POV Natalia
Llegué a casa y lo primero que hice fue meterme en la bañera. Por primera vez en mucho tiempo sentía que necesitaba algo de paz y tranquilidad.
Todo había pasado tan rápido que apenas lo podía asimilar. Primero había aparecido en el pub, como en una ensoñación, una chica que no dejaba de mirarme. Y yo tampoco había podido hacerlo. A eso le siguieron los días pensando en ella, aquel repentino encuentro... Y después, el beso. El beso.
Alba no lo recordaba y quizá fuera mejor así. Pero, si de algo estaba segura, era de que yo jamás podría olvidarlo.
Fue como si todas las piezas de un puzle enacajaran. Como si todo cobrara sentido. Era extraño cómo, sin conocernos, conseguíamos entendernos mejor que nadie.
Entonces apareció él. El príncipe que se había convertido en bestia. Y lo arruinó, arruinó el momento mágico. Pero no era eso lo que me hacía apretar los puños con fuerza. Era la imagen de ese energúmeno golpeando a Alba.
Pasé la mano por debajo de mi pecho derecho y comprobé que el moratón seguía allí. Había merecido la pena solo por protegerla, aunque solo hubieran sido unos segundos.
No podía evitar sentir que la culpa había sido mía. Si no nos hubiera encontrado besándonos, nada de esto habría sucedido.
Comencé a sentir cómo las lágrimas brotaban sin control.
Me zambullí en el agua.
¿Por qué sentía la necesidad de estar con Alba? ¿Por qué pensaba en ella todo el tiempo? Era un sentimiento desconocido, y eso me daba miedo.
No tenía la respuesta, tan solo sabía que tenerla cerca me hacía feliz. Con eso bastaba. No quería perderla. Sin embargo, odiaba pensar que pudiera resultar herida por mi culpa. Debería haber sido yo quien se hubiera llevado la paliza.
Llamé al antro y les avisé de que no actuaría en lo que restaba de semana. Damion, el jefe, no puso demasiadas pegas.
Me vestí rápidamente y cogí las llaves de la moto para irme. Justo antes de salir, mis ojos quedaron atrapados en la foto que había en la mesa. Era Alba. Y era perfecta.
Al llegar vi que todas sus amigas estaban dentro salvo María, que se paseaba, nerviosa.
-¿Estás bien? -me preocupé por ella.
-Hola, Natalia... Sí, sí, es solo que sigo sin creer que el de anoche fuera Álex... -suspiró mientras se frotaba las manos.
Callé. Parte de la culpa de lo que pasó fue mía y ella lo sabía tan bien como yo.
-Yo... Lo siento, si no hubiera...
-Natalia, cielo -me sonrío-. Vi cómo os mirabais Alba y tú.
Lo único que consiguió fue hacerme sentir peor.
-Puede que no esté bien lo que ha hecho Alba, pero hacía tiempo que no la veía disfrutar tanto como ayer. Álex la anulaba por completo y creo que por fin se ha dado cuenta de que es mucho más que 'la novia de'.
Sonreí como agradecimiento. Me alegraba saber que Alba tenía a gente que se preocupaba tanto por ella.
-Gracias -dije en un susurro.
-¿Vas a decirle lo del beso? -dijo tras una pausa.
-No lo sé... Tengo miedo de que se horrorice y no quiera volver a verme más -me sinceré.
-Hagas lo que hagas, te respetaremos -me dio una palmadita en la espalda-. No es una situación nada fácil...
De repente salieron las demás amigas de la habitación y me saludaron con más afecto del que creía merecer.
-¿Cómo sigue? -pregunté.
-Mejor pasa y que te lo diga ella, que no ha dejado de hablar de ti ni un segundo -hizo una mueca Julia.
No pude evitar ruborizarme ante la confesión.
Me asomé por la puerta y observé cómo Alba miraba por la ventana. Entré con sumo cuidado, sin hacer ruido, y me acerqué a ella. No sirvió de nada, porque al segundo paso giró la cabeza y me sonrió tímidamente.
-Hey -parecía menos animada que antes.
-¿Y esa cara? -quise saber mientras me acomodada en el sillón.
-Mañana me dan el alta, pero es que... -Le costaba hablar-. Es que no tengo con quién quedarme... Todas mis cosas están en nuest... En el piso de Álex, pero no tengo fuerzas para volver a verlo...
-No quiero sonar a acosadora ni nada por el estilo... Pero lo había supuesto y por eso he pedido esta semana libre en el antro -le acaricié la mano sin darme cuenta-. Así podría ayudarte hasta que te recuperes del todo... ¿Qué te parece? -intenté hablar pausadamente, pero la ansiedad por saber su respuesta me quemaba dentro.
Sus ojos emperazon a brillar y pude apreciar de cerca su tono miel.
-Natalia, yo... Es que... ¿En serio has hecho eso por mí? -me cogió de las dos manos.
-¿No pensarás que te iba a dejar sola? -le sonreí-. Pero te aviso de que mi casa no es el palacio de Buckingham...
Conseguí arrancarle una sonrisa más amplia que la anterior.
-No sé qué he hecho para merecerte -acurrucó la cabeza en mi cuello.
-Eso mismo me pregunto yo -susurré.
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No puedo enamorarme sin ti | Albalia
RomanceAlba tenía todo lo que una mujer puede desear, un novio que la cuida, un trabajo estable... Pero ¿y si eso no es lo que ella desea? O peor, ¿y si las cosas no son como parecen? El instante en el que cruza una mirada con Natalia marcará un antes y u...