Único, como él.

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Despertó cansado, como si fuera novedad. Se arrastró al baño y cepilló sus dientes. Conocía su casa tan bien que aún con los ojos cerrados había logrado sentarse a orinar y regresar a la cama. NamJoon, su novio desde siempre, había salido temprano y no tardaba en volver. Debía ordenar la habitación, iban a mudarse a un apartamento nuevo, uno más cercano al centro de estudios propio y al trabajo de NamJoon.

Con pereza se removió y empezó a hacer la cama, abrazó con fuerza la almohada de su novio y sintió su aroma junto a él, lo amaba tanto. Empacó ropa, suya y de él. Guardó libros, álbumes de fotos, útiles de escritorio, casi todo.

Sentado frente a la ventana de la habitación, donde las cortinas celeste cielo dejaban pasar finos rayos de luz que pegaban directo a su carita, empezó a revisar un álbum que no guardó. Uno de cuando tenía diecisiete y no conocía a Nam. Llevaba el cabello a la cintura, ondas suaves, negro como la noche más oscura.

Se detuvo en una foto, una con el uniforme escolar. Su falda no era pequeña, de hecho, era una talla chica debido a su complexión menuda, pero vio sus piernas y rió. Seguían igual de delgaduchas. Sus pies pequeños, su cara de aburrimiento. Sus amigos a los que no volvió a ver, por pura flojera y porque realmente no los extrañaba.

YoonGi nació un nueve de marzo, su madre esperaba un niño pero se dió con la sorpresa que nació una niña. Con los mismos ojitos, nariz y pecas que ella. Sus hermanos, un par de traviesos, esperaban en casa apostando por el sexo del bebé. La mayor decía que sería niña, el menor decía que sería niño. Ninguno se equivocó al final.

La puerta principal sonó y YoonGi supo que Nam estaba de vuelta, dejó todo tirado y aún con pijama (que no se había quitado), bajó las escaleras muy enérgico. Apenas vió al menor, saltó a sus brazos y se pegó como lapa, disfrutando de todo él.

—Te tardaste...
–Traje de comer, por eso ¿Dormiste bien cielo?
—Solo hasta que te fuiste...

NamJoon acarició el cabello castaño de Yoongi, espeso y largo. Le cubría los ojos y llegaba casi a su barbilla. Atrapó su pequeña cintura en sus brazos y lo alzó en peso, subiendo ambos a la habitación. Dió una palmada en su trasero y empezó a correr por el cuarto hasta dejar caer a YoonGi en la cama para llenarlo de cosquillas.

—¿Sigues viendo esas fotos?- NamJoon notó el álbum y frunció el ceño, esperando una respuesta- ¿Ahora qué piensas?

—Pienso en que te amo. - Respondió YoonGi, quitando sus pantalones. - Me conociste vistiendo un vestido de fiesta y con maquillaje, tacones altos y ganas de morir, y hoy estás acá... Conmigo.

Todo era cierto, YoonGi conoció a NamJoon en una fiesta, estaba aburrido en la barra bebiendo algo que ni sabía que era pero le gustó que fuera de colores, viendo ansioso sus piernas, pies, uñas, tan femenino. Porque nació mujer.

Su rostro era demasiado delicado, nariz respingada y labios cortos, carita redonda, cabello a los hombros o un poco más. Silueta "envidiable", un reloj de arena. Algo rellenito, pero completamente bello. Con un gesto de inconformidad, debido al escote en su vestido... Ya que sus pechos no eran tan pequeños como hubiera querido, conoció a NamJoon.

Invitado de quién sabe quién, se sentó a su lado y bebió en silencio quién sabe qué. Le prestó el saco y se sentaron afuera a criticar el mal gusto de la música. Hasta que terminó todo. Nunca perdieron contacto.

—Me enamoré de tu cara de "uy, sabe bien" al beber alcohol. -rió el más alto, acariciando las piernas de YoonGi, con adoración.- Sigues teniendo ese gesto, no entiendo cómo. Ya estás viejo...

La carita de Yoongi se volvió roja roja como un tomate maduro, y dió un manotazo al pecho de su novio, quién reía al ver sus gestos —¡Oye solo te llevo un año y meses!

