomodé en la cama y me puse mis lentes, ya que por más que me lo acercasen no veía lo que decía. Tomé el celular en mis manos y comencé a leer que es una convocatoria para una orquesta filarmónica. Hasta cierto punto sentí emoción y a la vez no.

Suspiré.

–No, no quiero hacerlo.– dije firme mientras le regresaba el celular.

–¿Acaso estás loca?– preguntó caos confundido.

–No, solo que conozco mis posibilidades y no estoy lista para eso.– repliqué un poco seria.

–Vamos Kiri, cuando digo que tocas desafinado es en forma de juego. Para que te propongas a mejorar y ya lo haz hecho, para haber aprendido por tu cuenta y conocimientos de los demás vas bastante bien.– dijo en un tono apacible, entrando en papel de "padre" motivacional.

–Pero, sabes que no me gusta, no tengo futuro en esto.

–¿Tú crees que los virtuosos del violín aprendieron a ser lo que llegaron a ser de la noche a la mañana? ¡No! Les costó; muchas horas de ensayo y perseverancia, por eso llegaron hasta la cima del éxito en esa época. ¿Tú crees que Paganini se rindió al ver que nadie apreciaba lo que hacía? ¡Tampoco! El seguía intentándolo, hasta que lo logró.– se sentó frente mío.– confío en que tú puedes, si entras ahí solo ganarás más conocimientos y seguir desarrollandote en un medio que te tendrá muchos beneficios. – me asusta cuando entra en ese papel, normalmente él es el tipo de hermano que se la pasaba restregándome lo mal que hago las cosas y regañándome. Pero sé que algunas cosas son por mí bien.

Me quedé meditando un rato hasta que ya aclaré mi respuesta.– Lo intentaré. – afirmé, a lo que él sonrió orgullosamente.– verás que todo irá bien.– se levantó de la cama y se inclinó para dejar un beso en mi frente. – eres muy capaz de lograr las cosas, yo lo sé.– revolvió mis cabellos (más de lo que ya estaban) y salió, perdiéndose por quién sabe donde.

Una de mis cosas favoritas era pasar pequeños momentos así con él, donde me hace sentir querida y perteneciente a
un pequeño círculo familiar que sólo consta de nosotros dos, no necesito más que ese núcleo interno.

Ahora venía la parte más difícil...

Elegir que tocar para la audición.





›^°^›



¿ Entonces vas a intentarlo?– dijo Iziar mientras mordía un pedazo de su sandwich, a lo que asentí mientras tomaba un sorbo de su jugo.

–Solo que... Me da algo de miedo, ya sabes qué...– esto fue interrumpido ya que un grito de fan loca provino de ella.

–¿VISTE ESO? ¿ACASO NO FUE GENIAL?– exclamó mientras daba pequeños brinquitos en su lugar, suspiré ya que siempre es lo mismo, cada que vemos un partido de Kaleb ella grita como loca.

Kaleb forma parte de nuestro pequeño círculo social, o más bien de mi pequeño círculo social ya que solo a Kaleb, Iziar y Cali, Cali en realidad es Calipso, solo que prefiere un diminutivo. Ella no estudia conmigo, pero aún así forma parte de mis tres amistades.

Pose mi mejilla en una de mis manos mientras observaba el campo.– sí, sí lo ví, fue genial.– respondí mientras lo observaba como corría a la otra base.

–¿Entonces que me decías?– retomó Iziar mientras seguía comiendo.

–Que sí lo intentaré.– dije en un tono un tanto aburrido, ya que casi siempre era lo mismo cuando suelo comentar algo.

–Me alegro por ti.– palmeó mi hombro y yo solo asentí.

Nos quedamos en silencio un buen rato, observando el partido de Kaleb. Él es el típico chico lindo de la clase, pero, solo que él es distinto al resto. A pesar de ser lindo, es muy inteligente y humilde, nunca ha sido del típico niño de cara bonita, engreído y malcriado. Es un amor de persona, aunque algo estúpido.

Y esos son algunos de los tantos motivos por los cuales me gusta.

Es uno de mis mayores secretos que absolutamente nadie sabe...

















Mi cabeza no da para más kks

Karla- San, fuerans 🐥




David.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora