Jueves

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Jaehyuk salió del colegio y caminó torpemente hasta su casa, teniendo los audífonos puestos en su oídos con la más pesada melodía que encontró entre sus canciones, intentando acallar su cerebro que maquinaba sin parar. Pasó por la tienda de conveniencia que quedaba en la vía, para comprar un paquete de gomitas con forma de osito y liberar el estrés con su dulce favorito. Al salir del local, sacó su teléfono para ver la hora, y por debajo del ícono que marcaba el reloj, se fijó en su fondo de pantalla, viendo así la que era una foto de un cielo estrellado en alguna hermosa parte del mundo. Siguió su andar guardando su celular en el bolsillo y abriendo la bolsita de golosinas para llevarse una a la boca.

-¿Qué estás escuchando?- habló un chico arrebatándole el auricular derecho del oído de Jaehyuk; era Asahi, nuevamente Asahi, siempre Asahi. Por unos segundos el mayor se asustó, pero luego al verle, sintió un alivio tan grande que se llevó consigo las calamidades que tenía en su cabeza.-Oh mira, gomitas de osito- dijo emocionado al reparar en el paquete que traía el castaño en sus manos, y sin pensarlo dos veces, agarró un par y los introdujo en su boca, tragándolos con satisfacción y sonriendo alegremente. Jaehyuk se quedó estupefacto con la bella sonrisa de su vecino, siendo que pocas veces la había podido ver. Ese simple gesto pudo con todo y fue la gota que derramó el vaso cerebral del chico. Sus ojos se cristalizaron y comenzó a llorar fuertemente. Asahi no sabía que pasaba y se empezó a preocupar profusamente, por eso lo condujo hasta una banca relativamente cercana para sentarlo mientras el mayor aún derramaba las más grandes gotas de agua salada provenientes de sus ojos. Asahi dejó que se calmara lenta y suavemente, mientras le abrazaba por los hombros haciéndole caricias para consolarlo y dejando pequeños besitos sobre su cabello para hacerle saber que no estaba solo, que él se encontraba allí, dándole el tiempo suficiente para que todo su ser se tranquilizara, y que su corazón propio dejara de latir con temor.

-Perdóname- fue lo primero que salió de su boca al limpiar la última lágrima que rodó por su rostro minutos después -No fue mi intención hacer una escena y lograr que te preocuparas- argumentó mirándole aún con ojos llorosos.

-¿Que ha pasado Hyukie? Habla conmigo por favor- pidió el menor, intentando no mostrarse tan desesperado y necesitado de una explicación, sujetando la mano del castaño entre las suyas, invitándole a no silenciar su voz para él.

-Las cosas hoy no estuvieron bien en el instituto Asahi- se sinceró el mayor- Las clases se vuelven cada vez más duras, los exámenes más difíciles, la presión aumenta, y tengo que lidiar también con las burlas y críticas de las personas- su voz se quebró y las lágrimas volvieron a salir como un caudal de agua viva que no tenía intención de detenerse; eran lágrimas de puro dolor- Te extraño- susurró ahogadamente, mientras despedía un sollozo, esperando que lo que dijo, haya sido escuchado por Asahi.

El azabache quedó sin habla, no supo como reaccionar y tampoco supo como responder y consolar a su Jaehyuk. Se sintió tan mal por él que mordió su mejilla con fuerza para reprimir las lágrimas que se acumulaban en sus ojos. Sabía que era su mera culpa todo lo que ahora soportaba el mayor, y se sintió tan devastado de la cruz que cargaba sobre sus hombros, que no pudo más y una lágrima se derramó sin permiso de su ojo. No sabía que hacer, se sentía inútil, así que sólo lo abrazó con más fuerza aún. Pues le amaba, y esperaba eso fuera suficiente.

Y fue así, cómo sentados en aquella banca, en una tarde de jueves, continuaron abrazándose y apoyándose entre sí, como si el dolor no existieran y el espacio fuese sólo para ellos.

Semana de Estrellas ~JaeHi~ Treasure13Donde viven las historias. Descúbrelo ahora