Pov Yesha:
Es de noche, estoy de vuelta en mi departamento en NY y afuera está lloviendo. Podría decirse que está como hace un par de semanas, el agua descargándose contra los vidrios con fuerza e intensidad. Los relámpagos iluminan como flashes que se cuelan por las rendijas que quedan en las cortinas que cubren las ventanas, dando muy breves atisbos de lo que ocupa el espacio del recinto de mi habitación. Muebles, ropa, algún que otro objeto decorativo por aquí y por allá... Nada fuera de lo común para este sitio y, aún así, siento que algo raro hay.
No sé exactamente cuándo volví, lo último que recuerdo es haber estado divirtiéndome con los chicos y Any, para luego irme a dormir. ¿Qué fue lo que pasó entonces?
No alcanzo a seguir pensando en eso porque, casi al instante, escucho un ruido como de algo cayéndose, pero aquí no hay nadie y no sé qué fue eso, no alcanzo a ver entre tanta obscuridad. Curiosa, estiro mi mano para encender la lámpara de mi mesita de luz, mas ésta no enciende, ¿se habrá quemado el bombillo? Una seguidilla de pasos silenciosos, como una carrera en puntas de pie, se escucha en ese momento y me hace volver la vista con premura hacia el que creo es el origen, sin embargo, la penumbra no me deja ver nada.
¿Qué fue eso? Con desesperación, busco mi teléfono entre las sábanas y sobre la mesita y, en cuento lo toco, enciendo la linterna, apuntándola hacia el punto de obscuridad anterior.
No hay nada, está vacío. ¿Entonces?
Con la idea de revisar mi entorno, deslizo mi celular para que ilumine, no obstante, un bip-bip me anuncia la muerte de la batería y otra vez reina la negrura. Ok, esto me está empezando a preocupar y poner nerviosa. Otros pasos, más cerca, y mis nervios se ponen como escarpias mientras mis músculos por poco y se solidifican por la misma razón, paralizándome casi por completo.
Otro relámpago hace acto de aparición y la habitación se ilumina con un nuevo flash, pero éste sí que me deja completamente helada por lo que me muestra: en el medio del cuarto, parado recto, con la cabeza baja, las manos tras la espalda, y sangre manchando su ropa, hay un chico prácticamente acechándome en silencio casi a los pies de mi cama, justo en el medio del lugar. ¿Quién es? ¿Qué hace aquí? ¿Cómo entró?
Otra iluminación momentánea y me concentro en su rostro lo más que puedo, que no es mucho por su cabello obscuro que lo oculta, asistido por la capucha blanca manchada de escarlata sobre su cabeza. Aun así, hay algo que no puedo pasar por alto: está sonriendo, mas no de una forma natural, sino por algo más cruento en él, ya que esa sonrisa está formada por cortes en sus mejillas, que van desde ambas comisuras de su boca.
Descubrir eso me pone a temblar, y no solo por el miedo, sino por la imagen en mi cabeza de la situación que debió de haber sido la creación de dichas heridas y el dolor que debió de haber sentido. De hecho, hasta casi podría decirse que por poco y mi cuerpo reproduce, aunque sea, una mínima parte de lo que me imagino que debió de padecer, obligándome a llevar mis manos a mi propia cara, como si intentara aliviar un dolor que, en realidad, no existe más que en mi mente.
El desconocido sigue sin moverse, y yo cada vez estoy peor: no hay nada que nos ponga más y más nerviosos y temerosos, que no saber qué ocurrirá o cuándo, sabiendo que algo se nos viene encima y no es precisamente bueno.Nuevamente, el cuarto queda iluminado por un relámpago de la tormenta que sigue cayendo con fuerza afuera, y me paralizo de terror al comprobar que el desconocido ya no está en el mismo lugar. ¿¡DÓNDE SE METIÓ!? Mi respiración se acelera y mis pupilas se fuerzan a sí mismas a atravesar el velo negro de obscuridad nocturna que invade el cuarto, tratando de ubicarlo, de tenerlo vigilado.
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Melodía de Muerte...
Romantiek¿Alguna vez te imaginaste conociendo a tu ídolo en persona? ¿Que podías hablar con él y tenerlo tan cerca que puedes mezclar tu aliento con el suyo? Seguramente la respuesta es sí, aunque dudo mucho que sea en la forma en la que lo está experimentan...