Notas:
Los personajes de Tate No Yuusha No Nariagari NO me pertenecen. Son propiedad de sus respectivos autores.
Los textos en cursivas son pensamientos ;)
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–¡Amo Naofumi!
–¿Qué sucede? – él la miró, estando a tan solo pasos delante de ella.
El sol brillaba en lo alto, el viento soplaba con fuerza agitando la cabellera de ambos. En los alrededores sólo se podían ver árboles, y a lo lejos, el pueblo del que habían salido momentos atrás. Era sin duda una vista hermosa la que se podía apreciar desde aquella colina.
–Yo... – Raphtalia se ruborizó y bajó la mirada. – Quería decirle algo importante.
–¿Qué será? Ha estado actuando extraño desde hace unos días – Notó que ella no lo miraba, así que supuso que se trataba de algo que él hizo. – Te escucho.
–Yo... juré que sería su espada y quiero que sepa, que ahora más que nunca... – con cada palabra su cuerpo temblaba un poco más. –, que ahora más que nunca, ¡Quiero ser su espada por siempre! Para protegerlo...
Naofumi la observó en silencio durante breves instantes. Ella estaba totalmente roja, se veía tierna siempre que se avergonzaba. El brillo en la mirada de la chica era algo nuevo, tenía similitud al de la vez en que le regaló la pelota, pero este era un poco diferente.
–Cuento contigo, Raphtalia – sonrió con sinceridad, acercándose para acariciar su cabeza.
Un fuerte latido la paralizó momentáneamente al verlo sonreír, pero ya había dado el primer paso y no se detendría. Con toda la fuerza de voluntad que pudo reunir, tomó la mano que su amo había puesto sobre su cabeza y la llevó a su pecho.
–¿Qué haces?
–A...Amo, hay algo más.
–¿Eh?
–Amo Naofumi... YO LO AMO – él se sorprendió por aquellas palabras, pero no dijo nada. –, Después de todo, usted fue quien me salvó. Me dio un techo y comida, curó mi enfermedad e incluso me dio un motivo para luchar. Pero sobre todo, me dio el amor y cariño que perdí hace mucho, por eso yo, lo amo mi señor.
De nuevo el silencio se hizo presente, al menos hasta que el héroe la abrazara, acariciando su cabello con delicadeza.
–También te amo.
El rostro de la chica se tornó rojo sangre sin poder creer lo que escuchaba, la felicidad inundaba su corazón. No había nada que pudiera arruinar el momento.
–¡No es justo! Firo también ama al maestro.
La voz del pequeño ángel que recién aparecía paralizó a Raphtalia. Con una sonrisa ambos deshicieron su abrazo.
–Firo, esas palabras son... – intentaba explicar, apenada.
–Ya, tranquila, también te amo a ti – dijo Naofumi, revolviendo sus cabellos de oro.
–¿Eh?
Raphtalia quedó de piedra mientras veía como Firo abrazaba con una gran sonrisa a su amo.
–No me digas que... ¡¿El amo es un mujeriego?! No, peor... ¡Es un lolicon también!
–Las amo a las dos, ya que ustedes son como mis hijas.
–¡Cómo sus hijas! – seguido de ello, un aura depresiva cayó sobre ella.
–Con que así es como se siente cuando las niñas dicen que aman a sus padres, ¿eh? Lo cierto es, que aunque no son para nada una familia normal, son lo más preciado que tengo en este mundo. – él se dio la vuelta y continuó. – Vamos, tenemos mucho por hacer antes de la siguiente oleada.
–Wii~ – corrió Firo.
–Sí~ – imitó, sin emoción.