NamJoon estuvo a su lado, empezaron a salir, se besaron por primera vez una madrugada lluviosa en pleno tráfico, a YoonGi lo iban a matar en su casa por llegar tarde, ¡Pero era el tráfico! Empezó a llorar y NamJoon besó su rostro mojado repetidas veces hasta calmarlo. Hasta que terminó en sus labios, dulces.

—Sí pero yo no soy un enojón, por eso no me arrugo.- a NamJoon le encantaba hacerlo reír, ahora mismo quitaba botón por botón la camisa de pijama de Yoongi, viéndolo con lujuria. YoonGi tragó seco.

Habían pasado tantas cosas juntos, el día en que YoonGi le confesó sus ideas, aquellas que lo atormentaban cada mañana al verse al espejo, al vestirse, al tocarse, al peinarse. Su cuerpo... Su nombre.

Porque fué llamado "YoonJi" al nacer. Y ese nombre permanecía en su identificación. No era una molestia, tenía años con ese nombre así que no le importaba tanto, había crecido así. Pero le gustaba más "YoonGi". Un nombre de chico, para un chico.

—Eres un tarado, me enojo porque rompes todo, quemas todo y me pones nervioso...- YoonGi bufó, su cara quemaba y sus piernas temblaron al ser separadas.

—¿Te estoy haciendo enojar ahora?- Bajó su ropa interior, adoraba aquellas expresiones, moría por besar esa carita sonrojada.

Estuvieron juntos cuando YoonGi cortó su cabello, cuándo empezó a vendar su pecho y cuando empezó a usar el binder. Cuando NamJoon fué ascendido en su trabajo y cuando el  perro de la familia murió de viejito. Cuando adoptaron un gato y cuando ese gato le arañó toda la cara a YoonGi. NamJoon lo curó a besos.

Juntos, de la mano, hablando con la familia del mayor acerca de su disforia de género. Besándose la noche en que YoonGi fué aceptado en su escuela. Riendo cuando NamJoon se ofreció para ayudar en la cena de navidad y quemó el pavo.

—Nam~ tenemos que empacar...— YoonGi cerró la piernas avergonzado, NamJoon recorría su pecho desnudo con fuerza, sacandole gemidos.

—Tengamos sexo por última vez en esta cama...- La voz de NamJoon, sexy, melódica, le erizaba la piel al pálido. Asintió con una risita apenada, su novio no tenía arreglo.

La primera vez que lo hicieron, fué luego de asistir a la boda de un compañero de trabajo de NamJoon. YoonGi ni siquiera había atrapado el ramo, ni siquiera lo quería, pero Nam le dió un centro de mesa y le dijo que serían los siguientes en casarse. Esa noche, el traje de YoonGi quedó como decoración de la sala del apartamento de NamJoon, amanecieron juntos, YoonGi estaba nervioso...

—Hagamoslo...

Las manos de NamJoon abrazaron el menudo cuerpo y lo desnudaron por completo, besó a YoonGi, lo amó. Esa tarde la comida se enfrió, los gemidos de ambos ambientaron su hogar y tardaron más de lo esperado en empacar.

A NamJoon le encantó el gesto de YoonGi al montarlo, sonrojado, brillante, ansioso por alcanzar su orgasmo. A YoonGi le encantó la forma en la que su novio lo besaba, la forma en la que lo embestía, sus gemidos...

Porque el amor no tiene rostro, cuerpo o límite. NamJoon lo sabe, pero a veces tiene que recordárselo a YoonGi.

Le recuerda que lo ama y lo amará sea cual sea su nombre, su apariencia o sus temores. Le recuerda que se enamoró de él, no de lo que tiene bajo la ropa interior, de su risa, de sus labios, de su aroma a frutas, de su forma de ser.

Porque YoonGi es más que su cuerpo rellenito, con curvas y menudo. Y NamJoon es más que un torpe que quema la comida, sorprendentemente inteligente y sensual.

Son personas, amándose. Eso es todo.

l o v e {사랑} ; OS NamGi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora