Capitulo VII

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Elisa miraba la comida de su plato. —El sólo pensar en echarse a la boca un minúsculo bocado le revolvía el estómago. —Apartó la comida con el tenedor e hizo como que escuchaba al señor Collins.

Ladeó la cabeza en su dirección y sonrió. Afortunadamente, el hombre se contentaba con continuar con su monólogo con tan sólo el mínimo estímulo por parte de ella.

Probablemente le encantaba oír su propia voz, para variar, la señora Collins parecía el tipo de mujer que sólo se escucha a sí misma.

Elisa miró como Arthur charlaba con Candy. ¿Quién iba a imaginar que Candice se andaba con tan pocos rodeos? Ahora que la tía Elroy no la acompañaba, la huérfana dejaba salir su verdadera personalidad. —Era obvio que Beatrice no estaba dispuesta a controlarla. La mujer estaba demasiado ocupada tragándose el brandy de los Kellys...

Arthur también estaba mostrando su verdadera personalidad. Gracias a Dios, ella había rechazado su "oferta" para llevársela a su cama. —Elisa pinchó un trozo de venado y lo llevó hacia donde estaban las patatas. ..—Arthur había sido muy persuasivo en el jardín, actuando como si realmente se preocupara por ella. Resopló. —Pero no era así. Simplemente quería una mujer. —Cualquiera que llevara falda valdría. —No era diferente a cualquier otro hombre.

—Discúlpeme, señora Duraham —dijo el señor Collins..—. ¿Ha dicho algo?

—Oh, no, señor Collins. —Una migaja quería entrar por el sitio equivocado. —No es nada. —Continúe, por favor.

Al hombre se le puso la cara roja...—¿ Está segura de que no la aburro ? —mi esposa me ha dicho que a veces suelto hablo demasiado.

A Elisa se le hizo difícil creérselo. —Miró a la mujer que ahora retenía la atención de Terry. —Nadie podía conseguir meter una o dos palabras en una conversación con la señora Collins.

Mientras el señor Collins seguía con su parloteo, Elisa miraba a Arthur.  Al fin había dejado de charlar con Candice. —Ahora sonreían...—Estaba siendo agradecido con ella.

En realidad, tan sólo estaba siendo cortés. —Si Candice estaba saludando a todos los de la fiesta, al anfitrión también tendría que llegarle su turno..—la pelirroja atravesó un trozo de venado con tal fuerza que el tenedor rozó el plato. Respiró hondo y dejó los cubiertos.

—¿No le gusta la comida, señora Duraham?

—Está excelente, señor Collins. —Es sólo que no me siento bien. —Supongo que estoy un poco cansada. —Creo que me retiraré tras la cena.

—Un buen plan, especialmente si mi esposa consigue endosarle nuestra hija a los invitados. —Es una buena chica, pero canta de pena. —Tengo planeado escabullirme y echar un cigarrillo.

En ese momento pudo oírse la voz de Terry, quien estaba mirando a Susana con ojos furibundos ....—Preferiría comer en paz sin tener que preocuparme de que unos dedos me palpen el.... Terry tosió

El señor Collins hizo un ruido extraño, como si estuviese aguantando la risa. Elisa suspiró. ¿No se había sentado Terry en la mesa junto a Susana nunca antes?

Susana se quedó observando mientras el actor intentaba salir de su metedura de pata sacrificando caballerescamente todos los oídos por su causa.

—Le aconsejaría que escapase —susurró el señor Collins a Elisa mientras se levantaba para pasar a la sala de música.

—Gracias. -Estoy cansada ..respondió la pelirroja —Al bajar la vista cruzó casualmente la mirada con Brandon, que levantó las cejas y sonrió.

Locura de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora