Wɪɴɴᴇʀ.

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El ganador, se lo lleva todo.

La noche, el tumulto de la ciudad y los juegos; eso es lo que le embriagan, y le encanta.

Lo siente en sus venas, pero no es el único que va allí a ganar, y sobre todo, a conseguir el premio: dos millones de yenes. Hay veces en las que los dueños se ponen quisquillosos con estas cosas, querían que fuera a lo grande y que todo el mundo fuera a su bar, pero de bar no tenía mucho.

Aún seguía en las frías calles, casi llegaba, estaba ansioso. Hoy participaría en ese concurso, en el mismo bar y daría a relucir su talento, era un fenómeno en el billar, sabía que ganaría. Tenía que hacerlo.

Nacido como Vinsmoke Sanji, pero él prefiere que lo llamen solamente Sanji. Es uno de los aspirantes a ganarse el premio gordo, a triunfar sin remordimientos y palabrería, sólo con su brillantez y habilidad, como siempre lo había hecho.

Sin embargo, no es el único, y lo sabe. Los otros contrincantes los conocía, eran unos inadaptados para su nivel, pero había uno que le llamaba la atención, el cual sólo había escuchado hablar de él.

Esperaba que fuera verdad todo lo que hablaban.

De ese hombre se decía que iba a ganar esta noche, que nadie le ganaría y que era y será el rey, y que era un completo patán engreído. No cabía duda, con esa pequeña información ya quería derrocarlo en el juego y escacharse a ese también. Se sentiría muy bien darle una patada a su ego, disfrutaba con ello cada vez que podía.

Con esos pensamientos de autosuficiencia y energía para dar y regalar entró con una sonrisa, dispuesto a todo. Decir que todo estaba repleto era poco, ya todas las mesas estaban ocupadas, en la barra habían bebidas de todo tipo y muchos hombres bebían allí, disfrutando del momento, charlando y riendo.

Pero, cuando entró, todos se le quedaron mirando, estupefactos. ¿Quiénes eran para mirarlo así? Vale que es el tercer hijo de los Vinsmoke, el más retraído respecto a su familia y el más rebelde, porque todos saben lo que sucedió aquel día, cuando discutió toda la familia en el mismo bar en el que están ahora. Nadie se salvó de la disputa, y mucho menos de las consecuencias por quedarse allí.

—¡Sanji, no te esperaba aquí! Y menos después de lo que pasó–apareció por la barra su buen amigo, Monkey D. Luffy.

—¿Y a ti qué mosca te ha picado?–habló molesto, pero eso no le importaba al otro, ya conocía de sobra su actitud.

—¿No te parece genial que hoy venga Roronoa Zoro? ¿O raro?–preguntó en su oreja, causándole un poco de repelús y curiosidad al mismo tiempo mientras sonreía.

—¿Quién?–inquirió con burla.

—El que va a ganar importe qué...–habló una mujer por detrás de Luffy, la cual vestía con un vestido negro y ajustado a sus caderas.

—¡Robin!

—¿Y eso por qué?–dijo disconforme, dando un trago a su cerveza. Ya la conocía y sabía que no se iba a quedar callada.

—Zoro no es como uno cualquiera, él persiste y no se conforma. Es de los mejores..., no, es el mejor.

Sanji dibujó una sonrisa, muy descarada para la mujer, pero a él no le importó.

—Entonces será una batalla reñida.

Tras dos horas de juego, las cuales le parecieron un maldito calentamiento, entró el que esperaba. Le pareció de lo más simple. Vestía simple, parecía simple. Pero las apariencias engañan. Cuando se paró en una de las mesas muchos ya le estaban haciendo hueco, eso le enfadó de cierta manera, ¿acaso era tan importante ese idiota?

Danm BoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora