Capitulo IX

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¿Terry no podía tener hijos?

Candy no sabía ¿cómo Terry podía asegurar tal cosa?, —ella sintió cierta angustia en la voz de Terry cuando se lo contó, tanto así, que sintió ganas de llorar, no pudo articular palabras en ese momento, ver a Terry en aquel estado le había dolido hasta lo mas profundo de su alma.

Se sentó junto a la ventana con la cabeza apoyada contra el cristal. El fresco de la noche aún duraba. —Le dolía la cabeza y tenía los ojos secos y polvorientos, como si tuviera arena dentro de ellos.

Le había costado una eternidad dormirse y luego tuvo sueños extraños. Pesadillas en realidad. —Estaba buscando a un bebé, a veces por el campo, a veces por la cuidad.
Hablaba con mucha gente, con Terry, con Albert, con una vieja, fea y tuerta . En uno de ellos sujetaba un niño, pero una mujer se lo arrebataba y desaparecía entre la bruma.

Apretó la cabeza aún más contra el cristal..—tal vez Terry estaba equivocado. ¿Cómo podía estar completamente seguro? —debía buscar una segunda opinión médica, tal vez hubo una error humano en los primeros análisis que él dijo haberse realizado, y
quizá, una vez casado descubriría que podía tener hijos.

Pero ¿y si estaba en lo cierto? Se frotó los ojos con fuerza, — no pudo evitar que le salieran unas lágrimas..—podían adoptar, esa seria una opción, —ella era adoptada, pero..¿lo amaba lo suficiente para desechar toda esperanza de tener un hijo propio?, Dios! Porque la vida se ensañaba de esa manera con ella, es que acas..¿No tenia derecho a alcanzar su felicidad?

Inhaló aire profundamente y se secó las lágrimas. —Dorothy llegaría en cualquier momento con el chocolate. —Sería mejor que se lavara la cara. —No quería tener que darle explicaciones de por qué había estado llorando.

Según se levantaba, miró por la ventana. Había dos personas fuera, en la hierba. Era difícil distinguirlas desde lejos pero parecía que Susana estaba con un hombre. —No era ninguna sorpresa. Candy tan sólo esperaba que la chica encontrara un lugar apartado antes de hacer lo que se rumoreaba que hacía con los hombres.

Pero ¿quién era su acompañante? Era demasiado bajo para ser Terry, gracias a Dios, y demasiado estrecho de espaldas para ser Walter o Brandon. —No estaría Arthur enseñando a Susana sus jardines, ¿verdad?

¿Quién estaba ahí fuera? De hecho, ninguno de los invitados tentaría a Susana a salir de la cama, o a meterse en ella.

El hombre se quitó el sombrero y misterio resuelto. Un cabello rojizo resplandecía al sol. Niel Leagan había llegado.. Candy hizo una mueca de disgusto..—Niel le había propuesto matrimonio una vez, a pesar de que ella no le había dado ánimos en absoluto. Sara y sus hijos habían convencido a la Tía Elroy de que lo mejor era que Candy se casara con Niel para fortalecer los lazos entre ambas familias y evitar así que Candy se casara con cualquier don nadie.. Gracias a la intervención de Albert había salido bien librada de ese asunto y desde entonces, había evitado a los Leagan en especial a Niel la mayor parte del tiempo.

Se apartó de la ventana para echarse agua en la cara. —Iba a ser extremadamente difícil evitarlo en la fiesta.

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—¿Te has levantado temprano para darme la bienvenida, Susie? Si hubiese sabido que estabas aquí, habría llegado ayer para evitarte el problema de tener que levantarte de la cama.

Niel se acercó a ella, pero Susana se apartó.

—Aquí, frente de la casa, no.

—¿Por qué no?

Niel se quitó el sombrero y miró la gran casona—. ¿No me digas que te has vuelto tímida?.

—No, por supuesto que no. —Pero la habitación de Terry da en esta dirección.

Locura de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora