LXVIII. Asamblea De Sucesión

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Islas De Hierro
Pyke

Los nubes oscuras huyeron espoleadas por el viento cuando las primeras luces del día llegaron a hurtadillas al mundo. El cielo negro se tornó gris como la pizarra; el mar negro se volvió gris verdoso. Las montañas negras de Gran Wyk, al otro lado de la bahía, se tiñeron de los tonos azules y verdosos de los pinos soldados. Mientras el color regresaba al mundo, un centenar de estandartes empezó a ondear.

Theon y Yara habían llegado durante la noche, y habían dormido en el barco hasta que el cuerno sonara dando inicio a la asamblea de sucesión.

En su camino, desde el mar hasta lo alto de la colina, varios hombres se habían unido a ellos. Algunos saludaban a su hermana con confianza y le aseguraban su voto; otros en cambio, la veían con recelo. Ninguno se fijaba mucho en Theon, no lo conocían, y los pocos que se acordaban de él, no disimulaban su desdén.

Al llegar a la colina alta el estruendo era aterrador, como si un centenar de árboles atacaran con las ramas. Los tambores empezaron a batir también, bum-bum-bum-bum, bum-bum-bum-bum. Sonó un cuerno de guerra, luego otro. Hasta que Aeron Greyjoy Pelomojado, el sacerdote de la isla, alzó las manos huesudas, los tambores y los cuernos quedaron en silencio, los hombres ahogados bajaron los garrotes y todas las voces se fueron apagando. El único sonido que quedó fue el batir de las olas, un rugido que ningún hombre podía acallar.

-Nacimos del mar y al mar hemos de volver -empezó a decir Aeron, al principio en voz baja- El Dios de la Tormenta, en su ira, arrancó a Balon del castillo y lo estrelló contra las rocas; ahora celebra sus banquetes bajo las olas, en las estancias acuosas del Dios Ahogado -alzó los ojos al cielo- ¡Balon ha muerto! ¡El rey del hierro está muerto!

-¡El rey ha muerto! -gritaron sus hombres ahogados.

-¡Pero lo que está muerto no puede morir, sino que se alza de nuevo, más duro, más fuerte! -les recordó- Balon ha caído, Balon, mí hermano, que honro las Antiguas Costumbres y pagó el precio del hierro. Balon el Bravo, Balon el Bendito, Balon el Dos Veces Coronado, el que nos devolvió la libertad y a nuestro dios. Balon ha
muerto... Pero un rey del hierro se levantará para sentarse en el Trono de Piedramar y gobernar las islas.

-¡Un rey se levantará! -gritaron-. ¡Un rey se levantará!

-Un rey se levantará. Así será. -La voz de Aeron retumbaba como las olas-. Pero ¿quién? ¿Quién ocupará el lugar de Balon? ¿Quién gobernará estas islas sagradas? ¿Se encuentra aquí, entre nosotros? -El sacerdote extendió las manos-. ¿Quién será nuestro rey?

Le respondió el graznido de una gaviota. La multitud empezó a agitarse, como si
despertara de un sueño profundo. Los hombres se miraron para ver quién tenía la arrogancia de aspirar a la corona.

-Les lo pregunto de nuevo. ¿Quién será nuestro rey?

-¡Yo! -rugió una voz retumbante, y la multitud abrió paso.

Cuando Yara se alzó para pedir la corona, recibió miradas indistintas de todas partes. Theon pudo sentir cientos de ojos clavados en ellos.

-¿Qué nos darás tú? -preguntó Lucas Codd- ¿Clases de costura?

-Sí, Lucas. Nos tejeré hasta que formemos un reino. - dijo Yara- Tenemos que aprender una lección del Joven Lobo, que ganó todas las batallas... y las perdió todas.

Los Últimos Reyne II | Fanfic GOTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora